Con vivos colores, música contagiosa y curiosos personajes, la cinta británica “Frankie y los monstruos”, dirigida por Steve Hudson y Toby Genkel, invita a niños y adultos a enfrentar sus miedos y a atreverse a ser auténticos. Todo comienza en un espeluznante castillo, donde un profesor crea monstruos y luego los olvida. Frankie, su primer invento, se encarga de cuidar a todas las criaturas. Apenas salen del laboratorio les dice que jamás muestren su naturaleza monstruosa, porque si lo hacen la gente del pueblo formará una turba enfurecida y quemará el castillo. Frankie, es el líder del grupo. Todos lo aman y admiran. Sin embargo, hay un vacío en su corazón, porque el profesor ni siquiera nota su existencia. Cierto día el joven, cansado de vivir en las sombras, abandona el castillo y se une a un circo. El dueño le asegura que será famoso y la gente lo amará. Pronto la promesa se cumple: Frankie se convierte en la estrella del espectáculo. Los aplausos y las luces lo hacen sentir vivo. Al principio el protagonista cree que por fin llegó a un lugar donde lo valoran y aprecian. Pero en realidad, el propietario del circo se aprovecha de él para ganar dinero. Cuando Frankie se da cuenta de que lo están utilizando decide regresar al castillo y lo consigue gracias a sus amigos. El empresario cegado por la ira idea un maquiavélico plan para que el pueblo destruya el castillo. En medio del caos, los monstruos enfrentan sus mayores miedos con tal de defender su hogar. Esta versión moderna del clásico monstruo de Frankenstein nos recuerda que nunca debemos ocultar nuestra verdadera esencia por miedo al que dirán o a la reacción de los demás, porque viviremos llenos de contradicciones y poco a poco nos iremos apagando. En cambio, cuando nos atrevemos a ser auténticos brillamos con luz propia.
¿Como buen cinéfilo(a) quieres celebrar Halloween con una buena maratón de películas que te hagan saltar de miedo? Si quieres irte a la segura, incluye en tu listadoLa masacre de Texas de Tobe Hooper (1974). Este clásico no defrauda. Tiene suspenso, acción, escenas sangrientas y una sobre dosis de terror. La cinta cuenta la historia de Sally y Franklin, dos hermanos que viajan- junto a un grupo de amigos- a la parte más desolada de Texas para verificar que la tumba de sus abuelos estaba intacta, porque se había dado a conocer una serie de profanaciones en el cementerio donde estaban enterrados. Lamentablemente, en el camino se encuentran con una familia de caníbales que los quiere devorar. Son cuatro integrantes. Todos psicópatas. Para intimidar a las víctimas, utilizan durante las persecuciones ganchos de carnicero y una motosierra. Como si esto fuera poco, uno de los malhechores usa una máscara hecha con piel humana. Este macabro personaje se llama Leatherface y es encarnado por Gunnar Hansen.Su casa es muy tétrica, tiene restos de cadaveres por todas partes. Los jóvenes viven una verdadera pesadilla. Toda la desesperación, angustia y terror extremo que sienten traspasa la pantalla. Las emociones están tan bien logradas que los espectadores sufren con ellos como si fueran una víctima más que intenta escapar. La masacre de Texas es de esos films que aceleran los latidos cardíacos y te hacen estar alerta en todo momento. Lo más terrorífico de la cinta, es que está basada en hechos reales. Hooper se inspiró en la historia de Ed Gein, un asesino en serie y profanador de tumbas que conmocionó a Estados Unidos con sus crímenes durante la década de los 50. En los últimos años, se ha realizado una serie de secuelas, precuelas y remakes de la película, pero ninguna ha sido tan exitosa como la original, porque no lograron igualar su atmósfera espeluznante. Recientemente, Netflix estreno la serie “Monstruo: La Historia de Ed Gein” que nos presenta la vida y crímenes de la persona que inspiró a Leatherface, y también hace referencia a la filmación de este clásico.
La familia Lupin está de regreso, y esta vez con más acción, desafíos y diversión que nunca. En la secuela de la exitosa película animada “100% lobo”, el realizador australiano Alexs Stadermann, conocido por dirigir la aclamada cinta Abeja Maya, recuerda a los espectadores que a veces los héroes más subestimados son los que terminan dejando una huella imborrable. En esta nueva entrega, Freddy, el carismático poodle rosado que sueña con ganarse el respeto de su manada, pide ayuda a los espíritus lunares para transformarse en un hombre lobo. El giro no tarda en llegar: el protagonista obtiene lo que desea, pero al mismo tiempo desata un desequilibrio cósmico que trae a la tierra a Moopoo, un pequeño espíritu lunar que amenaza con desatar el caos en todo el mundo. Para restaurar el orden universal, Freddy emprende, junto a sus amigos, un viaje lleno de aventuras, acción y magia. En esta travesía el protagonista se encuentra con una hechicera deshonesta que pone a prueba su valentía y sus principios. Después de enfrentar varios obstáculos, Freddy comprende lo importante que es ser auténtico y abrazar su identidad para convertirse en el líder que siempre soñó ser. Por su parte, el padre del personaje principal demuestra que es indispensable amar incondicionalmente a los hijos y apoyarlos en sus sueños. La cinta, basada en la novela homónima de Jayne Lyons, es visualmente muy atractiva. Sus colores vivos atrapan al espectador en los primeros minutos. Seguro muchos fanáticos de la saga extrañarán a Máximo Ruin y a la Señora Cordero, personajes secundarios muy interesantes que no estuvieron presentes en este largometraje. Si bien es una secuela, no es necesario ver la primera cinta, porque esta segunda entrega se entiende por si sola. “200% Lobo” es una película perfecta para ver en familia. Los niños disfrutarán de su colorida animación y su humor ligero. Mientras que los adultos encontrarán un mensaje claro sobre el liderazgo y la autoaceptación. Sin duda, es una historia pensada para emocionar a grandes y chicos por igual.
Todo comenzó con un artículo que publicó la prestigiosa revista Nature sobre un experimento inédito: insertar células humanas en embriones de ratas para potenciar sus capacidades cognitivas. Cuando el académico Mario Waissbluth leyó que los embriones se desarrollaron y las células humanas se tomaron un tercio del cerebro de los roedores, incluyendo sus funciones visuales y motoras, quedó impactado. Tanto, que decidió divulgarlo de una manera entretenida y que interpelara al lector. Así nació su primera novela “Ecos de la soberbia”. “¿Cuánto va a pasar de aquí a que alguien se le ocurra estar haciéndolo con chimpancés? Porque los cerebros me imagino que son más compatibles, y tengamos ahora chimpancés con el 50% del cerebro humano sirviéndonos en los restaurantes. Me parece que es una cuestión brutal. Dije 'tengo que hacer algo para divulgarlo' y no bastaba con escribir una carta al diario, sino que yo quería algo que la gente se entretuviera, que se animara a leerlo, que se convirtiera, ojalá, en tema de discusión. Por eso, cambié de giro, de ser un ensayista a un escritor de novela” explica a En Palco Mario Waissbluth. “Ecos de la soberbia” narra la historia de Jessica Ruiz, una joven neurocientífica chilena, que replica la investigación publicada en Nature. Pero lamentablemente, lo que comienza como un innovador y fascinante experimento termina en una tragedia global ¿Qué sucede? Las ratas se escapan del laboratorio. Con esta trama el escritor pone sobre la mesa una interrogante crucial: ¿por qué se permite investigaciones que trascienden la ética? “En todas las universidades existe la libertad de investigación y debe ser así. Pero la pregunta es por qué un investigador en California se dedica a investigar algo que evidentemente tiene implicaciones éticas complicadas. Estoy convencido que hay dos razones. La primera, es porque se puede. Por la soberbia. Pero hay una razón mucho más importante. La dinámica en las comunidades universitarias es 'publicas o te echan', o sea, hay una permanente carrera por publicar. Claro, se va a juntar un conjunto de biólogos y filósofos y religiosos y van a decir, 'queremos lanzar una moratoria sobre este tipo de investigaciones'. El investigador de una universidad llevado a escoger entre respetar esta moratoria o publicar un par de papers más, ¿qué va a escoger? Publicar”, asegura Waissbluth. La obra también se adentra en el debate sobre la conciencia animal. Durante el proceso creativo de la novela, el escritor investigó el tema y quedó maravillado al descubrir que prácticamente todos los animales tienen ciertos niveles de inteligencia y lenguaje. “Los humanos no queremos asumir que los animales en general tienen conciencia, tienen humor, tienen inteligencia y lenguaje. ¿Por qué pasa eso? Porque nos gusta comer hamburguesas. Decimos no me hables de ese tema, déjame comer tranquilo mis hot dogs. Pero la verdad es que convivimos en el planeta con otros seres que son sintientes”, destaca. Con un ritmo atrapante y un desenlace inquietante, Ecos de la soberbia mantiene en suspenso al lector hasta la última página. Waissbluth ya prepara una secuela: el epílogo de esta primera entrega es, en realidad, el primer capítulo de la próxima novela. El autor sueña con ver su obra traducida a otros idiomas para que la conversación sobre los límites éticos de la ciencia trascienda fronteras. “No hay ninguna ley que pueda vetar y meter a la cárcel a un científico por hacer una determinada investigación. Eso no va a pasar nunca. La única sanción es la sanción ética de la ciudadanía, o sea, que se arme un escándalo con la cuestión. Por eso, yo escribí esta novela para contribuir desde este rinconcito de Chile a que la gente reaccione frente a este tema”, concluye. Revisa la entrevista completa en nuestro canal de YouTube.
Habitar la intimidad del otro permite mirar la historia personal con distancia y resignificar el pasado. Esa es la premisa que plantea el documentalMe gustaría que vivieras mi juventud de nuevo” del director Nicolás Guzmán. El largometraje sigue a Victoria y José, secretaria y estudiante de la Escuela de Cine de la Universidad de Chile. Ambos participan en un ejercicio de empatía, en el que se les pide que escriban una carta sobre alguna experiencia difícil de su vida. Luego, intercambian los textos y los interpretan en primera persona. Gracias a este experimento, que tiene como lema “si yo no me atrevo a decirlo, que alguien lo diga por mí”, Victoria cuenta el complejo período que vivió junto a su ex esposo, etapa que por mucho tiempo quiso olvidar. Por su parte, José relata momentos dolorosos de su infancia y adolescencia. La cinta va de menos a más. En la primera parte se muestra la vida cotidiana de los protagonistas. En estas escenas, Victoria narra cómo logró sacar adelante a sus hijos después de separarse. Estas imágenes se van alternando con la historia de José, quien confiesa que en ocasiones tiene encuentros con hombres para pagar el arriendo de la pieza donde vive o para cubrir otros gastos. Al final del documental ambos interpretan las cartas. Este, por lejos, es el momento más sensible e íntimo. Aunque los dos apenas se conocen y tienen historias de vida muy distintas, logran empatizar con el otro dejando de lado los juicios. El director, y también académico de la Escuela de Cine y Televisión de la Universidad de Chile, opta por un enfoque experimental, donde la cámara se transforma en un testigo silencioso y esencial que registra cada revelación con respeto y cercanía. “Me gustaría que vivieras mi juventud de nuevo” invita al espectador a reflexionar sobre el poder sanador que tiene la escritura y la narración oral, sobre todo cuando la voz propia encuentra eco en el otro, cuando se produce un proceso de liberación colectiva. El documental, financiado por el Fondo de Fomento Audiovisual del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, se podrá ver en salas independientes a partir de este jueves 26 de junio.
Con vivos colores, música contagiosa y curiosos personajes, la cinta británica “Frankie y los monstruos”, dirigida por Steve Hudson y Toby Genkel, invita a niños y adultos a enfrentar sus miedos y a atreverse a ser auténticos. Todo comienza en un espeluznante castillo, donde un profesor crea monstruos y luego los olvida. Frankie, su primer invento, se encarga de cuidar a todas las criaturas. Apenas salen del laboratorio les dice que jamás muestren su naturaleza monstruosa, porque si lo hacen la gente del pueblo formará una turba enfurecida y quemará el castillo. Frankie, es el líder del grupo. Todos lo aman y admiran. Sin embargo, hay un vacío en su corazón, porque el profesor ni siquiera nota su existencia. Cierto día el joven, cansado de vivir en las sombras, abandona el castillo y se une a un circo. El dueño le asegura que será famoso y la gente lo amará. Pronto la promesa se cumple: Frankie se convierte en la estrella del espectáculo. Los aplausos y las luces lo hacen sentir vivo. Al principio el protagonista cree que por fin llegó a un lugar donde lo valoran y aprecian. Pero en realidad, el propietario del circo se aprovecha de él para ganar dinero. Cuando Frankie se da cuenta de que lo están utilizando decide regresar al castillo y lo consigue gracias a sus amigos. El empresario cegado por la ira idea un maquiavélico plan para que el pueblo destruya el castillo. En medio del caos, los monstruos enfrentan sus mayores miedos con tal de defender su hogar. Esta versión moderna del clásico monstruo de Frankenstein nos recuerda que nunca debemos ocultar nuestra verdadera esencia por miedo al que dirán o a la reacción de los demás, porque viviremos llenos de contradicciones y poco a poco nos iremos apagando. En cambio, cuando nos atrevemos a ser auténticos brillamos con luz propia.
¿Como buen cinéfilo(a) quieres celebrar Halloween con una buena maratón de películas que te hagan saltar de miedo? Si quieres irte a la segura, incluye en tu listadoLa masacre de Texas de Tobe Hooper (1974). Este clásico no defrauda. Tiene suspenso, acción, escenas sangrientas y una sobre dosis de terror. La cinta cuenta la historia de Sally y Franklin, dos hermanos que viajan- junto a un grupo de amigos- a la parte más desolada de Texas para verificar que la tumba de sus abuelos estaba intacta, porque se había dado a conocer una serie de profanaciones en el cementerio donde estaban enterrados. Lamentablemente, en el camino se encuentran con una familia de caníbales que los quiere devorar. Son cuatro integrantes. Todos psicópatas. Para intimidar a las víctimas, utilizan durante las persecuciones ganchos de carnicero y una motosierra. Como si esto fuera poco, uno de los malhechores usa una máscara hecha con piel humana. Este macabro personaje se llama Leatherface y es encarnado por Gunnar Hansen.Su casa es muy tétrica, tiene restos de cadaveres por todas partes. Los jóvenes viven una verdadera pesadilla. Toda la desesperación, angustia y terror extremo que sienten traspasa la pantalla. Las emociones están tan bien logradas que los espectadores sufren con ellos como si fueran una víctima más que intenta escapar. La masacre de Texas es de esos films que aceleran los latidos cardíacos y te hacen estar alerta en todo momento. Lo más terrorífico de la cinta, es que está basada en hechos reales. Hooper se inspiró en la historia de Ed Gein, un asesino en serie y profanador de tumbas que conmocionó a Estados Unidos con sus crímenes durante la década de los 50. En los últimos años, se ha realizado una serie de secuelas, precuelas y remakes de la película, pero ninguna ha sido tan exitosa como la original, porque no lograron igualar su atmósfera espeluznante. Recientemente, Netflix estreno la serie “Monstruo: La Historia de Ed Gein” que nos presenta la vida y crímenes de la persona que inspiró a Leatherface, y también hace referencia a la filmación de este clásico.
La familia Lupin está de regreso, y esta vez con más acción, desafíos y diversión que nunca. En la secuela de la exitosa película animada “100% lobo”, el realizador australiano Alexs Stadermann, conocido por dirigir la aclamada cinta Abeja Maya, recuerda a los espectadores que a veces los héroes más subestimados son los que terminan dejando una huella imborrable. En esta nueva entrega, Freddy, el carismático poodle rosado que sueña con ganarse el respeto de su manada, pide ayuda a los espíritus lunares para transformarse en un hombre lobo. El giro no tarda en llegar: el protagonista obtiene lo que desea, pero al mismo tiempo desata un desequilibrio cósmico que trae a la tierra a Moopoo, un pequeño espíritu lunar que amenaza con desatar el caos en todo el mundo. Para restaurar el orden universal, Freddy emprende, junto a sus amigos, un viaje lleno de aventuras, acción y magia. En esta travesía el protagonista se encuentra con una hechicera deshonesta que pone a prueba su valentía y sus principios. Después de enfrentar varios obstáculos, Freddy comprende lo importante que es ser auténtico y abrazar su identidad para convertirse en el líder que siempre soñó ser. Por su parte, el padre del personaje principal demuestra que es indispensable amar incondicionalmente a los hijos y apoyarlos en sus sueños. La cinta, basada en la novela homónima de Jayne Lyons, es visualmente muy atractiva. Sus colores vivos atrapan al espectador en los primeros minutos. Seguro muchos fanáticos de la saga extrañarán a Máximo Ruin y a la Señora Cordero, personajes secundarios muy interesantes que no estuvieron presentes en este largometraje. Si bien es una secuela, no es necesario ver la primera cinta, porque esta segunda entrega se entiende por si sola. “200% Lobo” es una película perfecta para ver en familia. Los niños disfrutarán de su colorida animación y su humor ligero. Mientras que los adultos encontrarán un mensaje claro sobre el liderazgo y la autoaceptación. Sin duda, es una historia pensada para emocionar a grandes y chicos por igual.
Todo comenzó con un artículo que publicó la prestigiosa revista Nature sobre un experimento inédito: insertar células humanas en embriones de ratas para potenciar sus capacidades cognitivas. Cuando el académico Mario Waissbluth leyó que los embriones se desarrollaron y las células humanas se tomaron un tercio del cerebro de los roedores, incluyendo sus funciones visuales y motoras, quedó impactado. Tanto, que decidió divulgarlo de una manera entretenida y que interpelara al lector. Así nació su primera novela “Ecos de la soberbia”. “¿Cuánto va a pasar de aquí a que alguien se le ocurra estar haciéndolo con chimpancés? Porque los cerebros me imagino que son más compatibles, y tengamos ahora chimpancés con el 50% del cerebro humano sirviéndonos en los restaurantes. Me parece que es una cuestión brutal. Dije 'tengo que hacer algo para divulgarlo' y no bastaba con escribir una carta al diario, sino que yo quería algo que la gente se entretuviera, que se animara a leerlo, que se convirtiera, ojalá, en tema de discusión. Por eso, cambié de giro, de ser un ensayista a un escritor de novela” explica a En Palco Mario Waissbluth. “Ecos de la soberbia” narra la historia de Jessica Ruiz, una joven neurocientífica chilena, que replica la investigación publicada en Nature. Pero lamentablemente, lo que comienza como un innovador y fascinante experimento termina en una tragedia global ¿Qué sucede? Las ratas se escapan del laboratorio. Con esta trama el escritor pone sobre la mesa una interrogante crucial: ¿por qué se permite investigaciones que trascienden la ética? “En todas las universidades existe la libertad de investigación y debe ser así. Pero la pregunta es por qué un investigador en California se dedica a investigar algo que evidentemente tiene implicaciones éticas complicadas. Estoy convencido que hay dos razones. La primera, es porque se puede. Por la soberbia. Pero hay una razón mucho más importante. La dinámica en las comunidades universitarias es 'publicas o te echan', o sea, hay una permanente carrera por publicar. Claro, se va a juntar un conjunto de biólogos y filósofos y religiosos y van a decir, 'queremos lanzar una moratoria sobre este tipo de investigaciones'. El investigador de una universidad llevado a escoger entre respetar esta moratoria o publicar un par de papers más, ¿qué va a escoger? Publicar”, asegura Waissbluth. La obra también se adentra en el debate sobre la conciencia animal. Durante el proceso creativo de la novela, el escritor investigó el tema y quedó maravillado al descubrir que prácticamente todos los animales tienen ciertos niveles de inteligencia y lenguaje. “Los humanos no queremos asumir que los animales en general tienen conciencia, tienen humor, tienen inteligencia y lenguaje. ¿Por qué pasa eso? Porque nos gusta comer hamburguesas. Decimos no me hables de ese tema, déjame comer tranquilo mis hot dogs. Pero la verdad es que convivimos en el planeta con otros seres que son sintientes”, destaca. Con un ritmo atrapante y un desenlace inquietante, Ecos de la soberbia mantiene en suspenso al lector hasta la última página. Waissbluth ya prepara una secuela: el epílogo de esta primera entrega es, en realidad, el primer capítulo de la próxima novela. El autor sueña con ver su obra traducida a otros idiomas para que la conversación sobre los límites éticos de la ciencia trascienda fronteras. “No hay ninguna ley que pueda vetar y meter a la cárcel a un científico por hacer una determinada investigación. Eso no va a pasar nunca. La única sanción es la sanción ética de la ciudadanía, o sea, que se arme un escándalo con la cuestión. Por eso, yo escribí esta novela para contribuir desde este rinconcito de Chile a que la gente reaccione frente a este tema”, concluye. Revisa la entrevista completa en nuestro canal de YouTube.
Habitar la intimidad del otro permite mirar la historia personal con distancia y resignificar el pasado. Esa es la premisa que plantea el documentalMe gustaría que vivieras mi juventud de nuevo” del director Nicolás Guzmán. El largometraje sigue a Victoria y José, secretaria y estudiante de la Escuela de Cine de la Universidad de Chile. Ambos participan en un ejercicio de empatía, en el que se les pide que escriban una carta sobre alguna experiencia difícil de su vida. Luego, intercambian los textos y los interpretan en primera persona. Gracias a este experimento, que tiene como lema “si yo no me atrevo a decirlo, que alguien lo diga por mí”, Victoria cuenta el complejo período que vivió junto a su ex esposo, etapa que por mucho tiempo quiso olvidar. Por su parte, José relata momentos dolorosos de su infancia y adolescencia. La cinta va de menos a más. En la primera parte se muestra la vida cotidiana de los protagonistas. En estas escenas, Victoria narra cómo logró sacar adelante a sus hijos después de separarse. Estas imágenes se van alternando con la historia de José, quien confiesa que en ocasiones tiene encuentros con hombres para pagar el arriendo de la pieza donde vive o para cubrir otros gastos. Al final del documental ambos interpretan las cartas. Este, por lejos, es el momento más sensible e íntimo. Aunque los dos apenas se conocen y tienen historias de vida muy distintas, logran empatizar con el otro dejando de lado los juicios. El director, y también académico de la Escuela de Cine y Televisión de la Universidad de Chile, opta por un enfoque experimental, donde la cámara se transforma en un testigo silencioso y esencial que registra cada revelación con respeto y cercanía. “Me gustaría que vivieras mi juventud de nuevo” invita al espectador a reflexionar sobre el poder sanador que tiene la escritura y la narración oral, sobre todo cuando la voz propia encuentra eco en el otro, cuando se produce un proceso de liberación colectiva. El documental, financiado por el Fondo de Fomento Audiovisual del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, se podrá ver en salas independientes a partir de este jueves 26 de junio.