Hay novelas que se leen rápido. Y hay otras que se quedan. Soledad, la primera novela de Ximena Güiraldes, pertenece a este segundo grupo: una historia que se instala en el cuerpo del lector y no se va fácilmente. Íntima, sensorial y profundamente honesta, la novela explora el deseo, la memoria, el amor y la pérdida a través de la experiencia de una mujer que intenta comprender sus propias grietas, siempre en diálogo con un contexto social y político marcado por la dictadura. “Es una novela que dialoga con lo emocional, pero también con un contexto social y político”, explica la autora en conversación con En Palco. “No podría contar una historia de amor sin situarla en la realidad de lo que estaba pasando en el país”. Aunque Güiraldes ya había recorrido con éxito el terreno del cuento -con Vidrios empañados (2023), libro que reunió relatos premiados- Soledad marca su debut en la novela. Y su origen es tan inesperado como revelador: una canción. “Escuché por primera vez Tu falta de querer de Mon Laferte y fue instantáneo”, recuerda. “Sentí esa voz, ese desgarro, esa intensidad… y ahí apareció Soledad, la protagonista. Fue un clic emocional muy fuerte”. A partir de ese impulso, la historia se escribió rápidamente. La novela abarca cerca de doce años y comienza en Argentina, cuando una joven chilena viaja desde Valparaíso para conocer a su padre biológico, un músico argentino al que nunca había visto. Criada bajo una sobreprotección extrema -su abuelo era almirante de la Armada en tiempos de dictadura- ese viaje se convierte en el primer contacto real con el mundo, el amor y también con una dimensión política que desconocía. “Ella no tenía absolutamente ninguna sospecha de lo que existía”, señala Güiraldes. “Ese choque cultural, político y emocional la atraviesa por completo”. Soledad no es solo una historia de amor intenso y desamor profundo, sino también un relato de formación, caída y reconstrucción. La novela está construida de manera circular -el inicio y el final se espejan- y en su centro se despliega el proceso de quiebre, silencio y posterior transformación de la protagonista. Para la autora, la clave está en la verdad emocional. “Esta novela fue una verdadera introspección. Me metí a fondo conmigo, a recuperar emociones, sensaciones, erotismo”, confiesa. “No es fácil. Quedé bastante tocada, porque hay cosas que uno tiene olvidadas y que conscientemente decide volver a mirar”. Esa honestidad parece ser uno de los mayores aciertos del libro. “Mucha gente me ha dicho que siente a Soledad como si la conociera”, comenta Güiraldes. “Y creo que es porque las emociones contadas con verdad quedan”. Consultada sobre la idea de que Soledad pueda leerse como una “novela femenina”, la autora es clara: “Es la voz de una mujer contada por una mujer, sin intermediarios. La intimidad, el deseo, el amor, no tienen que explicarse. Son lo que son”. Y agrega algo fundamental: “Es muy rico que los hombres puedan leer y entender cómo siente una mujer, sin cuestionar por qué debería sentir distinto”. El trasfondo político, en tanto, aparece sin subrayados. Güiraldes opta por la sugerencia y los silencios: “No me gusta ser explícita. Me interesa que el lector lea entre líneas. Los silencios dicen mucho”. Durante el lanzamiento del libro, el crítico Javier Edwards Renard destacó precisamente ese equilibrio entre emoción, contexto y austeridad narrativa. Y José Ignacio Valenzuela, autor del prólogo, lo resumió con una imagen elocuente: Soledad es un libro que no se puede soltar. Hoy, con esta primera novela, Ximena Güiraldes confirma una voz narrativa madura, sensible y profundamente humana. Soledad ya está disponible en librerías y en el sitio web de Editorial Forja. Un libro para leer con tiempo, con el cuerpo atento y con la disposición a dejarse atravesar. Revisa nuestra entrevista completa con Ximena Güiraldes en nuestro canal de YouTube.
Hay personajes que no envejecen. Se transforman. Mutan. Vuelven. Doctor Mortis es uno de ellos. Creado hace ocho décadas por Juan Marino Cabello, Mortis no solo marcó a generaciones de oyentes con su voz cavernosa y sus relatos radiales, sino que se convirtió en el gran emblema del terror chileno. Hoy, ese legado recibe un homenaje a la altura de su leyenda con Mortis: El último testamento, novela de Miguel Ferrada que funciona tanto como relectura moderna del mito como una carta de amor al género. La historia nos traslada al sur de Chile, territorio ideal para que lo inexplicable eche raíces. Allí se cruzan Susan Clark, una investigadora inglesa, y Rubén Duarte, un agente chileno. Aunque se presentan como policías, en realidad pertenecen a una organización secreta dedicada a investigar fenómenos paranormales. Su caso más reciente los enfrenta a una cadena de crímenes brutales, a las ruinas de una casa ligada a un científico nazi y, sobre todo, a una presencia que parece atravesar siglos de horror: Mortis. ¿Es una persona? ¿Una entidad? ¿Un concepto que se manifiesta una y otra vez en los momentos más oscuros de la historia? Ferrada juega con esas preguntas y empuja a sus protagonistas -y al lector- hacia un escenario donde el apocalipsis no es una metáfora, sino una posibilidad concreta. Lo interesante de El último testamento es cómo dialoga con referentes reconocibles sin perder identidad propia. Hay ecos de Stephen King, de Los Expedientes X, del thriller conspirativo y de la ciencia ficción clásica, pero siempre filtrados por una sensibilidad local: bosques húmedos, pueblos aislados, secretos enterrados y un mal que parece conocer muy bien nuestra historia. Más que una simple novela de terror, el libro se lee como una actualización necesaria del mito Mortis, pensada tanto para quienes crecieron escuchándolo en la radio como para nuevos lectores que quizás se acerquen por primera vez al personaje. Ferrada no busca imitar, sino expandir el universo, darle cuerpo, contexto y un nuevo pulso narrativo. A 80 años de su creación, Mortis demuestra que sigue siendo una figura incómoda, inquietante y vigente. Y que el terror, cuando está bien contado, no necesita presentaciones: solo volver a pronunciar su nombre para que algo se despierte en la oscuridad. Conversamos con Miguel Ferrada sobre su nuevo libro “Mortis, el último testamento”. Revisa la entrevista completa en nuestro canal de YouTube.
Luego de que uno de sus pacientes se suicidara, el psicoanalista Lev, comienza a cuestionarse varios aspectos de su vida y a rememorar hechos que lo marcaron en el pasado. Este es el inicio de “El Psicoanalista Desnudo”, escrito por Gabriel Dukes, quien conoce bien el rubro ya que es psiquiatra de profesión. El autor nos cuenta cómo llegó a ser escritor y su relación con la literatura: “a mí siempre me ha gustado la lectura y por ahí por el año 2014 la revista del diario La Segunda sacó un suplemento y querían una columna de psicología, entonces me pidieron que escribiera algo y yo escribí algo, pero teórico, era sobre el duelo… Lo leí y lo encontré súper aburrido, muy técnico y entonces dije: ¿sabes qué? voy a escribir una historia. Entonces inventé al personaje que es el doctor Lev, que es el mismo que aparece en las dos novelas que he escrito. Durante aproximadamente 2 años todas las semanas estuve escribiendo una pequeña historia…”. Luego de eso vendrían más historias y de una de ellas nacería su novela MalaMente, primera parte de esta trilogía. En su segundo libro nos habla de variados temas, donde el pasado se hace presente para mostrarnos que siempre tiene repercusiones en nuestra manera de ser o en cómo enfrentamos diferentes situaciones. A través de la mirada del protagonista iremos descubriendo en nosotros mismos cómo un texto puede llegar para hacernos reflexionar sobre la vida que estamos llevando. Un libro que nos invita ser parte de los pensamientos de su protagonista, tal como lo comenta Gabriel: “Lev va contando en primera persona, y en tiempo presente, lo que le va pasando y eso permite que el lector de alguna manera pueda meterse en la mente de Lev”. Una oportunidad de disfrutar de una historia envolvente y explorar en nuestra propia trama. Puedes ver la entrevista completa en nuestro canal de youtube.
EnLa música de los domingos por la tarde, Gonzalo Garay vuelve a tensionar los límites de su escritura. Si en La vida de los otros el anclaje estaba puesto en la experiencia judicial y una narración más lineal, esta nueva novela se abre hacia un territorio más fragmentario, oscuro y experimental, donde las identidades se cruzan, los narradores se desdoblan y los mundos -domésticos, legales, culinarios, sexuales- chocan entre sí. “La música de los domingos por la tarde” no surge como un quiebre abrupto dentro de su obra, sino como la decantación de un universo que Garay viene explorando desde libros anteriores. “Yo venía ya en este universo experimentando”, explica el autor. “En cada libro intento hacer algo diferente. No sé si lo logro, pero al menos ese es el ánimo: la búsqueda de un hallazgo distinto”. La novela se articula desde la memoria y la introspección. Nicolás Stewart, escritor en formación, revisa su vida desde un sillón cargado de recuerdos, en un ejercicio casi judicial consigo mismo. Desde ahí emerge una narración que no privilegia la cronología, sino las escenas, los ecos, las obsesiones. “Esta novela no importa tanto la cronología como las escenas”, señala Garay. “Quise complicarle bien la lectura al lector, exigirle más”. Uno de los núcleos más perturbadores del libro es la relación entre Nicolás y Bastián Richter, el pastelero iluminado y psicópata de sonrisa apacible. La gastronomía, lejos de ser un mero decorado, se convierte en un mundo simbólico que arrastra otros temas: la soledad, la iniciación, la moral, la delincuencia y sus orígenes. “Hay límites morales que se van expandiendo”, dice Garay. “Hay una administración de la soledad, hay un universo femenino muy rico, y también una pulsión que atraviesa todo el libro”. Esa pulsión es, justamente, la música del título. No una melodía concreta, sino un estado interno. “Lo que los escritores sienten, al menos yo, es un sonido muy musical que vas transformando en ideas, imágenes y finalmente en palabras”, explica. “La música de los domingos por la tarde es ese exceso, todo lo que realiza Nicolás para intentar entender el mundo y entenderse a sí mismo”. El libro también propone un juego explícito entre realidad y ficción. A través de Gustavo García -abogado y narrador paralelo- Garay introduce una historia dentro de otra, en un ejercicio consciente de metanarrativa. “Fue absolutamente a propósito, fue un juego”, reconoce. “Me gusta leer literatura que me exija, y quise hacer algo similar”. No es casual que el derecho tenga un lugar central en este entramado. Para Garay, la conexión entre literatura y derecho es profunda. “ El derecho es un lugar súper importante para mí. Hay una conexión muy estrecha entre derecho y literatura. Es algo que conozco, que he vivido, y que inevitablemente aparece”. Más allá de sus múltiples capas, La música de los domingos por la tarde no busca complacer. Garay lo asume sin rodeos: “No creo que sea un libro para todo el mundo”. Lo que sí espera es provocar una experiencia particular en el lector. “Me parecería interesante que alguien sintiera un placer incómodo. Reconocer en el otro algo que pensaste que nunca serías capaz de hacer, pero darte cuenta de que sí”. Ese espejo inquietante es, para el autor, una de las funciones esenciales de la literatura. “El mundo tampoco es un camino de rosas. Yo no estoy mintiendo: las cosas que están en el libro son cosas que pasan. Con cierta ficción, pero pasan”. Después de siete libros, Garay reconoce que esta novela lo enfrentó a algo nuevo: “Aquí me enfrenté directamente con mi miedo, con mi fantasma, y lo compartí con los lectores”. Un proceso más denso, más exigente, donde los personajes terminaron por soltarse de cualquier amarre moral. “ Ellos hicieron la historia. El libro se fue haciendo solo”. Como resume la contraportada -y como insiste el propio autor- La música de los domingos por la tarde es “una novela sobre la memoria, el deseo y el fuego que no todo lo consume”. Una historia íntima y brutal, donde el pasado suena como un disco rayado en tardes de domingo. Y la pregunta queda flotando, como eco final: ¿Qué música suena dentro de ti cuando todo parece callar? Revisa la entrevista completa con Gonzalo Garay sobre su nuevo libro en nuestro canal de Youtube.
Tuvimos la oportunidad de visitar de manera adelantada Dopamine Land, la nueva experiencia multisensorial que ya abrió sus puertas en Cenco Costanera y que promete convertirse en uno de los panoramas más atractivos para toda la familia en Santiago. Se trata de un recorrido inmersivo pensado para bajar las revoluciones, desconectarse de la rutina diaria y simplemente dejarse llevar por el juego, las texturas, los sonidos y la estimulación visual. Durante aproximadamente una hora, los asistentes pueden tocar, sentir, escuchar, jugar y relajarse en distintas salas que apelan directamente a la dopamina, conocida como la “hormona de la felicidad”. Como toda experiencia, hay salas que destacan más que otras. La piscina de pelotas, por ejemplo, es sorprendentemente relajante: un espacio donde dan ganas de quedarse horas, incluso quedarse dormido. La sala de globos despierta risas inmediatas y ganas de jugar sin culpa, mientras que el ring de luchas de almohadas invita a liberar energía. A eso se suma una sala de luces parpadeantes, visualmente hermosa e hipnótica, que se vuelve uno de los momentos más contemplativos del recorrido. Dopamine Land llega a Santiago de la mano de Fever, plataforma líder en experiencias culturales y de entretenimiento en vivo, tras pasar por ciudades como Londres, Dubái, Madrid, Nueva Jersey y São Paulo. En total, el recorrido cuenta con nueve salas temáticas, donde el color, el sonido y el tacto se combinan para crear recuerdos y estimular los sentidos. “Dopamine Land es una experiencia multisensorial que combina tecnología, juego e imaginación en un solo lugar e invita a todos a reconectar con su niño interior —y no tan interior— para descansar de la rutina”, señala Belén Núñez, representante global de Dopamine Land en Fever. Además, la experiencia incluye una estación de realidad virtual (opcional y con costo adicional) que transporta a los visitantes a mundos más allá de la imaginación. Dopamine Land está abierta a todas las edades, con entradas disponibles a través de la plataforma de Fever, a un precio inicial de $10.000 pesos chilenos. Una propuesta ideal para pasar un buen rato, relajarse y salir con una sonrisa. Te invitamos a revisar nuestro video de la visita y la entrevista completa con Belén Núñez, donde profundizamos en la experiencia y su llegada a Chile.
Hay novelas que se leen rápido. Y hay otras que se quedan. Soledad, la primera novela de Ximena Güiraldes, pertenece a este segundo grupo: una historia que se instala en el cuerpo del lector y no se va fácilmente. Íntima, sensorial y profundamente honesta, la novela explora el deseo, la memoria, el amor y la pérdida a través de la experiencia de una mujer que intenta comprender sus propias grietas, siempre en diálogo con un contexto social y político marcado por la dictadura. “Es una novela que dialoga con lo emocional, pero también con un contexto social y político”, explica la autora en conversación con En Palco. “No podría contar una historia de amor sin situarla en la realidad de lo que estaba pasando en el país”. Aunque Güiraldes ya había recorrido con éxito el terreno del cuento -con Vidrios empañados (2023), libro que reunió relatos premiados- Soledad marca su debut en la novela. Y su origen es tan inesperado como revelador: una canción. “Escuché por primera vez Tu falta de querer de Mon Laferte y fue instantáneo”, recuerda. “Sentí esa voz, ese desgarro, esa intensidad… y ahí apareció Soledad, la protagonista. Fue un clic emocional muy fuerte”. A partir de ese impulso, la historia se escribió rápidamente. La novela abarca cerca de doce años y comienza en Argentina, cuando una joven chilena viaja desde Valparaíso para conocer a su padre biológico, un músico argentino al que nunca había visto. Criada bajo una sobreprotección extrema -su abuelo era almirante de la Armada en tiempos de dictadura- ese viaje se convierte en el primer contacto real con el mundo, el amor y también con una dimensión política que desconocía. “Ella no tenía absolutamente ninguna sospecha de lo que existía”, señala Güiraldes. “Ese choque cultural, político y emocional la atraviesa por completo”. Soledad no es solo una historia de amor intenso y desamor profundo, sino también un relato de formación, caída y reconstrucción. La novela está construida de manera circular -el inicio y el final se espejan- y en su centro se despliega el proceso de quiebre, silencio y posterior transformación de la protagonista. Para la autora, la clave está en la verdad emocional. “Esta novela fue una verdadera introspección. Me metí a fondo conmigo, a recuperar emociones, sensaciones, erotismo”, confiesa. “No es fácil. Quedé bastante tocada, porque hay cosas que uno tiene olvidadas y que conscientemente decide volver a mirar”. Esa honestidad parece ser uno de los mayores aciertos del libro. “Mucha gente me ha dicho que siente a Soledad como si la conociera”, comenta Güiraldes. “Y creo que es porque las emociones contadas con verdad quedan”. Consultada sobre la idea de que Soledad pueda leerse como una “novela femenina”, la autora es clara: “Es la voz de una mujer contada por una mujer, sin intermediarios. La intimidad, el deseo, el amor, no tienen que explicarse. Son lo que son”. Y agrega algo fundamental: “Es muy rico que los hombres puedan leer y entender cómo siente una mujer, sin cuestionar por qué debería sentir distinto”. El trasfondo político, en tanto, aparece sin subrayados. Güiraldes opta por la sugerencia y los silencios: “No me gusta ser explícita. Me interesa que el lector lea entre líneas. Los silencios dicen mucho”. Durante el lanzamiento del libro, el crítico Javier Edwards Renard destacó precisamente ese equilibrio entre emoción, contexto y austeridad narrativa. Y José Ignacio Valenzuela, autor del prólogo, lo resumió con una imagen elocuente: Soledad es un libro que no se puede soltar. Hoy, con esta primera novela, Ximena Güiraldes confirma una voz narrativa madura, sensible y profundamente humana. Soledad ya está disponible en librerías y en el sitio web de Editorial Forja. Un libro para leer con tiempo, con el cuerpo atento y con la disposición a dejarse atravesar. Revisa nuestra entrevista completa con Ximena Güiraldes en nuestro canal de YouTube.
Hay personajes que no envejecen. Se transforman. Mutan. Vuelven. Doctor Mortis es uno de ellos. Creado hace ocho décadas por Juan Marino Cabello, Mortis no solo marcó a generaciones de oyentes con su voz cavernosa y sus relatos radiales, sino que se convirtió en el gran emblema del terror chileno. Hoy, ese legado recibe un homenaje a la altura de su leyenda con Mortis: El último testamento, novela de Miguel Ferrada que funciona tanto como relectura moderna del mito como una carta de amor al género. La historia nos traslada al sur de Chile, territorio ideal para que lo inexplicable eche raíces. Allí se cruzan Susan Clark, una investigadora inglesa, y Rubén Duarte, un agente chileno. Aunque se presentan como policías, en realidad pertenecen a una organización secreta dedicada a investigar fenómenos paranormales. Su caso más reciente los enfrenta a una cadena de crímenes brutales, a las ruinas de una casa ligada a un científico nazi y, sobre todo, a una presencia que parece atravesar siglos de horror: Mortis. ¿Es una persona? ¿Una entidad? ¿Un concepto que se manifiesta una y otra vez en los momentos más oscuros de la historia? Ferrada juega con esas preguntas y empuja a sus protagonistas -y al lector- hacia un escenario donde el apocalipsis no es una metáfora, sino una posibilidad concreta. Lo interesante de El último testamento es cómo dialoga con referentes reconocibles sin perder identidad propia. Hay ecos de Stephen King, de Los Expedientes X, del thriller conspirativo y de la ciencia ficción clásica, pero siempre filtrados por una sensibilidad local: bosques húmedos, pueblos aislados, secretos enterrados y un mal que parece conocer muy bien nuestra historia. Más que una simple novela de terror, el libro se lee como una actualización necesaria del mito Mortis, pensada tanto para quienes crecieron escuchándolo en la radio como para nuevos lectores que quizás se acerquen por primera vez al personaje. Ferrada no busca imitar, sino expandir el universo, darle cuerpo, contexto y un nuevo pulso narrativo. A 80 años de su creación, Mortis demuestra que sigue siendo una figura incómoda, inquietante y vigente. Y que el terror, cuando está bien contado, no necesita presentaciones: solo volver a pronunciar su nombre para que algo se despierte en la oscuridad. Conversamos con Miguel Ferrada sobre su nuevo libro “Mortis, el último testamento”. Revisa la entrevista completa en nuestro canal de YouTube.
Luego de que uno de sus pacientes se suicidara, el psicoanalista Lev, comienza a cuestionarse varios aspectos de su vida y a rememorar hechos que lo marcaron en el pasado. Este es el inicio de “El Psicoanalista Desnudo”, escrito por Gabriel Dukes, quien conoce bien el rubro ya que es psiquiatra de profesión. El autor nos cuenta cómo llegó a ser escritor y su relación con la literatura: “a mí siempre me ha gustado la lectura y por ahí por el año 2014 la revista del diario La Segunda sacó un suplemento y querían una columna de psicología, entonces me pidieron que escribiera algo y yo escribí algo, pero teórico, era sobre el duelo… Lo leí y lo encontré súper aburrido, muy técnico y entonces dije: ¿sabes qué? voy a escribir una historia. Entonces inventé al personaje que es el doctor Lev, que es el mismo que aparece en las dos novelas que he escrito. Durante aproximadamente 2 años todas las semanas estuve escribiendo una pequeña historia…”. Luego de eso vendrían más historias y de una de ellas nacería su novela MalaMente, primera parte de esta trilogía. En su segundo libro nos habla de variados temas, donde el pasado se hace presente para mostrarnos que siempre tiene repercusiones en nuestra manera de ser o en cómo enfrentamos diferentes situaciones. A través de la mirada del protagonista iremos descubriendo en nosotros mismos cómo un texto puede llegar para hacernos reflexionar sobre la vida que estamos llevando. Un libro que nos invita ser parte de los pensamientos de su protagonista, tal como lo comenta Gabriel: “Lev va contando en primera persona, y en tiempo presente, lo que le va pasando y eso permite que el lector de alguna manera pueda meterse en la mente de Lev”. Una oportunidad de disfrutar de una historia envolvente y explorar en nuestra propia trama. Puedes ver la entrevista completa en nuestro canal de youtube.
EnLa música de los domingos por la tarde, Gonzalo Garay vuelve a tensionar los límites de su escritura. Si en La vida de los otros el anclaje estaba puesto en la experiencia judicial y una narración más lineal, esta nueva novela se abre hacia un territorio más fragmentario, oscuro y experimental, donde las identidades se cruzan, los narradores se desdoblan y los mundos -domésticos, legales, culinarios, sexuales- chocan entre sí. “La música de los domingos por la tarde” no surge como un quiebre abrupto dentro de su obra, sino como la decantación de un universo que Garay viene explorando desde libros anteriores. “Yo venía ya en este universo experimentando”, explica el autor. “En cada libro intento hacer algo diferente. No sé si lo logro, pero al menos ese es el ánimo: la búsqueda de un hallazgo distinto”. La novela se articula desde la memoria y la introspección. Nicolás Stewart, escritor en formación, revisa su vida desde un sillón cargado de recuerdos, en un ejercicio casi judicial consigo mismo. Desde ahí emerge una narración que no privilegia la cronología, sino las escenas, los ecos, las obsesiones. “Esta novela no importa tanto la cronología como las escenas”, señala Garay. “Quise complicarle bien la lectura al lector, exigirle más”. Uno de los núcleos más perturbadores del libro es la relación entre Nicolás y Bastián Richter, el pastelero iluminado y psicópata de sonrisa apacible. La gastronomía, lejos de ser un mero decorado, se convierte en un mundo simbólico que arrastra otros temas: la soledad, la iniciación, la moral, la delincuencia y sus orígenes. “Hay límites morales que se van expandiendo”, dice Garay. “Hay una administración de la soledad, hay un universo femenino muy rico, y también una pulsión que atraviesa todo el libro”. Esa pulsión es, justamente, la música del título. No una melodía concreta, sino un estado interno. “Lo que los escritores sienten, al menos yo, es un sonido muy musical que vas transformando en ideas, imágenes y finalmente en palabras”, explica. “La música de los domingos por la tarde es ese exceso, todo lo que realiza Nicolás para intentar entender el mundo y entenderse a sí mismo”. El libro también propone un juego explícito entre realidad y ficción. A través de Gustavo García -abogado y narrador paralelo- Garay introduce una historia dentro de otra, en un ejercicio consciente de metanarrativa. “Fue absolutamente a propósito, fue un juego”, reconoce. “Me gusta leer literatura que me exija, y quise hacer algo similar”. No es casual que el derecho tenga un lugar central en este entramado. Para Garay, la conexión entre literatura y derecho es profunda. “ El derecho es un lugar súper importante para mí. Hay una conexión muy estrecha entre derecho y literatura. Es algo que conozco, que he vivido, y que inevitablemente aparece”. Más allá de sus múltiples capas, La música de los domingos por la tarde no busca complacer. Garay lo asume sin rodeos: “No creo que sea un libro para todo el mundo”. Lo que sí espera es provocar una experiencia particular en el lector. “Me parecería interesante que alguien sintiera un placer incómodo. Reconocer en el otro algo que pensaste que nunca serías capaz de hacer, pero darte cuenta de que sí”. Ese espejo inquietante es, para el autor, una de las funciones esenciales de la literatura. “El mundo tampoco es un camino de rosas. Yo no estoy mintiendo: las cosas que están en el libro son cosas que pasan. Con cierta ficción, pero pasan”. Después de siete libros, Garay reconoce que esta novela lo enfrentó a algo nuevo: “Aquí me enfrenté directamente con mi miedo, con mi fantasma, y lo compartí con los lectores”. Un proceso más denso, más exigente, donde los personajes terminaron por soltarse de cualquier amarre moral. “ Ellos hicieron la historia. El libro se fue haciendo solo”. Como resume la contraportada -y como insiste el propio autor- La música de los domingos por la tarde es “una novela sobre la memoria, el deseo y el fuego que no todo lo consume”. Una historia íntima y brutal, donde el pasado suena como un disco rayado en tardes de domingo. Y la pregunta queda flotando, como eco final: ¿Qué música suena dentro de ti cuando todo parece callar? Revisa la entrevista completa con Gonzalo Garay sobre su nuevo libro en nuestro canal de Youtube.
Tuvimos la oportunidad de visitar de manera adelantada Dopamine Land, la nueva experiencia multisensorial que ya abrió sus puertas en Cenco Costanera y que promete convertirse en uno de los panoramas más atractivos para toda la familia en Santiago. Se trata de un recorrido inmersivo pensado para bajar las revoluciones, desconectarse de la rutina diaria y simplemente dejarse llevar por el juego, las texturas, los sonidos y la estimulación visual. Durante aproximadamente una hora, los asistentes pueden tocar, sentir, escuchar, jugar y relajarse en distintas salas que apelan directamente a la dopamina, conocida como la “hormona de la felicidad”. Como toda experiencia, hay salas que destacan más que otras. La piscina de pelotas, por ejemplo, es sorprendentemente relajante: un espacio donde dan ganas de quedarse horas, incluso quedarse dormido. La sala de globos despierta risas inmediatas y ganas de jugar sin culpa, mientras que el ring de luchas de almohadas invita a liberar energía. A eso se suma una sala de luces parpadeantes, visualmente hermosa e hipnótica, que se vuelve uno de los momentos más contemplativos del recorrido. Dopamine Land llega a Santiago de la mano de Fever, plataforma líder en experiencias culturales y de entretenimiento en vivo, tras pasar por ciudades como Londres, Dubái, Madrid, Nueva Jersey y São Paulo. En total, el recorrido cuenta con nueve salas temáticas, donde el color, el sonido y el tacto se combinan para crear recuerdos y estimular los sentidos. “Dopamine Land es una experiencia multisensorial que combina tecnología, juego e imaginación en un solo lugar e invita a todos a reconectar con su niño interior —y no tan interior— para descansar de la rutina”, señala Belén Núñez, representante global de Dopamine Land en Fever. Además, la experiencia incluye una estación de realidad virtual (opcional y con costo adicional) que transporta a los visitantes a mundos más allá de la imaginación. Dopamine Land está abierta a todas las edades, con entradas disponibles a través de la plataforma de Fever, a un precio inicial de $10.000 pesos chilenos. Una propuesta ideal para pasar un buen rato, relajarse y salir con una sonrisa. Te invitamos a revisar nuestro video de la visita y la entrevista completa con Belén Núñez, donde profundizamos en la experiencia y su llegada a Chile.