Las dos principales ciudades de Sicilia, Palermo y Catania son, además de su atractivo cultural y arquitectónico, verdaderas capitales gastronómicas, ofreciendo a sus visitantes una amplia oferta de lo que se conoce como Street Food. Sin desmerecer la grandiosa calidad que se puede encontrar en ambas, creímos que sería interesante probar estas exquisiteces en un lugar destinado para los locales, en una localidad que, si bien igualmente recibe miles de turistas cada año, represente de mejor manera la autenticidad de ingredientes y productos que buscamos. De esta manera, y tras un viaje de un poco más de dos horas desde Catania, llegamos a Ragusa; una ciudad situada en una colina que sobresale entre dos profundos valles, con una arquitectura barroca propia de una zona que tuvo que ser reconstruida tras un feroz terremoto que acaeció en 1693. De esta manera, nos adentramos al interior de la isla, nos alejamos de la costa y encontramos un lugar que cumplió con todas nuestras exigencias: un local artesanal, con buenos productos hechos con productos de la isla y que tuviera una gran variedad de opciones para comer. Nos referimos a La Grotta, ubicada en Via Giovanni Cartia n°8, a pocos metros de la catedral de la ciudad. En este establecimiento familiar, con más de 40 años deleitando paladares, probamos sabores auténticos en preparaciones simples con un toque a tradición. Una propuesta sincera, con precios absolutamente honestos, que te llevan a un viaje del cual no quieres retornar. La Grotta ofrece, por supuesto, los clásicos sicilianos, destacando más de 10 tipos de arancino (arancina), incluyendo un arancino al horno (tradicionalmente son fritos); una gran variedad de rústicos, es decir, pasteles salados con masas diversas, cuyos componentes base son, generalmente, el tomate y el queso (Calzone, Cartocciata, Panzerotto, etc.), destacando la más ragusana de todas, la Scaccia; también hay pizzas al trozo y postres típicos como el infaltable cannolo. Pero lo que más destacamos en esta visita, fue, por lejos, sus exquisitos panini (sándwiches): hechos en un pan amasado que ellos mismos hornean, puedes armarlos tu con los ingredientes que tu desees, o bien, elegir alguna de las opciones propuestas por el chef. En nuestro caso probamos dos, el U Pitittu y el U Risiu Ri Melilli, ambos con carne de caballo (muy popular en la parte oriental de la isla) y distintos ingredientes auténticamente sicilianos. Sinceramente, ambos sánguches estaban en un nivel altísimo, una muestra genuina y pura de la excelente cocina siciliana. Por cierto, la gran cantidad de productos en el menú nos llevó a tener que decidir que probar, porque nos hubiera gustado degustar todo. Lo intentamos dos días consecutivos, experiencia que te invitamos a ver en un nuevo capítulo de En Palco Condimenta.
Italia es, sin duda, sinónimo de pizza. Y de la más que centenaria pizza napolitana, comenzaron a surgir derivadas no sólo en país del calcio, sino también en otras latitudes (un gran ejemplo, los diferentes estilos que se encuentran en EEUU). Pero en esta búsqueda por seguir innovando, hay un tipo de pizza que, para el viajero común y corriente, no está en el radar. Se trata de la pizza al padellino, la cual se originó en la década de los 60, y que sigue siendo muy popular, en Turín. ¿En qué consiste? Bueno, padellino significa sartén, es decir la masa, a diferencia de las pizzas más tradicionales, se hornea puesta en pequeñas sartenes de metal, provocando que su fondo se fría levemente. Pero esta no es la única diferencia con la típica pizza que conocemos masivamente; la masa es extremadamente trabajada para lograr una corteza dura de una miga gruesa y esponjosa, por lo cual su aspecto es diferente. ¿El resultado? Una base con una masa rica, con un sabor particular, especial para ser acompañada por los más diversos productos y lograr así una experiencia excepcional. En nuestro caso, encontramos esta pizza en la sureña Sicilia, más precisamente en la ciudad de Milazzo, en Levante (Riccardo D’Amico n°18). Este Bar muy bien ambientado, además de ofrecer una interesante barra de cocktails, con mención especial a los combinados sicilianos, tiene como punto fuerte una amplia variedad de pizzas al padellino. Su gran ventaja es que cuentan con los siempre bien cotizados productos sicilianos (quesos, productos del mar, charcutería, etc.), ofreciendo así versiones de esta comida que elevan la experiencia culinaria a niveles altísimos. Sin duda, un tipo de pizza que no ha llegado masivamente fuera de las fronteras de la península itálica, pero que es absolutamente recomendable para aquellos que la visiten. Si quieres conocer nuestra experiencia en Levante con su pizza al padellino, puedes ver el siguiente capítulo de En Palco Condimenta :
No hay nada más rico que un buen pan, qué duda cabe. Este alimento fundamental, cuyo origen se remonta a la prehistoria en la cuenca del Mediterráneo, sigue siendo, en pleno siglo XXI, un infaltable en las mesas de miles de millones de personas en el mundo entero. Si bien ciudades y regiones se destacan, desde un punto de vista culinario, por platos o sándwich típicos elaborados con ingredientes locales, existe una ciudad en el sur de Italia que es reconocido simplemente por su pan. Se trata de Altamura, ubicada en la zona de la Alta Murgia (administrativamente hoy pertenece a la región de Apulia). Con una rica cultura campesina, y con el pan como el sustento básico desde que el ser humano habita el área, Altamura marcó una tradición panadera en la Baja Edad Media que continua hasta hoy. En aquellos siglos, eran las mujeres las que en su casa amasaban el pan, para luego llevarlo a hornos públicos donde, tras ser marcados con un sello de hierro que los identificaba, eran cocidos bajo la intensidad del fuego proporcionado por la leña de roble. La identidad de este noble pan está sentenciada por sus ingredientes, por supuesto, todos típicos de la región: una masa que resulta de la mezcla de sémola molida de grano duro, masa madre, sal y agua. Es tal su importancia que en la actualidad se le ha otorgado la denominación de origen protegido (DOP), sello de autenticidad que sólo podrás encontrar en los panes que ofrecen las múltiples panaderías de la ciudad. Estas panaderías también ofrecen una multiplicidad de productos como galletas y pasteles, como también la famosa focaccia de Altamura. Este exquisito producto, muchas veces confundido con la pizza, está hecho con una base de masa de pan de Altamura, con tomates, orégano y aceite de oliva (la región de Apulia se destaca en Italia por la calidad de su aceite de oliva). Frente a todo lo anterior, visitar esta ciudad, más allá de su rica arquitectura e historia, conlleva necesariamente a probar estos productos típicos. En nuestro caso visitamos tres: el Forno Antico Santa Chiara que data del año 1423, un viaje al pasado y a la tradición, que destaca no sólo por sus productos, sino por el edificio histórico que lo cobija; el Panificio di Gesu, que continua un legado antiguo desde el año 1968; y el Panificio del Duomo, ubicado a pocos metros de la hermosa catedral de la ciudad, donde ofrecen degustaciones de sus productos, todos ellos hechos bajo las estrictas reglas de las recetas de antaño. Si quieres conocer esta exquisita y simple comida, y los lugares que visitamos, te invitamos a ver el siguiente video.
La repostería griega es otra más, de las tantas atracciones, que el país heleno ofrece a todos aquellos que visitan su territorio. Con el sello propio de la cocina mediterránea oriental, los dulces griegos se caracterizan por el uso de cítricos, frutos secos, miel, canela, especias y su producto estrella: el yogurt griego. Definitivamente la posición de Grecia, tanto geográfica como histórica, no sólo ha permitido exportar su cultura al cercano Oriente, en especial en tiempos del Imperio Bizantino; la cocina griega, y por cierto su pastelería, también ha recibido a través del tiempo diversas influencias desde el este, enriqueciendo así su galería de pasteles y dulces que, sin embargo, están impregnados de un particular estilo griego. Es común hablar de postres como el Baklavá o el Kataifi como si fueran de Oriente, específicamente como turcos, y si bien es verdad que son postres típicos del país de las teleseries eternas, ambos (y otros más) también se encuentran masivamente en todas las pastelerías griegas. La autoría puede disputarse, pero la permanente conexión entre Grecia y el mundo del Próximo Oriente llevó a una circulación y transmisión de elementos culturales, entre la que se encuentra la cocina. El ejemplo más cercano desde el punto de vista temporal fue la masiva llegada de griegos que habitaban tierras que pertenecen a la actual Turquía y que fueron desplazados tras las persecuciones de finales del siglo XIX y comienzos del XX. Por ejemplo, los griegos de la región del Ponto, o de Esmirna, se reubicaron en el novel estado griego moderno (que se creó en el primer cuarto del siglo XIX tras independizarse del imperio turco otomano) e introdujeron su cocina (y su pastelería) a la que hoy se conocemos como cocina griega. Actualmente, en toda Grecia encuentras los dulces y postres más tradicionales, con variaciones regionales. Atenas, la capital, ofrece lugares especializados con postres hechos a la antigua usanza, con una calidad altísima, y utilizando productos típicos que marcan un sello particular. Así, por ejemplo, un imperdible es el yogurt de oveja de Stani (Marikas Kotopouli, n°10), ubicado en pleno centro de la ciudad; la bougatsa del Bougatsadiko Thessaloniki en el popular barrio de Psirri (Plaza Iroon, n°1); o el baklavá de Ta Serbetia stou Psirri (Eschilou, n°3) un local que recomiendo mucho por la calidad de sus productos y porque, además de los postre tradicionales, también ofrece pastelería internacional de muy buen nivel. Si quieres conocer estos lugares y, por supuesto, más postres y dulces griegos, te invitamos a ver el siguiente video en la que mostramos nuestra “dulce” experiencia.
El 30 de abril de 1915 se creó el primer Museo Naval en la Armada de Chile. El museo pasó, desde entonces, por varias dependencias para recalar, finalmente, en el antiguo edificio que albergó a la Escuela Naval, en el año 1988. La también conocida como “Blanca Casona” es un edificio de fines del siglo XIX ubicado en el Cerro Artillería, Valparaíso, que es considerado Monumento Histórico desde el año 2012, lo cual ya es motivo para ser visitado. Pero el Museo Marítimo Nacional ofrece, por cierto, mucho más: 17 salas de exhibición y casi 5.000 objetos que dan cuenta no sólo de la historia naval y marítima de Chile, sino también de la importancia del presente y la necesaria mirada hacia el futuro de un país con proyección hacia el mar. Una parte importante del lugar nos lleva navegando por la historia naval desde la época de la Independencia de Chile hasta el último conflicto bélico que enfrentó nuestro país, la Guerra del Pacífico. Acciones y personajes son representados en pinturas, objetos personales, armas, maquetas de buques, destacando, sin duda, la sala Prat, dedicada el héroe máximo nacional, Arturo Prat Chacón. Su sala está llena de imágenes y objetos que nos pasean por lo que fue su vida y su legado, el que marcó la identidad de la Armada de Chile y de un país entero que lo recuerda cada 21 de mayo. Además, el museo cuenta con exposiciones temporales sobre temas relacionados al ámbito actual marítimo, y salas permanentes con temáticas tan relevantes para el país como el de su territorio antártico, entre otros. En esta entretenida y educativa visita, ¿qué nos encontramos? Con un museo moderno, didáctico, que no solo conserva de buena manera parte de nuestro patrimonio material, sino que la expone con un sentido pedagógico. Es por ello, que creemos que visitar este museo no sólo es recomendable para aquellos que están turisteando por la ciudad puerto, sino casi un imperativo para colegios e instituciones educativas en general. Además, cuenta con salas con código QR para audioguías y explicaciones para lectura braille. En el ámbito de la inclusión, también destacamos la existencia de copias hechas con impresoras 3D de algunos de los objetos expuestos, con el fin de que las personas ciegas puedan conocer lo expuesto. El museo se encuentra en el tradicional Paseo 21 de Mayo #45, del Cerro Artillería. Está abierto todos los días de 10:00 a 17:30 horas. El equipo de En Palco tuvo la fortuna de hacer esta visita acompañados por el ex conservador del museo y destacado profesor de historia, Francisco Astudillo, quién nos guio y enseñó cada rincón de las diversas colecciones. Te invitamos a ver este verdadero paseo por la historia naval de Chile de la mano de los conocimientos del profesor, en el siguiente video.
Las dos principales ciudades de Sicilia, Palermo y Catania son, además de su atractivo cultural y arquitectónico, verdaderas capitales gastronómicas, ofreciendo a sus visitantes una amplia oferta de lo que se conoce como Street Food. Sin desmerecer la grandiosa calidad que se puede encontrar en ambas, creímos que sería interesante probar estas exquisiteces en un lugar destinado para los locales, en una localidad que, si bien igualmente recibe miles de turistas cada año, represente de mejor manera la autenticidad de ingredientes y productos que buscamos. De esta manera, y tras un viaje de un poco más de dos horas desde Catania, llegamos a Ragusa; una ciudad situada en una colina que sobresale entre dos profundos valles, con una arquitectura barroca propia de una zona que tuvo que ser reconstruida tras un feroz terremoto que acaeció en 1693. De esta manera, nos adentramos al interior de la isla, nos alejamos de la costa y encontramos un lugar que cumplió con todas nuestras exigencias: un local artesanal, con buenos productos hechos con productos de la isla y que tuviera una gran variedad de opciones para comer. Nos referimos a La Grotta, ubicada en Via Giovanni Cartia n°8, a pocos metros de la catedral de la ciudad. En este establecimiento familiar, con más de 40 años deleitando paladares, probamos sabores auténticos en preparaciones simples con un toque a tradición. Una propuesta sincera, con precios absolutamente honestos, que te llevan a un viaje del cual no quieres retornar. La Grotta ofrece, por supuesto, los clásicos sicilianos, destacando más de 10 tipos de arancino (arancina), incluyendo un arancino al horno (tradicionalmente son fritos); una gran variedad de rústicos, es decir, pasteles salados con masas diversas, cuyos componentes base son, generalmente, el tomate y el queso (Calzone, Cartocciata, Panzerotto, etc.), destacando la más ragusana de todas, la Scaccia; también hay pizzas al trozo y postres típicos como el infaltable cannolo. Pero lo que más destacamos en esta visita, fue, por lejos, sus exquisitos panini (sándwiches): hechos en un pan amasado que ellos mismos hornean, puedes armarlos tu con los ingredientes que tu desees, o bien, elegir alguna de las opciones propuestas por el chef. En nuestro caso probamos dos, el U Pitittu y el U Risiu Ri Melilli, ambos con carne de caballo (muy popular en la parte oriental de la isla) y distintos ingredientes auténticamente sicilianos. Sinceramente, ambos sánguches estaban en un nivel altísimo, una muestra genuina y pura de la excelente cocina siciliana. Por cierto, la gran cantidad de productos en el menú nos llevó a tener que decidir que probar, porque nos hubiera gustado degustar todo. Lo intentamos dos días consecutivos, experiencia que te invitamos a ver en un nuevo capítulo de En Palco Condimenta.
Italia es, sin duda, sinónimo de pizza. Y de la más que centenaria pizza napolitana, comenzaron a surgir derivadas no sólo en país del calcio, sino también en otras latitudes (un gran ejemplo, los diferentes estilos que se encuentran en EEUU). Pero en esta búsqueda por seguir innovando, hay un tipo de pizza que, para el viajero común y corriente, no está en el radar. Se trata de la pizza al padellino, la cual se originó en la década de los 60, y que sigue siendo muy popular, en Turín. ¿En qué consiste? Bueno, padellino significa sartén, es decir la masa, a diferencia de las pizzas más tradicionales, se hornea puesta en pequeñas sartenes de metal, provocando que su fondo se fría levemente. Pero esta no es la única diferencia con la típica pizza que conocemos masivamente; la masa es extremadamente trabajada para lograr una corteza dura de una miga gruesa y esponjosa, por lo cual su aspecto es diferente. ¿El resultado? Una base con una masa rica, con un sabor particular, especial para ser acompañada por los más diversos productos y lograr así una experiencia excepcional. En nuestro caso, encontramos esta pizza en la sureña Sicilia, más precisamente en la ciudad de Milazzo, en Levante (Riccardo D’Amico n°18). Este Bar muy bien ambientado, además de ofrecer una interesante barra de cocktails, con mención especial a los combinados sicilianos, tiene como punto fuerte una amplia variedad de pizzas al padellino. Su gran ventaja es que cuentan con los siempre bien cotizados productos sicilianos (quesos, productos del mar, charcutería, etc.), ofreciendo así versiones de esta comida que elevan la experiencia culinaria a niveles altísimos. Sin duda, un tipo de pizza que no ha llegado masivamente fuera de las fronteras de la península itálica, pero que es absolutamente recomendable para aquellos que la visiten. Si quieres conocer nuestra experiencia en Levante con su pizza al padellino, puedes ver el siguiente capítulo de En Palco Condimenta :
No hay nada más rico que un buen pan, qué duda cabe. Este alimento fundamental, cuyo origen se remonta a la prehistoria en la cuenca del Mediterráneo, sigue siendo, en pleno siglo XXI, un infaltable en las mesas de miles de millones de personas en el mundo entero. Si bien ciudades y regiones se destacan, desde un punto de vista culinario, por platos o sándwich típicos elaborados con ingredientes locales, existe una ciudad en el sur de Italia que es reconocido simplemente por su pan. Se trata de Altamura, ubicada en la zona de la Alta Murgia (administrativamente hoy pertenece a la región de Apulia). Con una rica cultura campesina, y con el pan como el sustento básico desde que el ser humano habita el área, Altamura marcó una tradición panadera en la Baja Edad Media que continua hasta hoy. En aquellos siglos, eran las mujeres las que en su casa amasaban el pan, para luego llevarlo a hornos públicos donde, tras ser marcados con un sello de hierro que los identificaba, eran cocidos bajo la intensidad del fuego proporcionado por la leña de roble. La identidad de este noble pan está sentenciada por sus ingredientes, por supuesto, todos típicos de la región: una masa que resulta de la mezcla de sémola molida de grano duro, masa madre, sal y agua. Es tal su importancia que en la actualidad se le ha otorgado la denominación de origen protegido (DOP), sello de autenticidad que sólo podrás encontrar en los panes que ofrecen las múltiples panaderías de la ciudad. Estas panaderías también ofrecen una multiplicidad de productos como galletas y pasteles, como también la famosa focaccia de Altamura. Este exquisito producto, muchas veces confundido con la pizza, está hecho con una base de masa de pan de Altamura, con tomates, orégano y aceite de oliva (la región de Apulia se destaca en Italia por la calidad de su aceite de oliva). Frente a todo lo anterior, visitar esta ciudad, más allá de su rica arquitectura e historia, conlleva necesariamente a probar estos productos típicos. En nuestro caso visitamos tres: el Forno Antico Santa Chiara que data del año 1423, un viaje al pasado y a la tradición, que destaca no sólo por sus productos, sino por el edificio histórico que lo cobija; el Panificio di Gesu, que continua un legado antiguo desde el año 1968; y el Panificio del Duomo, ubicado a pocos metros de la hermosa catedral de la ciudad, donde ofrecen degustaciones de sus productos, todos ellos hechos bajo las estrictas reglas de las recetas de antaño. Si quieres conocer esta exquisita y simple comida, y los lugares que visitamos, te invitamos a ver el siguiente video.
La repostería griega es otra más, de las tantas atracciones, que el país heleno ofrece a todos aquellos que visitan su territorio. Con el sello propio de la cocina mediterránea oriental, los dulces griegos se caracterizan por el uso de cítricos, frutos secos, miel, canela, especias y su producto estrella: el yogurt griego. Definitivamente la posición de Grecia, tanto geográfica como histórica, no sólo ha permitido exportar su cultura al cercano Oriente, en especial en tiempos del Imperio Bizantino; la cocina griega, y por cierto su pastelería, también ha recibido a través del tiempo diversas influencias desde el este, enriqueciendo así su galería de pasteles y dulces que, sin embargo, están impregnados de un particular estilo griego. Es común hablar de postres como el Baklavá o el Kataifi como si fueran de Oriente, específicamente como turcos, y si bien es verdad que son postres típicos del país de las teleseries eternas, ambos (y otros más) también se encuentran masivamente en todas las pastelerías griegas. La autoría puede disputarse, pero la permanente conexión entre Grecia y el mundo del Próximo Oriente llevó a una circulación y transmisión de elementos culturales, entre la que se encuentra la cocina. El ejemplo más cercano desde el punto de vista temporal fue la masiva llegada de griegos que habitaban tierras que pertenecen a la actual Turquía y que fueron desplazados tras las persecuciones de finales del siglo XIX y comienzos del XX. Por ejemplo, los griegos de la región del Ponto, o de Esmirna, se reubicaron en el novel estado griego moderno (que se creó en el primer cuarto del siglo XIX tras independizarse del imperio turco otomano) e introdujeron su cocina (y su pastelería) a la que hoy se conocemos como cocina griega. Actualmente, en toda Grecia encuentras los dulces y postres más tradicionales, con variaciones regionales. Atenas, la capital, ofrece lugares especializados con postres hechos a la antigua usanza, con una calidad altísima, y utilizando productos típicos que marcan un sello particular. Así, por ejemplo, un imperdible es el yogurt de oveja de Stani (Marikas Kotopouli, n°10), ubicado en pleno centro de la ciudad; la bougatsa del Bougatsadiko Thessaloniki en el popular barrio de Psirri (Plaza Iroon, n°1); o el baklavá de Ta Serbetia stou Psirri (Eschilou, n°3) un local que recomiendo mucho por la calidad de sus productos y porque, además de los postre tradicionales, también ofrece pastelería internacional de muy buen nivel. Si quieres conocer estos lugares y, por supuesto, más postres y dulces griegos, te invitamos a ver el siguiente video en la que mostramos nuestra “dulce” experiencia.
El 30 de abril de 1915 se creó el primer Museo Naval en la Armada de Chile. El museo pasó, desde entonces, por varias dependencias para recalar, finalmente, en el antiguo edificio que albergó a la Escuela Naval, en el año 1988. La también conocida como “Blanca Casona” es un edificio de fines del siglo XIX ubicado en el Cerro Artillería, Valparaíso, que es considerado Monumento Histórico desde el año 2012, lo cual ya es motivo para ser visitado. Pero el Museo Marítimo Nacional ofrece, por cierto, mucho más: 17 salas de exhibición y casi 5.000 objetos que dan cuenta no sólo de la historia naval y marítima de Chile, sino también de la importancia del presente y la necesaria mirada hacia el futuro de un país con proyección hacia el mar. Una parte importante del lugar nos lleva navegando por la historia naval desde la época de la Independencia de Chile hasta el último conflicto bélico que enfrentó nuestro país, la Guerra del Pacífico. Acciones y personajes son representados en pinturas, objetos personales, armas, maquetas de buques, destacando, sin duda, la sala Prat, dedicada el héroe máximo nacional, Arturo Prat Chacón. Su sala está llena de imágenes y objetos que nos pasean por lo que fue su vida y su legado, el que marcó la identidad de la Armada de Chile y de un país entero que lo recuerda cada 21 de mayo. Además, el museo cuenta con exposiciones temporales sobre temas relacionados al ámbito actual marítimo, y salas permanentes con temáticas tan relevantes para el país como el de su territorio antártico, entre otros. En esta entretenida y educativa visita, ¿qué nos encontramos? Con un museo moderno, didáctico, que no solo conserva de buena manera parte de nuestro patrimonio material, sino que la expone con un sentido pedagógico. Es por ello, que creemos que visitar este museo no sólo es recomendable para aquellos que están turisteando por la ciudad puerto, sino casi un imperativo para colegios e instituciones educativas en general. Además, cuenta con salas con código QR para audioguías y explicaciones para lectura braille. En el ámbito de la inclusión, también destacamos la existencia de copias hechas con impresoras 3D de algunos de los objetos expuestos, con el fin de que las personas ciegas puedan conocer lo expuesto. El museo se encuentra en el tradicional Paseo 21 de Mayo #45, del Cerro Artillería. Está abierto todos los días de 10:00 a 17:30 horas. El equipo de En Palco tuvo la fortuna de hacer esta visita acompañados por el ex conservador del museo y destacado profesor de historia, Francisco Astudillo, quién nos guio y enseñó cada rincón de las diversas colecciones. Te invitamos a ver este verdadero paseo por la historia naval de Chile de la mano de los conocimientos del profesor, en el siguiente video.