La saga Avatar regresa a las salas de cine con su esperada tercera entrega, “Avatar: Fuego y Cenizas”, una aventura extensa -de más de tres horas- que vuelve a impresionar por su despliegue visual y por una historia cargada de conflictos emocionales, familiares y bélicos. La trama retoma los acontecimientos directamente donde los dejó Avatar: El Camino del Agua. La familia Sully atraviesa un profundo quiebre interno marcado por la muerte de Neteyam. Jake vive su duelo desde la rabia y la impotencia, responsabilizando en cierta medida a su hijo Lo’ak por lo ocurrido y por no estar a la altura de lo que representaba su hermano. Neytiri, en tanto, permanece sumida en el dolor y en una creciente ira hacia los humanos, lo que tensiona su relación con Jake y afecta de manera directa la posición de Spider dentro del núcleo familiar. Lo’ak carga con una culpa constante, sintiéndose indigno de pertenecer a su propia familia, mientras que Spider sufre el rechazo de Neytiri y la confusa -y a ratos intransigente- figura de su verdadero padre, el coronel Quaritch. Por su parte, Kiri asume un rol cada vez más protagónico en la búsqueda de su identidad y su misión, desarrollando habilidades que parecen provenir directamente de laGran Madre, Eywa, entidad espiritual conectada con la naturaleza y la energía que envuelve a Pandora. A estos conflictos internos se suma una nueva amenaza externa. Los Sully, junto a su clan Metkayina, vuelven a enfrentar la ofensiva humana, decidida a avanzar sin límites para cumplir sus objetivos. Pero el escenario se complejiza aún más con la aparición de un nuevo y salvaje clan Na’vi ligado al fuego: los Mangkwan, liderados por la imponente y temible guerrera Varang, quien introduce un nuevo eje de tensión dentro del universo de Pandora. Si bien la duración de la película puede resultar cuestionable para algunos espectadores, e incluso sentirse reiterativa en ciertos momentos, lo cierto es que para una megaproducción de este calibre el tiempo se justifica. La historia no decae, sino que evoluciona, transitando por distintos estados emocionales y desarrollando múltiples líneas narrativas, varias de ellas claramente pensadas como preparación para las dos próximas secuelas que ya han sido anunciadas y se encuentran en desarrollo. La familia como núcleo de la sociedad, la compleja relación entre padres e hijos, y una fuerte crítica al accionar humano -que muchas veces destruye en lugar de construir bajo la excusa de un bien mayor- son algunos de los ejes temáticos centrales de la cinta, junto con un mensaje claro sobre la importancia de respetar y abrazar la diversidad. Una película para disfrutar en IMAX 3D Protagonizada por Sam Worthington, Zoe Saldaña, Stephen Lang, Sigourney Weaver, Oona Chaplin, Cliff Curtis, Kate Winslet, Giovanni Ribisi y Edie Falco, entre otros, Avatar: Fuego y Cenizas funciona por sí sola y puede disfrutarse incluso sin haber visto las entregas anteriores. Sin embargo, conocer la historia completa potencia considerablemente la experiencia. Y, sin duda, se recomienda vivir esta nueva entrega en IMAX 3D, formato donde la propuesta de James Cameron alcanza su máxima expresión.
La saga Avatar regresa a las salas de cine con su esperada tercera entrega, “Avatar: Fuego y Cenizas”, una aventura extensa -de más de tres horas- que vuelve a impresionar por su despliegue visual y por una historia cargada de conflictos emocionales, familiares y bélicos. La trama retoma los acontecimientos directamente donde los dejó Avatar: El Camino del Agua. La familia Sully atraviesa un profundo quiebre interno marcado por la muerte de Neteyam. Jake vive su duelo desde la rabia y la impotencia, responsabilizando en cierta medida a su hijo Lo’ak por lo ocurrido y por no estar a la altura de lo que representaba su hermano. Neytiri, en tanto, permanece sumida en el dolor y en una creciente ira hacia los humanos, lo que tensiona su relación con Jake y afecta de manera directa la posición de Spider dentro del núcleo familiar. Lo’ak carga con una culpa constante, sintiéndose indigno de pertenecer a su propia familia, mientras que Spider sufre el rechazo de Neytiri y la confusa -y a ratos intransigente- figura de su verdadero padre, el coronel Quaritch. Por su parte, Kiri asume un rol cada vez más protagónico en la búsqueda de su identidad y su misión, desarrollando habilidades que parecen provenir directamente de laGran Madre, Eywa, entidad espiritual conectada con la naturaleza y la energía que envuelve a Pandora. A estos conflictos internos se suma una nueva amenaza externa. Los Sully, junto a su clan Metkayina, vuelven a enfrentar la ofensiva humana, decidida a avanzar sin límites para cumplir sus objetivos. Pero el escenario se complejiza aún más con la aparición de un nuevo y salvaje clan Na’vi ligado al fuego: los Mangkwan, liderados por la imponente y temible guerrera Varang, quien introduce un nuevo eje de tensión dentro del universo de Pandora. Si bien la duración de la película puede resultar cuestionable para algunos espectadores, e incluso sentirse reiterativa en ciertos momentos, lo cierto es que para una megaproducción de este calibre el tiempo se justifica. La historia no decae, sino que evoluciona, transitando por distintos estados emocionales y desarrollando múltiples líneas narrativas, varias de ellas claramente pensadas como preparación para las dos próximas secuelas que ya han sido anunciadas y se encuentran en desarrollo. La familia como núcleo de la sociedad, la compleja relación entre padres e hijos, y una fuerte crítica al accionar humano -que muchas veces destruye en lugar de construir bajo la excusa de un bien mayor- son algunos de los ejes temáticos centrales de la cinta, junto con un mensaje claro sobre la importancia de respetar y abrazar la diversidad. Una película para disfrutar en IMAX 3D Protagonizada por Sam Worthington, Zoe Saldaña, Stephen Lang, Sigourney Weaver, Oona Chaplin, Cliff Curtis, Kate Winslet, Giovanni Ribisi y Edie Falco, entre otros, Avatar: Fuego y Cenizas funciona por sí sola y puede disfrutarse incluso sin haber visto las entregas anteriores. Sin embargo, conocer la historia completa potencia considerablemente la experiencia. Y, sin duda, se recomienda vivir esta nueva entrega en IMAX 3D, formato donde la propuesta de James Cameron alcanza su máxima expresión.