Han pasado 45 años desde que se estrenó “Alien, el octavo pasajero”. Dirigida por Ridley Scott con un estilo retrofuturista y mezcla de horror y ciencia ficción, rápidamente la cinta se convirtió en un clásico instantáneo, y estableció al Xenomorfo de H.R. Giger como uno de los seres cinematográficos más emblemáticos de la historia. En 1986, James Cameron también haría lo suyo con los marines coloniales de “Aliens”, una cinta de acción igual de mítica, que terminará por forjar a Sigourney Weaver como la mujer guerrera por excelencia, y uno de los bastiones del feminismo. Con los años, habrían otros títulos igual de interesantes como la infravalorada “Alien 3” de David Fincher, la bizarra “Alien: Resurrección” (que captura todo el estilo del francés Jean Pierre Jeunet), las filosóficas precuelas del propio Scott, “Prometheus” y “Covenant”, y aquellos olvidables spin-offs llamados “Alien Vs Depredador”, sin embargo, ninguno tendría la relevancia de aquellos primeros filmes. Ahora, el uruguayo especialista en el cine de horror, Fede Álvarez, tuvo la responsabilidad de revivir la franquicia con “Alien: Romulus”, y se nota que lo hizo con notable cuidado y cariño, porque captura toda la esencia de las primeras dos películas y nos transporta nuevamente a 1979. El cineasta toma especial detalle en la tecnología de las naves, utilizando nuevamente máquinas y computadoras llenas de grandes botones rústicos coloridos, pantallas de baja resolución, sonidos en 8bits, pixeles, elevadores hidráulicos, entre otros artilugios que le dan un sabor especial a la experiencia audiovisual en general. Un aplauso para la dirección de arte. Por otro lado, los amantes y fanáticos de la saga podrán reconocer varios aspectos que son claves dentro del universo Alien. Por ejemplo, la siniestra corporación Weyland-Yutani, que tantas desgracias ha provocado, vuelve a figurar en la trama, en este caso esclavizando a las personas en un planeta dedicado a la minería, y del que prácticamente no se puede escapar. Ese será el objetivo de nuestros protagonistas. Ambientada en el año 2142, entre los eventos ocurridos en “Alien” y “Aliens”, la cinta nos presenta a un grupo de jóvenes mineros que intenta huir de aquella luna en la que están esclavizados a bordo de una nave abandonada. Su idea es llegar a un planeta/colonia donde se pueda ver el sol. El problema es que al activar la estación espacial en la que se encuentran, dividida en las secciones Romulo y Remo, pronto descubrirán que no están solos, porque la nave tiene unos invitados siniestros. Pero más allá de hacer una fabulosa secuela con la vibra original, el cineasta también se preocupa de hacer una película de horror terrorífica, efectiva y que mantiene al espectador al borde de su asiento durante todo el metraje. Álvarez utiliza todo lo que tiene a su disposición, como por ejemplo, un montón de screamers (pero bien utilizados, ojo), las sombras de los hangares, las cadenas, lugares angostos, momentos desasosegantes y, por supuesto, los fabulosos monstruos que tanto amamos, ya sea en su forma primaria como evolucionada. Al igual que Scott en la cinta original, Álvarez coge un elenco repleto de desconocidos para su tripulación, excepto por Cailee Spaeny, a quien vimos hace poco en la espectacular “Civil War”. La joven actriz, aunque no tiene la prestancia de Sigourney Weaver, hace un trabajo impecable, al igual que sus compañeros de reparto. Mencionar que a lo largo de la trama podremos ver a un personaje que nos hará suspirar de emoción y nostalgia gracias a las aterradoras cualidades de la inteligencia artificial. Otro elemento potente dentro de la entrega es su factor realista. Todo dentro de la cinta se siente real. El uso de efectos especiales prácticos hacen que los Facehuggers, los Xenomorfos y las escenas de horror corporal se sientan orgánicas y asquerosas, lo que se agradece. Hay escenas donde el CGI es inevitable, sin embargo, está bien utilizado. Un aspecto que suele repetirse dentro de la fórmula Alien es la introducción de una criatura nueva a lo largo de las diferentes películas, como la Reina Alien, el Dog Alien (de Alien 3) y el Newborn de Resurrección. Sin ánimos de spoilers, Álvarez sabe que no puede ser menos, y en el tercio final de la película podremos conocer otra abominable criatura para seguir expandiendo el lore de la saga. Por supuesto, habrá quien encuentre que la cinta es más de lo mismo, o que hay pocas muertes a lo largo del metraje, sin embargo, son detalles dentro de un producto eficaz y bien realizado. En definitiva, “Alien Romulus” es la secuela que necesitaba la franquicia, que de seguro le fascinará a quienes aman el Universo Alien, ya sea por sus películas, videojuegos e -incluso- cómics, de los que también bebe un montón. El Xenomorfo quedó en buenas manos, y de seguro Scott, Giger y Dan O’Bannon lo saben.
El británico Alex Garland comenzó su carrera siendo el guionista de “La Playa”, “Exterminio” y “Sunshine”, todas películas dirigidas por Danny Boyle. El salto a la silla de dirección lo tuvo en 2014 con la impresionante cinta de ciencia ficción “Ex Machina”, que sorpresivamente ese año se llevó el Oscar a Mejor Efectos Especiales, superando a “Mad Max: Fury Road”. Tras “Aniquilación” (2018) y el infravalorado thriller psicológico “Men” (2022), el cineasta se unió nuevamente con el estudio A24 para crear “Guerra Civil” (Civil War, 2024) su proyecto más ambicioso hasta la fecha, que sume a Estados Unidos en un brutal conflicto armado, y nos sumerge en un viaje de violencia, locura y destrucción. Ambientada en (¿un futuro cercano?), esta ultraviolenta e hiperrealista película nos pone en los zapatos de tres intrépidos fotoperiodistas, interpretados por Kirsten Dunst, Wagner Moura y Cailee Spaeny, quienes se adentrarán en un arriesgado viaje a través de un país devastado por una explosiva guerra civil. Enfrentándose a peligros inimaginables, el grupo recorrerá miles de kilómetros en búsqueda de su objetivo: documentar la toma de posesión del gobierno y la inevitable muerte del presidente. A pesar de la atractiva premisa del filme, lo cierto es que Garland no profundiza demasiado en el conflicto armado, ni da muchos detalles de lo que pasó en el país para terminar en una debacle social. La cinta se trata más de un viaje por un infierno hecho por el mismo hombre, en el que los protagonistas deben llegar del punto A al B, y durante el trayecto van conociendo distintos personajes, algunos buenos y otros demasiado malos. Podría haber sido cualquier guerra, en cualquier país, porque Garland se preocupa más de sus personajes, su evolución y sus relaciones. Y considerando la situación sociopolítica que vive actualmente Estados Unidos, Garland toma la sabia decisión de no tomar ningún bando y centrarse en un grupo neutral, como deben ser los periodistas. Eso sí, durante el aterrador road trip, podremos reconocer algunos de los vicios que se encuentran actualmente en la sociedad norteamericana, como las facciones de ultraderecha, los brazos armados, racismo, entre otros. Una de las peculiaridades de la película es su impecable aspecto visual. La excelente fotografía de Rob Hardy convierte al film en un verdadero photobook de guerra, repleto de imágenes difíciles de ver. Garland y Hardy utilizan la violencia gráfica para mostrarnos la cara más dura de la guerra, y nos recuerdan que está a la vuelta de la esquina. Otro aspecto sumamente relevante del filme es su sonido envolvente. Al ver la película en IMAX (probablemente la mejor versión del filme) los estruendos de las explosiones y los disparos nos mantendrán aferrados al borde del asiento. El reparto de Civil War está brillante, especialmente el grupo protagonista (incluido el veterano Stephen McKinley), sin embargo, quien se roba una de las escenas más brutales del filme es Jesse Plemons. En solo unos minutos, el actor interpreta a uno de los personajes más terroríficos del último tiempo. Polémica desde su anuncio y con críticas mixtas de la prensa, lo cierto es que Guerra Civil es una obra maestra (y quizás el mejor filme de Garland) que no dejará indiferente a nadie. Destaca por su impresionante puesta en escena, su violencia gráfica y por la fascinante interpretación de su elenco. Además, nos recordará el increíble trabajo de los fotoperiodistas y lo aterrador que es su trabajo algunas veces. ¡No te la pierdas!
Han pasado 45 años desde que se estrenó “Alien, el octavo pasajero”. Dirigida por Ridley Scott con un estilo retrofuturista y mezcla de horror y ciencia ficción, rápidamente la cinta se convirtió en un clásico instantáneo, y estableció al Xenomorfo de H.R. Giger como uno de los seres cinematográficos más emblemáticos de la historia. En 1986, James Cameron también haría lo suyo con los marines coloniales de “Aliens”, una cinta de acción igual de mítica, que terminará por forjar a Sigourney Weaver como la mujer guerrera por excelencia, y uno de los bastiones del feminismo. Con los años, habrían otros títulos igual de interesantes como la infravalorada “Alien 3” de David Fincher, la bizarra “Alien: Resurrección” (que captura todo el estilo del francés Jean Pierre Jeunet), las filosóficas precuelas del propio Scott, “Prometheus” y “Covenant”, y aquellos olvidables spin-offs llamados “Alien Vs Depredador”, sin embargo, ninguno tendría la relevancia de aquellos primeros filmes. Ahora, el uruguayo especialista en el cine de horror, Fede Álvarez, tuvo la responsabilidad de revivir la franquicia con “Alien: Romulus”, y se nota que lo hizo con notable cuidado y cariño, porque captura toda la esencia de las primeras dos películas y nos transporta nuevamente a 1979. El cineasta toma especial detalle en la tecnología de las naves, utilizando nuevamente máquinas y computadoras llenas de grandes botones rústicos coloridos, pantallas de baja resolución, sonidos en 8bits, pixeles, elevadores hidráulicos, entre otros artilugios que le dan un sabor especial a la experiencia audiovisual en general. Un aplauso para la dirección de arte. Por otro lado, los amantes y fanáticos de la saga podrán reconocer varios aspectos que son claves dentro del universo Alien. Por ejemplo, la siniestra corporación Weyland-Yutani, que tantas desgracias ha provocado, vuelve a figurar en la trama, en este caso esclavizando a las personas en un planeta dedicado a la minería, y del que prácticamente no se puede escapar. Ese será el objetivo de nuestros protagonistas. Ambientada en el año 2142, entre los eventos ocurridos en “Alien” y “Aliens”, la cinta nos presenta a un grupo de jóvenes mineros que intenta huir de aquella luna en la que están esclavizados a bordo de una nave abandonada. Su idea es llegar a un planeta/colonia donde se pueda ver el sol. El problema es que al activar la estación espacial en la que se encuentran, dividida en las secciones Romulo y Remo, pronto descubrirán que no están solos, porque la nave tiene unos invitados siniestros. Pero más allá de hacer una fabulosa secuela con la vibra original, el cineasta también se preocupa de hacer una película de horror terrorífica, efectiva y que mantiene al espectador al borde de su asiento durante todo el metraje. Álvarez utiliza todo lo que tiene a su disposición, como por ejemplo, un montón de screamers (pero bien utilizados, ojo), las sombras de los hangares, las cadenas, lugares angostos, momentos desasosegantes y, por supuesto, los fabulosos monstruos que tanto amamos, ya sea en su forma primaria como evolucionada. Al igual que Scott en la cinta original, Álvarez coge un elenco repleto de desconocidos para su tripulación, excepto por Cailee Spaeny, a quien vimos hace poco en la espectacular “Civil War”. La joven actriz, aunque no tiene la prestancia de Sigourney Weaver, hace un trabajo impecable, al igual que sus compañeros de reparto. Mencionar que a lo largo de la trama podremos ver a un personaje que nos hará suspirar de emoción y nostalgia gracias a las aterradoras cualidades de la inteligencia artificial. Otro elemento potente dentro de la entrega es su factor realista. Todo dentro de la cinta se siente real. El uso de efectos especiales prácticos hacen que los Facehuggers, los Xenomorfos y las escenas de horror corporal se sientan orgánicas y asquerosas, lo que se agradece. Hay escenas donde el CGI es inevitable, sin embargo, está bien utilizado. Un aspecto que suele repetirse dentro de la fórmula Alien es la introducción de una criatura nueva a lo largo de las diferentes películas, como la Reina Alien, el Dog Alien (de Alien 3) y el Newborn de Resurrección. Sin ánimos de spoilers, Álvarez sabe que no puede ser menos, y en el tercio final de la película podremos conocer otra abominable criatura para seguir expandiendo el lore de la saga. Por supuesto, habrá quien encuentre que la cinta es más de lo mismo, o que hay pocas muertes a lo largo del metraje, sin embargo, son detalles dentro de un producto eficaz y bien realizado. En definitiva, “Alien Romulus” es la secuela que necesitaba la franquicia, que de seguro le fascinará a quienes aman el Universo Alien, ya sea por sus películas, videojuegos e -incluso- cómics, de los que también bebe un montón. El Xenomorfo quedó en buenas manos, y de seguro Scott, Giger y Dan O’Bannon lo saben.
El británico Alex Garland comenzó su carrera siendo el guionista de “La Playa”, “Exterminio” y “Sunshine”, todas películas dirigidas por Danny Boyle. El salto a la silla de dirección lo tuvo en 2014 con la impresionante cinta de ciencia ficción “Ex Machina”, que sorpresivamente ese año se llevó el Oscar a Mejor Efectos Especiales, superando a “Mad Max: Fury Road”. Tras “Aniquilación” (2018) y el infravalorado thriller psicológico “Men” (2022), el cineasta se unió nuevamente con el estudio A24 para crear “Guerra Civil” (Civil War, 2024) su proyecto más ambicioso hasta la fecha, que sume a Estados Unidos en un brutal conflicto armado, y nos sumerge en un viaje de violencia, locura y destrucción. Ambientada en (¿un futuro cercano?), esta ultraviolenta e hiperrealista película nos pone en los zapatos de tres intrépidos fotoperiodistas, interpretados por Kirsten Dunst, Wagner Moura y Cailee Spaeny, quienes se adentrarán en un arriesgado viaje a través de un país devastado por una explosiva guerra civil. Enfrentándose a peligros inimaginables, el grupo recorrerá miles de kilómetros en búsqueda de su objetivo: documentar la toma de posesión del gobierno y la inevitable muerte del presidente. A pesar de la atractiva premisa del filme, lo cierto es que Garland no profundiza demasiado en el conflicto armado, ni da muchos detalles de lo que pasó en el país para terminar en una debacle social. La cinta se trata más de un viaje por un infierno hecho por el mismo hombre, en el que los protagonistas deben llegar del punto A al B, y durante el trayecto van conociendo distintos personajes, algunos buenos y otros demasiado malos. Podría haber sido cualquier guerra, en cualquier país, porque Garland se preocupa más de sus personajes, su evolución y sus relaciones. Y considerando la situación sociopolítica que vive actualmente Estados Unidos, Garland toma la sabia decisión de no tomar ningún bando y centrarse en un grupo neutral, como deben ser los periodistas. Eso sí, durante el aterrador road trip, podremos reconocer algunos de los vicios que se encuentran actualmente en la sociedad norteamericana, como las facciones de ultraderecha, los brazos armados, racismo, entre otros. Una de las peculiaridades de la película es su impecable aspecto visual. La excelente fotografía de Rob Hardy convierte al film en un verdadero photobook de guerra, repleto de imágenes difíciles de ver. Garland y Hardy utilizan la violencia gráfica para mostrarnos la cara más dura de la guerra, y nos recuerdan que está a la vuelta de la esquina. Otro aspecto sumamente relevante del filme es su sonido envolvente. Al ver la película en IMAX (probablemente la mejor versión del filme) los estruendos de las explosiones y los disparos nos mantendrán aferrados al borde del asiento. El reparto de Civil War está brillante, especialmente el grupo protagonista (incluido el veterano Stephen McKinley), sin embargo, quien se roba una de las escenas más brutales del filme es Jesse Plemons. En solo unos minutos, el actor interpreta a uno de los personajes más terroríficos del último tiempo. Polémica desde su anuncio y con críticas mixtas de la prensa, lo cierto es que Guerra Civil es una obra maestra (y quizás el mejor filme de Garland) que no dejará indiferente a nadie. Destaca por su impresionante puesta en escena, su violencia gráfica y por la fascinante interpretación de su elenco. Además, nos recordará el increíble trabajo de los fotoperiodistas y lo aterrador que es su trabajo algunas veces. ¡No te la pierdas!