Tesalónica se encuentra al norte de Grecia, en la región de Macedonia Central. Fue fundada en el siglo IV a. de C. por el rey Casandro de Macedonia, bautizándola como Tesalónica en honor a su mujer, quien a su vez era hija del rey Filipo II de Macedonia y, por lo tanto, hermana del famosísimo Alejandro Magno. Tesalónica quiere decir “victoria sobre Tesalia”, ya que Filipo II supo del nacimiento de su hija el mismo día en que triunfó en dicha batalla. La importancia, a través del tiempo, de esta ciudad es innegable: es uno de los sitios donde evangelizó San Pablo; su cercanía con Constantinopla, y su maravillosa bahía, la transformaron desde temprano en un centro comercial importante en el norte del Egeo; en ella residió el emperador Galerio en el siglo III D.C.; fue una de las ciudades más importante de los imperios bizantino y otomano, cobijó a una gran colonia judía, etc. Vuelve a ser griega en el año 1912 en el contexto de la primera guerra balcánica. La riqueza cultural de esta ciudad se puede palpar en sus calles, en las cuales puedes encontrar un foro, templos, arcos y restos romanos; iglesias bizantinas y neobizantinas; baños turcos; mercados tradicionales; y plazas amplias rodeadas de edificios monumentales, como la icónica Plaza de Aristóteles, punto de encuentro de ciudadanos, turistas y cinéfilos (la ciudad es sede del Festival Internacional de Cine de Tesalónica). Un imperdible es la Torre Blanca (4 euros), edificación de tiempos otomanos que hoy es el símbolo más reconocible de la ciudad. Ubicada frente al mar, en su interior alberga el museo de la ciudad, y cuenta con una terraza con vista 360 grados desde la cual se obtienen vistas privilegiadas tanto la ciudad como de toda la bahía. Es muy recomendable pasear por su costanera. Son 5 kilómetros en las que puedes estar caminando literalmente al lado del mar, disfrutar sus parques, apreciar monumentos como el ecuestre de Alejandro Magno y particulares expresiones artísticas como los “Paraguas”. Puedes también visitar sus tradicionales pastelerías y probar las tradicionales Bougatzas o el Trígono, o bien sentarte en uno de los café de la avenida Niki con vista al mar. Sería muy largo enumerar todas y cada una de las posibilidades que se le ofrecen al visitante en esta interesante ciudad. Sin duda, el crisol de culturas que se ha formado tras siglos de multiculturalidad le han dado un sello característico a Tesalónica. Generalmente se tiende a pensar desde el punto de vista del turista extranjero que Grecia se limita a la archiconocida Atenas y sus paradisiacas islas. Grecia ofrece mucho más, y Tesalónica es un buen punta pie inicial para ir a un lugar distinto, con una fuerte identidad propia y con mucho que ofrecer desde el punto de vista cultural, en sentido amplio. Si quieres conocer un poco más, te invitamos a ver el capítulo de En Palco Condimenta, donde resumimos nuestra escapada a la co-capital helénica. Ingresa al link al final de esta columna.
Tesalónica se encuentra al norte de Grecia, en la región de Macedonia Central. Fue fundada en el siglo IV a. de C. por el rey Casandro de Macedonia, bautizándola como Tesalónica en honor a su mujer, quien a su vez era hija del rey Filipo II de Macedonia y, por lo tanto, hermana del famosísimo Alejandro Magno. Tesalónica quiere decir “victoria sobre Tesalia”, ya que Filipo II supo del nacimiento de su hija el mismo día en que triunfó en dicha batalla. La importancia, a través del tiempo, de esta ciudad es innegable: es uno de los sitios donde evangelizó San Pablo; su cercanía con Constantinopla, y su maravillosa bahía, la transformaron desde temprano en un centro comercial importante en el norte del Egeo; en ella residió el emperador Galerio en el siglo III D.C.; fue una de las ciudades más importante de los imperios bizantino y otomano, cobijó a una gran colonia judía, etc. Vuelve a ser griega en el año 1912 en el contexto de la primera guerra balcánica. La riqueza cultural de esta ciudad se puede palpar en sus calles, en las cuales puedes encontrar un foro, templos, arcos y restos romanos; iglesias bizantinas y neobizantinas; baños turcos; mercados tradicionales; y plazas amplias rodeadas de edificios monumentales, como la icónica Plaza de Aristóteles, punto de encuentro de ciudadanos, turistas y cinéfilos (la ciudad es sede del Festival Internacional de Cine de Tesalónica). Un imperdible es la Torre Blanca (4 euros), edificación de tiempos otomanos que hoy es el símbolo más reconocible de la ciudad. Ubicada frente al mar, en su interior alberga el museo de la ciudad, y cuenta con una terraza con vista 360 grados desde la cual se obtienen vistas privilegiadas tanto la ciudad como de toda la bahía. Es muy recomendable pasear por su costanera. Son 5 kilómetros en las que puedes estar caminando literalmente al lado del mar, disfrutar sus parques, apreciar monumentos como el ecuestre de Alejandro Magno y particulares expresiones artísticas como los “Paraguas”. Puedes también visitar sus tradicionales pastelerías y probar las tradicionales Bougatzas o el Trígono, o bien sentarte en uno de los café de la avenida Niki con vista al mar. Sería muy largo enumerar todas y cada una de las posibilidades que se le ofrecen al visitante en esta interesante ciudad. Sin duda, el crisol de culturas que se ha formado tras siglos de multiculturalidad le han dado un sello característico a Tesalónica. Generalmente se tiende a pensar desde el punto de vista del turista extranjero que Grecia se limita a la archiconocida Atenas y sus paradisiacas islas. Grecia ofrece mucho más, y Tesalónica es un buen punta pie inicial para ir a un lugar distinto, con una fuerte identidad propia y con mucho que ofrecer desde el punto de vista cultural, en sentido amplio. Si quieres conocer un poco más, te invitamos a ver el capítulo de En Palco Condimenta, donde resumimos nuestra escapada a la co-capital helénica. Ingresa al link al final de esta columna.