Dentro del tradicional mundo de la pizza, hay cada vez más propuestas innovadoras que buscan traspasar los límites mismos de la oferta gastronómica, pero, al mismo tiempo, sin desvirtuar la esencia misma de esta comida tan apetecida en todo el mundo. En ese espíritu, nació en diciembre del 2021 una pizzería distinta a las típicas en la ciudad de Fiumicino (¿te parece conocido el nombre? Sí, es la localidad en donde se encuentra el aeropuerto de Roma). Pizzería Clementina, creada por el pizzero y experto en los procesos de fermentación de la masa, Luca Pezzetta, ofrece una diversidad de pizzas de estilo tonda romana, además de una variedad de antipastos (entrantes) basados en frituras y en masas de hojaldre con rellenos salados. Además, la carta ofrece originales postres y vinos para acompañar la experiencia. La calidad de los productos ofrecidos la ha llevado ha obtener numerosos premios en sus pocos años de existencia, así como también a encumbrarse en la parte alta del prestigioso ranking 50 Top Pizza (16° lugar en 2024 y 14° lugar en 2025). Ambientado en un moderno y bien diseñado local, Pizzería Clementina ofrece, en mi opinión, una experiencia culinaria única, debido a dos elementos: el primero, el tratamiento especial que se hace de las masas, tanto en pizzas como en los entrantes, en donde la mano experta de Pezzetta se nota. En el caso de las pizzas, crujiente y liviana a la vez; en los entrantes, la utilización de los finos productos del Micro Forno de Pezzetta (un local especializado en masas ubicado en el mismo Fiumicino), destacando el croissant y el pain suisse. El segundo elemento, tan importante como el primero, es la elección de los productos que acompañan a masas y pizzas. La mayoría son locales, por lo que hay muchas propuestas con productos del mar (Fiumicino se ubica en el delta del río Tíber), todos estos de altísima calidad. Si quieres saber más sobre nuestra particular experiencia en Pizzería Clementina, te invitamos a ver en Youtube un nuevo episodio de En Palco Condimenta.
A menos de 140 kilómetros de Santiago, El Quisco y Algarrobo son dos de los balnearios más queridos del litoral central chileno. Están separados por apenas seis kilómetros, así que puedes moverte entre ellos en colectivo, Uber o incluso caminando si te animas. Son ideales para una escapada familiar, romántica o con amigos. Playas tranquilas, aire marino y, por supuesto, la promesa de comer productos del mar fresquísimos. Nosotros fuimos un fin de semana de invierno. Sí, hacía frío, pero el sol nos acompañó y llenó el paseo de luz. Decidimos alojar en El Quisco, que es más económico que Algarrobo, y elegimos un lugar que parece salido de un cuento: el Hotel Boutique Castillo del Mar. Es literalmente un castillo frente al mar, con pocas habitaciones, decoración elegante y un aire casi de museo. Lo atienden sus dueños, lo que le da un toque hogareño. No es el alojamiento más barato, pero vale cada peso por la experiencia. Eso sí, un punto al debe, la señal de internet y la televisión, que no son las mejores. Puedes reservar con o sin desayuno incluído. Desde ahí, caminamos unos minutos hasta la caleta, un paseo imperdible. Aunque el restaurante tradicional cerró hace un tiempo, sigue habiendo varias opciones para comer y carritos con delicias marinas. Además, puedes subirte a una embarcación para un paseo corto, vitrinear artesanías o simplemente sentarte a contemplar el atardecer. El centro de El Quisco sigue manteniendo su esencia de siempre. La costanera de la playa Los Corsarios está hermosa y renovada; no olvides tomarte la clásica foto en el colorido cartel con el mar de fondo. Si buscas panorama familiar, en la tarde/noche puedes ir a los antiguos juegos Mampato –hoy Costa Park– y subirte a las atracciones mientras comes churros o papas fritas, hay opciones para todas las edades. ¿Con más tiempo? A solo 15 minutos en auto está Isla Negra, donde puedes visitar la casa museo de Pablo Neruda (abre de martes a domingo, de 10 a 18 horas). Ojo que en ciertas épocas del año hay filas largas para entrar. ¿Dónde comer en El Quisco? La oferta gastronómica es tan variada como sabrosa. Desde carritos en la caleta hasta restaurantes con carta completa de mariscos y pescados frescos. Puedes encontrar un menú desde los $6.000. Probamos las clásicas empanadas Santa Sofía, enormes y deliciosas, y también recomendamos las tradicionales empanadas Gemma en pleno centro. Para almorzar fuimos a una picada infaltable, El Patio de Comida Casera, con platos abundantes y precios correctos, perfectos para comer bien sin complicarse, además de una atención muy agradable. En la caleta, no dejes de probar las empanadas y ceviches en puestos callejeros y carritos como Donde la Sole. Su sopa de mariscos -disponible en dos tamaños- es un verdadero gozo. Y como souvenir comestible, las palmeras locales son un imperdible, fresquitas, crujientes y a solo $1.200, las encuentras en panaderías, pequeños comercios y hasta en la playa. Algarrobo: tradición y modernidad junto al mar A solo un paso de El Quisco, Algarrobo combina tradición y renovación. Tiene una costanera que sigue en obras, pero ya luce más elegante, con nuevas ferias, cafés y restaurantes. Sus playas -Mirasol, Las Cadenas, El Canelo y El Canelillo- siguen siendo un deleite para caminar y respirar aire marino. La caleta de pescadores es otro lugar que no falla para probar productos frescos, sacar lindas fotos o simplemente sentarte a mirar el horizonte. Navegar en bote o embarcaciones a vela también es posible. Y si hablamos de comida, hay de todo, lugares nuevos y tradicionales, grandes restaurantes, cafés y pequeños locales relativamente nuevos en el centro como Cevichería Al Paso y Más... (distintos tipos de ceviches para llevar) y El Rincón de las Masas (empanadas fritas con especialidad en productos del mar) Nosotros no nos quisimos perder un clásico imperdible como Los Patitos (Av. Carlos Alessandri #278), un restaurante que lleva décadas conquistando paladares con sus machas a la parmesana, congrio a lo pobre y su famosa Copa Patitos. Tan popular que la gente hace fila para entrar, y por algo tienen un segundo local justo al lado para recibir más comensales. No es barato, pero vale cada peso, además que sus platos son enormes. ¿Quieres ver más de esta escapada y sus delicias marinas? No te pierdas nuestro nuevo episodio de En Palco Condimenta en YouTube, donde recorremos El Quisco y Algarrobo, probando sabores, descubriendo rincones y mostrando todo lo que estos balnearios tienen para ofrecer en cualquier época del año.
Las dos principales ciudades de Sicilia, Palermo y Catania son, además de su atractivo cultural y arquitectónico, verdaderas capitales gastronómicas, ofreciendo a sus visitantes una amplia oferta de lo que se conoce como Street Food. Sin desmerecer la grandiosa calidad que se puede encontrar en ambas, creímos que sería interesante probar estas exquisiteces en un lugar destinado para los locales, en una localidad que, si bien igualmente recibe miles de turistas cada año, represente de mejor manera la autenticidad de ingredientes y productos que buscamos. De esta manera, y tras un viaje de un poco más de dos horas desde Catania, llegamos a Ragusa; una ciudad situada en una colina que sobresale entre dos profundos valles, con una arquitectura barroca propia de una zona que tuvo que ser reconstruida tras un feroz terremoto que acaeció en 1693. De esta manera, nos adentramos al interior de la isla, nos alejamos de la costa y encontramos un lugar que cumplió con todas nuestras exigencias: un local artesanal, con buenos productos hechos con productos de la isla y que tuviera una gran variedad de opciones para comer. Nos referimos a La Grotta, ubicada en Via Giovanni Cartia n°8, a pocos metros de la catedral de la ciudad. En este establecimiento familiar, con más de 40 años deleitando paladares, probamos sabores auténticos en preparaciones simples con un toque a tradición. Una propuesta sincera, con precios absolutamente honestos, que te llevan a un viaje del cual no quieres retornar. La Grotta ofrece, por supuesto, los clásicos sicilianos, destacando más de 10 tipos de arancino (arancina), incluyendo un arancino al horno (tradicionalmente son fritos); una gran variedad de rústicos, es decir, pasteles salados con masas diversas, cuyos componentes base son, generalmente, el tomate y el queso (Calzone, Cartocciata, Panzerotto, etc.), destacando la más ragusana de todas, la Scaccia; también hay pizzas al trozo y postres típicos como el infaltable cannolo. Pero lo que más destacamos en esta visita, fue, por lejos, sus exquisitos panini (sándwiches): hechos en un pan amasado que ellos mismos hornean, puedes armarlos tu con los ingredientes que tu desees, o bien, elegir alguna de las opciones propuestas por el chef. En nuestro caso probamos dos, el U Pitittu y el U Risiu Ri Melilli, ambos con carne de caballo (muy popular en la parte oriental de la isla) y distintos ingredientes auténticamente sicilianos. Sinceramente, ambos sánguches estaban en un nivel altísimo, una muestra genuina y pura de la excelente cocina siciliana. Por cierto, la gran cantidad de productos en el menú nos llevó a tener que decidir que probar, porque nos hubiera gustado degustar todo. Lo intentamos dos días consecutivos, experiencia que te invitamos a ver en un nuevo capítulo de En Palco Condimenta.
Italia es, sin duda, sinónimo de pizza. Y de la más que centenaria pizza napolitana, comenzaron a surgir derivadas no sólo en país del calcio, sino también en otras latitudes (un gran ejemplo, los diferentes estilos que se encuentran en EEUU). Pero en esta búsqueda por seguir innovando, hay un tipo de pizza que, para el viajero común y corriente, no está en el radar. Se trata de la pizza al padellino, la cual se originó en la década de los 60, y que sigue siendo muy popular, en Turín. ¿En qué consiste? Bueno, padellino significa sartén, es decir la masa, a diferencia de las pizzas más tradicionales, se hornea puesta en pequeñas sartenes de metal, provocando que su fondo se fría levemente. Pero esta no es la única diferencia con la típica pizza que conocemos masivamente; la masa es extremadamente trabajada para lograr una corteza dura de una miga gruesa y esponjosa, por lo cual su aspecto es diferente. ¿El resultado? Una base con una masa rica, con un sabor particular, especial para ser acompañada por los más diversos productos y lograr así una experiencia excepcional. En nuestro caso, encontramos esta pizza en la sureña Sicilia, más precisamente en la ciudad de Milazzo, en Levante (Riccardo D’Amico n°18). Este Bar muy bien ambientado, además de ofrecer una interesante barra de cocktails, con mención especial a los combinados sicilianos, tiene como punto fuerte una amplia variedad de pizzas al padellino. Su gran ventaja es que cuentan con los siempre bien cotizados productos sicilianos (quesos, productos del mar, charcutería, etc.), ofreciendo así versiones de esta comida que elevan la experiencia culinaria a niveles altísimos. Sin duda, un tipo de pizza que no ha llegado masivamente fuera de las fronteras de la península itálica, pero que es absolutamente recomendable para aquellos que la visiten. Si quieres conocer nuestra experiencia en Levante con su pizza al padellino, puedes ver el siguiente capítulo de En Palco Condimenta :
No hay nada más rico que un buen pan, qué duda cabe. Este alimento fundamental, cuyo origen se remonta a la prehistoria en la cuenca del Mediterráneo, sigue siendo, en pleno siglo XXI, un infaltable en las mesas de miles de millones de personas en el mundo entero. Si bien ciudades y regiones se destacan, desde un punto de vista culinario, por platos o sándwich típicos elaborados con ingredientes locales, existe una ciudad en el sur de Italia que es reconocido simplemente por su pan. Se trata de Altamura, ubicada en la zona de la Alta Murgia (administrativamente hoy pertenece a la región de Apulia). Con una rica cultura campesina, y con el pan como el sustento básico desde que el ser humano habita el área, Altamura marcó una tradición panadera en la Baja Edad Media que continua hasta hoy. En aquellos siglos, eran las mujeres las que en su casa amasaban el pan, para luego llevarlo a hornos públicos donde, tras ser marcados con un sello de hierro que los identificaba, eran cocidos bajo la intensidad del fuego proporcionado por la leña de roble. La identidad de este noble pan está sentenciada por sus ingredientes, por supuesto, todos típicos de la región: una masa que resulta de la mezcla de sémola molida de grano duro, masa madre, sal y agua. Es tal su importancia que en la actualidad se le ha otorgado la denominación de origen protegido (DOP), sello de autenticidad que sólo podrás encontrar en los panes que ofrecen las múltiples panaderías de la ciudad. Estas panaderías también ofrecen una multiplicidad de productos como galletas y pasteles, como también la famosa focaccia de Altamura. Este exquisito producto, muchas veces confundido con la pizza, está hecho con una base de masa de pan de Altamura, con tomates, orégano y aceite de oliva (la región de Apulia se destaca en Italia por la calidad de su aceite de oliva). Frente a todo lo anterior, visitar esta ciudad, más allá de su rica arquitectura e historia, conlleva necesariamente a probar estos productos típicos. En nuestro caso visitamos tres: el Forno Antico Santa Chiara que data del año 1423, un viaje al pasado y a la tradición, que destaca no sólo por sus productos, sino por el edificio histórico que lo cobija; el Panificio di Gesu, que continua un legado antiguo desde el año 1968; y el Panificio del Duomo, ubicado a pocos metros de la hermosa catedral de la ciudad, donde ofrecen degustaciones de sus productos, todos ellos hechos bajo las estrictas reglas de las recetas de antaño. Si quieres conocer esta exquisita y simple comida, y los lugares que visitamos, te invitamos a ver el siguiente video.
Dentro del tradicional mundo de la pizza, hay cada vez más propuestas innovadoras que buscan traspasar los límites mismos de la oferta gastronómica, pero, al mismo tiempo, sin desvirtuar la esencia misma de esta comida tan apetecida en todo el mundo. En ese espíritu, nació en diciembre del 2021 una pizzería distinta a las típicas en la ciudad de Fiumicino (¿te parece conocido el nombre? Sí, es la localidad en donde se encuentra el aeropuerto de Roma). Pizzería Clementina, creada por el pizzero y experto en los procesos de fermentación de la masa, Luca Pezzetta, ofrece una diversidad de pizzas de estilo tonda romana, además de una variedad de antipastos (entrantes) basados en frituras y en masas de hojaldre con rellenos salados. Además, la carta ofrece originales postres y vinos para acompañar la experiencia. La calidad de los productos ofrecidos la ha llevado ha obtener numerosos premios en sus pocos años de existencia, así como también a encumbrarse en la parte alta del prestigioso ranking 50 Top Pizza (16° lugar en 2024 y 14° lugar en 2025). Ambientado en un moderno y bien diseñado local, Pizzería Clementina ofrece, en mi opinión, una experiencia culinaria única, debido a dos elementos: el primero, el tratamiento especial que se hace de las masas, tanto en pizzas como en los entrantes, en donde la mano experta de Pezzetta se nota. En el caso de las pizzas, crujiente y liviana a la vez; en los entrantes, la utilización de los finos productos del Micro Forno de Pezzetta (un local especializado en masas ubicado en el mismo Fiumicino), destacando el croissant y el pain suisse. El segundo elemento, tan importante como el primero, es la elección de los productos que acompañan a masas y pizzas. La mayoría son locales, por lo que hay muchas propuestas con productos del mar (Fiumicino se ubica en el delta del río Tíber), todos estos de altísima calidad. Si quieres saber más sobre nuestra particular experiencia en Pizzería Clementina, te invitamos a ver en Youtube un nuevo episodio de En Palco Condimenta.
A menos de 140 kilómetros de Santiago, El Quisco y Algarrobo son dos de los balnearios más queridos del litoral central chileno. Están separados por apenas seis kilómetros, así que puedes moverte entre ellos en colectivo, Uber o incluso caminando si te animas. Son ideales para una escapada familiar, romántica o con amigos. Playas tranquilas, aire marino y, por supuesto, la promesa de comer productos del mar fresquísimos. Nosotros fuimos un fin de semana de invierno. Sí, hacía frío, pero el sol nos acompañó y llenó el paseo de luz. Decidimos alojar en El Quisco, que es más económico que Algarrobo, y elegimos un lugar que parece salido de un cuento: el Hotel Boutique Castillo del Mar. Es literalmente un castillo frente al mar, con pocas habitaciones, decoración elegante y un aire casi de museo. Lo atienden sus dueños, lo que le da un toque hogareño. No es el alojamiento más barato, pero vale cada peso por la experiencia. Eso sí, un punto al debe, la señal de internet y la televisión, que no son las mejores. Puedes reservar con o sin desayuno incluído. Desde ahí, caminamos unos minutos hasta la caleta, un paseo imperdible. Aunque el restaurante tradicional cerró hace un tiempo, sigue habiendo varias opciones para comer y carritos con delicias marinas. Además, puedes subirte a una embarcación para un paseo corto, vitrinear artesanías o simplemente sentarte a contemplar el atardecer. El centro de El Quisco sigue manteniendo su esencia de siempre. La costanera de la playa Los Corsarios está hermosa y renovada; no olvides tomarte la clásica foto en el colorido cartel con el mar de fondo. Si buscas panorama familiar, en la tarde/noche puedes ir a los antiguos juegos Mampato –hoy Costa Park– y subirte a las atracciones mientras comes churros o papas fritas, hay opciones para todas las edades. ¿Con más tiempo? A solo 15 minutos en auto está Isla Negra, donde puedes visitar la casa museo de Pablo Neruda (abre de martes a domingo, de 10 a 18 horas). Ojo que en ciertas épocas del año hay filas largas para entrar. ¿Dónde comer en El Quisco? La oferta gastronómica es tan variada como sabrosa. Desde carritos en la caleta hasta restaurantes con carta completa de mariscos y pescados frescos. Puedes encontrar un menú desde los $6.000. Probamos las clásicas empanadas Santa Sofía, enormes y deliciosas, y también recomendamos las tradicionales empanadas Gemma en pleno centro. Para almorzar fuimos a una picada infaltable, El Patio de Comida Casera, con platos abundantes y precios correctos, perfectos para comer bien sin complicarse, además de una atención muy agradable. En la caleta, no dejes de probar las empanadas y ceviches en puestos callejeros y carritos como Donde la Sole. Su sopa de mariscos -disponible en dos tamaños- es un verdadero gozo. Y como souvenir comestible, las palmeras locales son un imperdible, fresquitas, crujientes y a solo $1.200, las encuentras en panaderías, pequeños comercios y hasta en la playa. Algarrobo: tradición y modernidad junto al mar A solo un paso de El Quisco, Algarrobo combina tradición y renovación. Tiene una costanera que sigue en obras, pero ya luce más elegante, con nuevas ferias, cafés y restaurantes. Sus playas -Mirasol, Las Cadenas, El Canelo y El Canelillo- siguen siendo un deleite para caminar y respirar aire marino. La caleta de pescadores es otro lugar que no falla para probar productos frescos, sacar lindas fotos o simplemente sentarte a mirar el horizonte. Navegar en bote o embarcaciones a vela también es posible. Y si hablamos de comida, hay de todo, lugares nuevos y tradicionales, grandes restaurantes, cafés y pequeños locales relativamente nuevos en el centro como Cevichería Al Paso y Más... (distintos tipos de ceviches para llevar) y El Rincón de las Masas (empanadas fritas con especialidad en productos del mar) Nosotros no nos quisimos perder un clásico imperdible como Los Patitos (Av. Carlos Alessandri #278), un restaurante que lleva décadas conquistando paladares con sus machas a la parmesana, congrio a lo pobre y su famosa Copa Patitos. Tan popular que la gente hace fila para entrar, y por algo tienen un segundo local justo al lado para recibir más comensales. No es barato, pero vale cada peso, además que sus platos son enormes. ¿Quieres ver más de esta escapada y sus delicias marinas? No te pierdas nuestro nuevo episodio de En Palco Condimenta en YouTube, donde recorremos El Quisco y Algarrobo, probando sabores, descubriendo rincones y mostrando todo lo que estos balnearios tienen para ofrecer en cualquier época del año.
Las dos principales ciudades de Sicilia, Palermo y Catania son, además de su atractivo cultural y arquitectónico, verdaderas capitales gastronómicas, ofreciendo a sus visitantes una amplia oferta de lo que se conoce como Street Food. Sin desmerecer la grandiosa calidad que se puede encontrar en ambas, creímos que sería interesante probar estas exquisiteces en un lugar destinado para los locales, en una localidad que, si bien igualmente recibe miles de turistas cada año, represente de mejor manera la autenticidad de ingredientes y productos que buscamos. De esta manera, y tras un viaje de un poco más de dos horas desde Catania, llegamos a Ragusa; una ciudad situada en una colina que sobresale entre dos profundos valles, con una arquitectura barroca propia de una zona que tuvo que ser reconstruida tras un feroz terremoto que acaeció en 1693. De esta manera, nos adentramos al interior de la isla, nos alejamos de la costa y encontramos un lugar que cumplió con todas nuestras exigencias: un local artesanal, con buenos productos hechos con productos de la isla y que tuviera una gran variedad de opciones para comer. Nos referimos a La Grotta, ubicada en Via Giovanni Cartia n°8, a pocos metros de la catedral de la ciudad. En este establecimiento familiar, con más de 40 años deleitando paladares, probamos sabores auténticos en preparaciones simples con un toque a tradición. Una propuesta sincera, con precios absolutamente honestos, que te llevan a un viaje del cual no quieres retornar. La Grotta ofrece, por supuesto, los clásicos sicilianos, destacando más de 10 tipos de arancino (arancina), incluyendo un arancino al horno (tradicionalmente son fritos); una gran variedad de rústicos, es decir, pasteles salados con masas diversas, cuyos componentes base son, generalmente, el tomate y el queso (Calzone, Cartocciata, Panzerotto, etc.), destacando la más ragusana de todas, la Scaccia; también hay pizzas al trozo y postres típicos como el infaltable cannolo. Pero lo que más destacamos en esta visita, fue, por lejos, sus exquisitos panini (sándwiches): hechos en un pan amasado que ellos mismos hornean, puedes armarlos tu con los ingredientes que tu desees, o bien, elegir alguna de las opciones propuestas por el chef. En nuestro caso probamos dos, el U Pitittu y el U Risiu Ri Melilli, ambos con carne de caballo (muy popular en la parte oriental de la isla) y distintos ingredientes auténticamente sicilianos. Sinceramente, ambos sánguches estaban en un nivel altísimo, una muestra genuina y pura de la excelente cocina siciliana. Por cierto, la gran cantidad de productos en el menú nos llevó a tener que decidir que probar, porque nos hubiera gustado degustar todo. Lo intentamos dos días consecutivos, experiencia que te invitamos a ver en un nuevo capítulo de En Palco Condimenta.
Italia es, sin duda, sinónimo de pizza. Y de la más que centenaria pizza napolitana, comenzaron a surgir derivadas no sólo en país del calcio, sino también en otras latitudes (un gran ejemplo, los diferentes estilos que se encuentran en EEUU). Pero en esta búsqueda por seguir innovando, hay un tipo de pizza que, para el viajero común y corriente, no está en el radar. Se trata de la pizza al padellino, la cual se originó en la década de los 60, y que sigue siendo muy popular, en Turín. ¿En qué consiste? Bueno, padellino significa sartén, es decir la masa, a diferencia de las pizzas más tradicionales, se hornea puesta en pequeñas sartenes de metal, provocando que su fondo se fría levemente. Pero esta no es la única diferencia con la típica pizza que conocemos masivamente; la masa es extremadamente trabajada para lograr una corteza dura de una miga gruesa y esponjosa, por lo cual su aspecto es diferente. ¿El resultado? Una base con una masa rica, con un sabor particular, especial para ser acompañada por los más diversos productos y lograr así una experiencia excepcional. En nuestro caso, encontramos esta pizza en la sureña Sicilia, más precisamente en la ciudad de Milazzo, en Levante (Riccardo D’Amico n°18). Este Bar muy bien ambientado, además de ofrecer una interesante barra de cocktails, con mención especial a los combinados sicilianos, tiene como punto fuerte una amplia variedad de pizzas al padellino. Su gran ventaja es que cuentan con los siempre bien cotizados productos sicilianos (quesos, productos del mar, charcutería, etc.), ofreciendo así versiones de esta comida que elevan la experiencia culinaria a niveles altísimos. Sin duda, un tipo de pizza que no ha llegado masivamente fuera de las fronteras de la península itálica, pero que es absolutamente recomendable para aquellos que la visiten. Si quieres conocer nuestra experiencia en Levante con su pizza al padellino, puedes ver el siguiente capítulo de En Palco Condimenta :
No hay nada más rico que un buen pan, qué duda cabe. Este alimento fundamental, cuyo origen se remonta a la prehistoria en la cuenca del Mediterráneo, sigue siendo, en pleno siglo XXI, un infaltable en las mesas de miles de millones de personas en el mundo entero. Si bien ciudades y regiones se destacan, desde un punto de vista culinario, por platos o sándwich típicos elaborados con ingredientes locales, existe una ciudad en el sur de Italia que es reconocido simplemente por su pan. Se trata de Altamura, ubicada en la zona de la Alta Murgia (administrativamente hoy pertenece a la región de Apulia). Con una rica cultura campesina, y con el pan como el sustento básico desde que el ser humano habita el área, Altamura marcó una tradición panadera en la Baja Edad Media que continua hasta hoy. En aquellos siglos, eran las mujeres las que en su casa amasaban el pan, para luego llevarlo a hornos públicos donde, tras ser marcados con un sello de hierro que los identificaba, eran cocidos bajo la intensidad del fuego proporcionado por la leña de roble. La identidad de este noble pan está sentenciada por sus ingredientes, por supuesto, todos típicos de la región: una masa que resulta de la mezcla de sémola molida de grano duro, masa madre, sal y agua. Es tal su importancia que en la actualidad se le ha otorgado la denominación de origen protegido (DOP), sello de autenticidad que sólo podrás encontrar en los panes que ofrecen las múltiples panaderías de la ciudad. Estas panaderías también ofrecen una multiplicidad de productos como galletas y pasteles, como también la famosa focaccia de Altamura. Este exquisito producto, muchas veces confundido con la pizza, está hecho con una base de masa de pan de Altamura, con tomates, orégano y aceite de oliva (la región de Apulia se destaca en Italia por la calidad de su aceite de oliva). Frente a todo lo anterior, visitar esta ciudad, más allá de su rica arquitectura e historia, conlleva necesariamente a probar estos productos típicos. En nuestro caso visitamos tres: el Forno Antico Santa Chiara que data del año 1423, un viaje al pasado y a la tradición, que destaca no sólo por sus productos, sino por el edificio histórico que lo cobija; el Panificio di Gesu, que continua un legado antiguo desde el año 1968; y el Panificio del Duomo, ubicado a pocos metros de la hermosa catedral de la ciudad, donde ofrecen degustaciones de sus productos, todos ellos hechos bajo las estrictas reglas de las recetas de antaño. Si quieres conocer esta exquisita y simple comida, y los lugares que visitamos, te invitamos a ver el siguiente video.