Cuando tenía 10 años, Fabián Rivas soñaba con publicar un cómic que pudieran disfrutar los demás. Y con el paso del tiempo, el talentoso ilustrador chileno de cuentos infantiles ha podido lograr su cometido, porque acaba de publicar “La Increíble Kindambum y el Gato Mágico”, un divertido libro de viñetas dirigido a niños y niñas, que mezcla la magia, los animales y el aprendizaje. La historia nos presenta a Constanza, una pequeña maga que se hace llamar “La increíble Kindambum”, y que nos va a presentar su mejor espectáculo hasta el momento: convertir a su gato en el animal más fantástico y hermoso del mundo, un unicornio. Pero ojo, porque a veces los trucos de magia no salen como uno quiere. Se trata de un cómic simple, divertido y repleto de animales mágicos que los más pequeños podrán disfrutar. Además, al final del libro, podrán encontrar tutoriales para aprender a dibujar a los personajes principales de la historia. “La Increíble Kindambum y el gato mágico” ya está disponible en las principales librerías del país y también en formato ebook. Fabián espera poder continuar la historia de esta pequeña e increíble maga en el futuro, por lo que es probable que volvamos a verla en otra aventura. En Palco conversó con Fabián Rivas sobre el desafío de crear su primer cómic, y sobre la creación de “La Increíble Kindambum”. Revisa la entrevista completa a continuación.
Vania Martínez es médico cirujano con especialidad en Psiquiatría Infantil y de la Adolescencia; Javiera Suazo -en tanto- es diseñadora gráfica, y se especializa en “lettering”, es decir, caligrafía. Ambas se unieron para desarrollar “Tu Mundo Emocional”, una guía de 148 páginas, orientada a jóvenes, para entender qué son las emociones que comienzan a aparecer en las primeras etapas de la adolescencia. Es una de las fases más potentes dentro del desarrollo humano, por ello este libro posee un balance perfecto entre ejercicios prácticos, dibujos y bonita caligrafía, con el objetivo de que los adolescentes aprendan sobre sentimientos y emociones, y puedan comprender que no hay nada malo en pedir ayuda. Además, “Tu Mundo Emocional” aborda temáticas tan relevantes como saber para qué sirven las emociones o cómo regularlas. Por supuesto, también detalla cada una de ellas, como la rabia, el miedo, la tristeza, el desagrado o la alegría. El libro ya está disponible de manera física en todas las librerías del país, y para quienes prefieren lo digital, también se puede encontrar vía ebook. En Palco conversó con Vania Martínez y Javier Suazo sobre su colaboración en “Tu Mundo Emocional”. Revisa la entrevista a continuación.
Desde su residencia en Sausalito, California, la autora chilena conversó cerca de una hora -de manera virtual- con la prensa Iberoamericana presente, sobre su nueva publicación “El Viento conoce mi nombre”. Una novela que toca un tema muy contingente como es la migración forzada y las consecuencias en los niños, algo que es muy cercano para Allende, quien se reconoce como Eterna Extranjera y quien posee una fundación que apoya especialmente a mujeres y niños migrantes en situación vulnerable con diferentes programas. En esta historia, conocemos a Samuel Adler, un niño austriaco judío, quien perdió a su familia para siempre en 1938, durante la Segunda Guerra Mundial. Su madre lo envió a Gran Bretaña para poder salvar su vida en un tren conocido como Kindertransport. Con el paso de los años, Samuel convertido en adulto mayor, ve en la historia de la niña salvadoreña Anita (separada de su madre al llegar a la frontera mexicana en 2019 escapando de la violencia en su país), su propio triste pasado. Anita, una pequeña ciega, ha quedado a la fuerza sola en el mundo, por lo que se inventa un mundo imaginario que la hace feliz, llamado Azabahar. Dos historias separadas por décadas que se unen en un mismo dolor, que nos hablan del destierro, la soledad y el sacrificio familiar, pero también nos cuenta de esperanza, amistad y solidaridad. “La mecha (la idea) fue que en el 2018 en los Estados Unidos hubo una política de Trump de separar a las familias que pedían refugio o asilo en los Estados Unidos y miles de niños fueron separados de sus padres en la frontera. Algunos eran bebés que estaban amamantando todavía y se los arrancaron de los brazos a las madres. Apareció en la prensa el reportaje de los niños en jaulas llorando, en pésimas condiciones y los padres desesperados.Y nadie pensó en la reunificación cuando el clamor público acabó con esa política, porque ya no se podía sostener, se siguió haciendo de noche y a escondidas, pero ya no era una política oficial. No pudieron reunir a todas las familias porque habían deportado a los padres, no habían seguido la pista de los niños y el resultado es que todavía tenemos 1000 niños que no han podido ser reunificados con su familia. Eso fue lo que me motivó a escribir sobre esa tragedia, porque tengo una fundación que trabaja en la frontera. Me enteré de un caso muy dramático como el caso de Anita. Eso inspiró a Anita. Y, luego, me acordé de que no es la primera vez en la historia que los niños son separados de los padres a la fuerza y ahí me remití a cuando los niños judíos fueron separados de sus padres para salvarlos de los nazis”, indica Isabel Allende sobre la inspiración para escribir esta novela. Pudimos preguntar sobre el porqué del título, “El Viento Conoce mi Nombre”, a lo que la escritora respondió: “El título no lo no lo elegí yo, se le ocurrió a mi agente por una frase que había en el libro, la frase en el libro cuando Anita dice, bueno, el viento conoce mi nombre, es porque a los niños como los mueven de un lado para otro, para que no se pierdan en el sistema les ponen un número. Además, muchas veces son tan chiquitos que ni siquiera saben su nombre, o son incapaces de decirlo de manera que una persona que habla inglés lo entienda porque son niños que vienen de hablar español o maya, o cualquier otro idioma de Centroamérica. Entonces, les ponen un número y Anita quiere que alguien recuerde su nombre verdadero. Ella no es un número, lo cual tiene un cierto eco con el hecho de que a los judíos los marcaban con un número”. En otros temas, Isabel Allende indica que el éxito de “La Casa de los Espíritus”, hace 40 años atrás, pavimentó el camino de su larga trayectoria, pero que también empujó la carrera de otras autoras latinoamericanas que antes habían sido ignoradas. El mercado pudo comprender la existencia de lectoras que estaban ávidas de leer libros escritos por mujeres. Además, si bien reconoce que ha recibido mucho reconocimiento internacional por su trabajo en estas décadas, aclara que “donde más dificultad tuve para ser respetada fue en Chile. En Chile hasta que no me dieron el Premio Nacional de Literatura, me trataban mal. Como siempre pasa uno no es profeta en su propia tierra”. Reconoce también que desde “La Casa de los Espíritus” hasta ahora, tiene más experiencia, lo que ha mejorado su proceso y fortalecido su capacidad creativa e investigativa, pero que sin duda el mayor cambio que ha experimentado es el paso de la máquina de escribir a la comodidad de la computadora con el libro “Eva Luna”. En enero pasado, como es su cábala, la escritora nacional inició el proceso creativo de su nuevo trabajo, del cual no adelantó absolutamente nada. Asegura que no habla de sus libros hasta que están completamente listos.
Por 40 años, Carlos Suárez Cruzat se dedicó de lleno a su profesión de médico cirujano de tórax, especialista en cáncer de pulmón, pero en 2017 su gusto de toda la vida por la lectura se convirtió en amor por la escritura, lo que lo llevó a tomar diversos talleres de literatura, hasta llegar a un Magíster de escritura creativa en la UAI, del cual egresó. Una vez llegada la pandemia, y por tener más de 60 años, fue enviado a casa, y es allí cuando dio rienda suelta a su creatividad, para finalmente dejar la medicina por su pasión literaria. “En el Óvalo de Luz” es su primera publicación que incluye 10 relatos muy cosmopolitas, donde desnuda las emociones humanas, nos habla del amor, los miedos, la soledad, el deseo. Cada relato con su propia voz narrativa. Un interesante libro que ya se encuentra a la venta, mientras ya trabaja en un par de nuevos proyectos. En Palco conversó con el escritor nacional y esto es parte de los que nos contó. ¿Cómo te decides a cambiar totalmente de carrera? Voy a contestarte esto, haciéndote un cuento por el lado, primero. Esto me lo han preguntado muchas veces, después de que yo mismo me lo he preguntado muchas veces durante todos estos años. Ahora último he pensado que el chamán de la tribu, el médico brujo, hace las dos cosas. Por un lado es el curandero y por otro lado, es el viejo que cuenta historia. O sea que lo que yo hice fue que dentro de este rol chamánico histórico de nuestra sociedad he cambiado un rol por el otro. Pasé de ser predominantemente médico brujo, a ser el viejo que cuenta historias, que es un rol que hoy me queda cómodo, creo que las historias del chamán le quedan super cómodas al contador de historias, porque le fabricaron una cantidad de insumos superior a los que la media de la gente puede acceder. Porque el doctor recibe muchas confesiones. Ve muchas veces la cara B o C de las personas, no ve la máscara que se ponen en la mañana, uno se entera de todo, en realidad, y eso sirve para que uno se mire al espejo y vea que en realidad está que se puso en la mañana, no era tan de uno como esta otra, o esta otra que que eran mejores. Entonces, gradualmente lo que me pasó a mí, al menos, es que después de haber sido siempre un buen lector, porque la familia lo empuja a uno a eso, la pasión literaria empezó como a ganarle a la pasión quirúrgica, la pasión de esta especialidad de tanto tiempo. También pasa que los cirujanos de cirugías muy grandes como esto del cáncer pulmonar, necesitamos de mucha condición física. Y a los 60 años uno como que empieza a perder condiciones físicas, empieza a ver menos bien, empieza a tener menos resistencia física para estar muchas horas de pie, a tener menos fuerza y no es bueno. Creo que eso también influyó, yo siempre miré con preocupación a los médicos que envejecían y empezaban a hacer las cosas peor, o a los futbolistas que envejecen y empiezan a hacer las cosas peor. Entonces, quería hacer este paso precozmente. Retirarse como en el mejor momento. Sí, retirarse en el mejor momento. Claro, que todo el mundo dijera, pero ¿Cómo se va a ir ahora? Sí, ahora, justo, es lo que yo creo que debieran hacer la mayoría, pero esto es una decisión que es personal. Literatura ha ido creciendo, creciendo, creciendo como pasión. Además, me tocó esto de la pandemia que en principio vimos muchas cosas, y después, como era mayor de 60, nos mandaron para la casa, porque se empezaron a morir los colegas de mi edad. En la casa empecé a escribir más y a tomar más talleres de literatura, y a ver qué podía vivir encerrado en la literatura, tal vez más contento que haciendo medicina. ¿En qué época de tu vida llega la escritura? Tarde, después de los 50, yo creo que por ahí, por el 2015, 2016 empezó. Empecé a asistir a talleres literarios. Los primeros del literario que eran poco participativos, pero que eran como de asistencia, a talleres poéticos y gradualmente, por suerte, caí en un taller de literatura del GAM, que hacía Nicolás Cruz Valdivieso, y los talleres de él son especialmente participativos. Porque aparte de que él te enseña un poco de teoría durante una fase de este taller que durante horas, después tu obligación es escribir, leer algo que tú escribiste, escuchar las críticas de tus compañeros, escuchar lo que escribieron tus compañeros con el mismo tema, entonces uno va desarrollando dos cosas, el hábito creativo, el oído cuerdo para las críticas, no enfurruñarse y ofenderse, porque le dicen que uno está mal. ¿Qué te gusta leer? Leo todo y ahora es una enfermedad, leo todo, todo. Hasta el catálogo del auto. En este minuto, lo que estoy leyendo más es latinoamericanas. Chilenas, argentinas, ecuatorianas, latinoamericana. Creo que el boom femenino latinoamericano de hoy va a ser evaluado en 15 o 20 años más, porque nos falta a distancia, como fue el boom latinoamericano de los 60-70, que fue predominantemente masculino por el momento, por el momento evolutivo de la sociedad. Pero en este momento, en que las mujeres han tomado como el control del escenario, creo que lo están haciendo muy bien. Ve la entrevista completa en el siguiente video.
Con solo dieciséis años, Valentina Muñoz fundó la Asociación de Mujeres Jóvenes por las Ideas (AMUJI Chile), y a los dieciocho fue reconocida por el Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación como la programadora más joven en contribuir en la construcción de la Política de Inteligencia Artificial. Conocida en redes sociales como “Chica Rosadita” y considerada una precursora de la rama STEMinista del feminismo, a su corta edad Valentina ha trabajado por visibilizar a las mujeres jóvenes en áreas STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) y por reducir la brecha digital en Latinoamérica, recibiendo diversos reconocimientos tanto a nivel nacional como internacional. Además, en 2021 fue nombrada Defensora de los Objetivos de Desarrollo Sostenible para las Naciones Unidas, siendo la primera mujer latina en el cargo. Siguiendo la línea del STEMinismo, ahora Valentina, quien actualmente estudia Ingeniería Civil en Informática, se ha embarcado en una nueva aventura: publicar su primer libro de ficción protagonizado por su alter ego, Chica Rosadita. “Chica Rosadita y la gran Hackatón” es la primera novela middle grade escrita por Valentina. Recomendado para niñas y niños a partir de los 8 años, el libro busca reflexionar sobre la importancia de erradicar los estereotipos de género desde la infancia a través de la historia de Rosita, una niña que sueña con ser programadora y está muy entusiasmada en poner sus conocimientos a prueba en el nuevo taller del colegio. El problema es que el profesor a cargo no piensa lo mismo, porque asegura que la programación es sólo para “niños hombres”. Esto provocará la rabia de Rosita, que incluso hará que le salgan canas rosadas, pero la muchacha no se dará por vencida y hará lo posible por demostrar que la tecnología y los derechos digitales no tienen género. Con una lectura sencilla, directa y divertida, “Chica Rosadita y la gran Hackatón” es un didáctico y emocionante trabajo que, acompañado de bonitas ilustraciones y actividades como sopas de letras o cuestionarios, permitirán a niñas y niños saber más sobre la programación. Un material ideal para tener en las salas de clases. Según Valentina, espera continuar la saga de Rosita con más aventuras para seguir enseñando a los más pequeños sobre el mundo de la programación digital. En Palco conversó con Valentina Muñoz “Chica Rosadita” sobre su primer libro, su trabajo como activista, sus próximos proyectos y mucho más. ¿Cómo nació la idea de escribir “Chica Rosadita y la Gran Hackatón? Rosita es muchas partes de mí misma, y la historia de ella también son cosas que a mí me pasaron, porque yo fui a un taller de robótica cuando tenía como 12 años, hasta los 15 y, efectivamente, mi profesor a cargo del taller era una persona súper machista, súper adultocéntrica, nos estaba bajando todo el rato. Era como: “Ah no, es que eso no va a funcionar; ah no, es que yo soy el adulto y yo sé cómo funcionan las cosas”. A mí eso me marcó mucho, y fue como en los inicios de mi periodo como activista y dije: “¿cómo puedo graficarlo en una historia para niños y niñas en la que no necesariamente sea un antagonista o un villano? No quería que se planteara que una persona con estos perjuicios necesariamente es una persona mala, sino que es una persona a la que le falta aprender mucho y que nosotros podemos contribuir también a que su mente se abra a un mundo de posibilidades. ¿Crees que aún hay prejuicios en el mundo de la programación y la tecnología, respecto de que es un rubro sólo para hombres? Sí, muchísimo. De hecho, ahora que entré a estudiar a la Universidad, también me he dado cuenta de cómo evolucionan estos prejuicios del colegio a una instancia como la Universidad. Yo estoy estudiando ingeniería civil informática en la Santa María, y en la mayoría de mis clases, soy la única mujer o hay dos más, máximo. Entonces la brecha de género está súper presente. También de repente hay comentarios de profesores que son fuera de lugar, como “la niña” o “la señorita”, y siempre está haciéndote sentir como que hay alguien que no corresponde allí, y no es así. La tecnología es para todas las personas. ¿Qué tal fue la experiencia de escribir tu primer libro? La verdad, siempre quise escribir un libro. Era como mi sueño de chiquitita, de hecho, escribía mis libros en papel, después los corcheteaba, así como autopublicando desde que tenía 6 años. (Risas) Mi familia se acuerda mucho de eso, de que yo siempre quise publicar un libro. Un día me llamaron de la editorial y me invitaron a conocer la editorial, fui y salí con que iba a escribir un libro, entonces fue como el sueño de mi vida. Y claro, fue algo que hice muy rápido, la historia de Rosita como tal, el hilo narrativo, porque ya sabía todo lo que quería contar y porque era parte de mi historia. En lo que más dediqué y gasté mucho tiempo fue en las actividades, todas las actividades las hice yo, la sopa de letras, todo. Quería enfocarme en que las actividades estuvieran muy bien armadas, en que fueran didácticas, pero también educativas. Siempre vi este libro como que fuera un juego, quería que los niños pudieran leerlo, pasarlo bien y a la vez aprender a programar. Revisa la entrevista completa a continuación:
Cuando tenía 10 años, Fabián Rivas soñaba con publicar un cómic que pudieran disfrutar los demás. Y con el paso del tiempo, el talentoso ilustrador chileno de cuentos infantiles ha podido lograr su cometido, porque acaba de publicar “La Increíble Kindambum y el Gato Mágico”, un divertido libro de viñetas dirigido a niños y niñas, que mezcla la magia, los animales y el aprendizaje. La historia nos presenta a Constanza, una pequeña maga que se hace llamar “La increíble Kindambum”, y que nos va a presentar su mejor espectáculo hasta el momento: convertir a su gato en el animal más fantástico y hermoso del mundo, un unicornio. Pero ojo, porque a veces los trucos de magia no salen como uno quiere. Se trata de un cómic simple, divertido y repleto de animales mágicos que los más pequeños podrán disfrutar. Además, al final del libro, podrán encontrar tutoriales para aprender a dibujar a los personajes principales de la historia. “La Increíble Kindambum y el gato mágico” ya está disponible en las principales librerías del país y también en formato ebook. Fabián espera poder continuar la historia de esta pequeña e increíble maga en el futuro, por lo que es probable que volvamos a verla en otra aventura. En Palco conversó con Fabián Rivas sobre el desafío de crear su primer cómic, y sobre la creación de “La Increíble Kindambum”. Revisa la entrevista completa a continuación.
Vania Martínez es médico cirujano con especialidad en Psiquiatría Infantil y de la Adolescencia; Javiera Suazo -en tanto- es diseñadora gráfica, y se especializa en “lettering”, es decir, caligrafía. Ambas se unieron para desarrollar “Tu Mundo Emocional”, una guía de 148 páginas, orientada a jóvenes, para entender qué son las emociones que comienzan a aparecer en las primeras etapas de la adolescencia. Es una de las fases más potentes dentro del desarrollo humano, por ello este libro posee un balance perfecto entre ejercicios prácticos, dibujos y bonita caligrafía, con el objetivo de que los adolescentes aprendan sobre sentimientos y emociones, y puedan comprender que no hay nada malo en pedir ayuda. Además, “Tu Mundo Emocional” aborda temáticas tan relevantes como saber para qué sirven las emociones o cómo regularlas. Por supuesto, también detalla cada una de ellas, como la rabia, el miedo, la tristeza, el desagrado o la alegría. El libro ya está disponible de manera física en todas las librerías del país, y para quienes prefieren lo digital, también se puede encontrar vía ebook. En Palco conversó con Vania Martínez y Javier Suazo sobre su colaboración en “Tu Mundo Emocional”. Revisa la entrevista a continuación.
Desde su residencia en Sausalito, California, la autora chilena conversó cerca de una hora -de manera virtual- con la prensa Iberoamericana presente, sobre su nueva publicación “El Viento conoce mi nombre”. Una novela que toca un tema muy contingente como es la migración forzada y las consecuencias en los niños, algo que es muy cercano para Allende, quien se reconoce como Eterna Extranjera y quien posee una fundación que apoya especialmente a mujeres y niños migrantes en situación vulnerable con diferentes programas. En esta historia, conocemos a Samuel Adler, un niño austriaco judío, quien perdió a su familia para siempre en 1938, durante la Segunda Guerra Mundial. Su madre lo envió a Gran Bretaña para poder salvar su vida en un tren conocido como Kindertransport. Con el paso de los años, Samuel convertido en adulto mayor, ve en la historia de la niña salvadoreña Anita (separada de su madre al llegar a la frontera mexicana en 2019 escapando de la violencia en su país), su propio triste pasado. Anita, una pequeña ciega, ha quedado a la fuerza sola en el mundo, por lo que se inventa un mundo imaginario que la hace feliz, llamado Azabahar. Dos historias separadas por décadas que se unen en un mismo dolor, que nos hablan del destierro, la soledad y el sacrificio familiar, pero también nos cuenta de esperanza, amistad y solidaridad. “La mecha (la idea) fue que en el 2018 en los Estados Unidos hubo una política de Trump de separar a las familias que pedían refugio o asilo en los Estados Unidos y miles de niños fueron separados de sus padres en la frontera. Algunos eran bebés que estaban amamantando todavía y se los arrancaron de los brazos a las madres. Apareció en la prensa el reportaje de los niños en jaulas llorando, en pésimas condiciones y los padres desesperados.Y nadie pensó en la reunificación cuando el clamor público acabó con esa política, porque ya no se podía sostener, se siguió haciendo de noche y a escondidas, pero ya no era una política oficial. No pudieron reunir a todas las familias porque habían deportado a los padres, no habían seguido la pista de los niños y el resultado es que todavía tenemos 1000 niños que no han podido ser reunificados con su familia. Eso fue lo que me motivó a escribir sobre esa tragedia, porque tengo una fundación que trabaja en la frontera. Me enteré de un caso muy dramático como el caso de Anita. Eso inspiró a Anita. Y, luego, me acordé de que no es la primera vez en la historia que los niños son separados de los padres a la fuerza y ahí me remití a cuando los niños judíos fueron separados de sus padres para salvarlos de los nazis”, indica Isabel Allende sobre la inspiración para escribir esta novela. Pudimos preguntar sobre el porqué del título, “El Viento Conoce mi Nombre”, a lo que la escritora respondió: “El título no lo no lo elegí yo, se le ocurrió a mi agente por una frase que había en el libro, la frase en el libro cuando Anita dice, bueno, el viento conoce mi nombre, es porque a los niños como los mueven de un lado para otro, para que no se pierdan en el sistema les ponen un número. Además, muchas veces son tan chiquitos que ni siquiera saben su nombre, o son incapaces de decirlo de manera que una persona que habla inglés lo entienda porque son niños que vienen de hablar español o maya, o cualquier otro idioma de Centroamérica. Entonces, les ponen un número y Anita quiere que alguien recuerde su nombre verdadero. Ella no es un número, lo cual tiene un cierto eco con el hecho de que a los judíos los marcaban con un número”. En otros temas, Isabel Allende indica que el éxito de “La Casa de los Espíritus”, hace 40 años atrás, pavimentó el camino de su larga trayectoria, pero que también empujó la carrera de otras autoras latinoamericanas que antes habían sido ignoradas. El mercado pudo comprender la existencia de lectoras que estaban ávidas de leer libros escritos por mujeres. Además, si bien reconoce que ha recibido mucho reconocimiento internacional por su trabajo en estas décadas, aclara que “donde más dificultad tuve para ser respetada fue en Chile. En Chile hasta que no me dieron el Premio Nacional de Literatura, me trataban mal. Como siempre pasa uno no es profeta en su propia tierra”. Reconoce también que desde “La Casa de los Espíritus” hasta ahora, tiene más experiencia, lo que ha mejorado su proceso y fortalecido su capacidad creativa e investigativa, pero que sin duda el mayor cambio que ha experimentado es el paso de la máquina de escribir a la comodidad de la computadora con el libro “Eva Luna”. En enero pasado, como es su cábala, la escritora nacional inició el proceso creativo de su nuevo trabajo, del cual no adelantó absolutamente nada. Asegura que no habla de sus libros hasta que están completamente listos.
Por 40 años, Carlos Suárez Cruzat se dedicó de lleno a su profesión de médico cirujano de tórax, especialista en cáncer de pulmón, pero en 2017 su gusto de toda la vida por la lectura se convirtió en amor por la escritura, lo que lo llevó a tomar diversos talleres de literatura, hasta llegar a un Magíster de escritura creativa en la UAI, del cual egresó. Una vez llegada la pandemia, y por tener más de 60 años, fue enviado a casa, y es allí cuando dio rienda suelta a su creatividad, para finalmente dejar la medicina por su pasión literaria. “En el Óvalo de Luz” es su primera publicación que incluye 10 relatos muy cosmopolitas, donde desnuda las emociones humanas, nos habla del amor, los miedos, la soledad, el deseo. Cada relato con su propia voz narrativa. Un interesante libro que ya se encuentra a la venta, mientras ya trabaja en un par de nuevos proyectos. En Palco conversó con el escritor nacional y esto es parte de los que nos contó. ¿Cómo te decides a cambiar totalmente de carrera? Voy a contestarte esto, haciéndote un cuento por el lado, primero. Esto me lo han preguntado muchas veces, después de que yo mismo me lo he preguntado muchas veces durante todos estos años. Ahora último he pensado que el chamán de la tribu, el médico brujo, hace las dos cosas. Por un lado es el curandero y por otro lado, es el viejo que cuenta historia. O sea que lo que yo hice fue que dentro de este rol chamánico histórico de nuestra sociedad he cambiado un rol por el otro. Pasé de ser predominantemente médico brujo, a ser el viejo que cuenta historias, que es un rol que hoy me queda cómodo, creo que las historias del chamán le quedan super cómodas al contador de historias, porque le fabricaron una cantidad de insumos superior a los que la media de la gente puede acceder. Porque el doctor recibe muchas confesiones. Ve muchas veces la cara B o C de las personas, no ve la máscara que se ponen en la mañana, uno se entera de todo, en realidad, y eso sirve para que uno se mire al espejo y vea que en realidad está que se puso en la mañana, no era tan de uno como esta otra, o esta otra que que eran mejores. Entonces, gradualmente lo que me pasó a mí, al menos, es que después de haber sido siempre un buen lector, porque la familia lo empuja a uno a eso, la pasión literaria empezó como a ganarle a la pasión quirúrgica, la pasión de esta especialidad de tanto tiempo. También pasa que los cirujanos de cirugías muy grandes como esto del cáncer pulmonar, necesitamos de mucha condición física. Y a los 60 años uno como que empieza a perder condiciones físicas, empieza a ver menos bien, empieza a tener menos resistencia física para estar muchas horas de pie, a tener menos fuerza y no es bueno. Creo que eso también influyó, yo siempre miré con preocupación a los médicos que envejecían y empezaban a hacer las cosas peor, o a los futbolistas que envejecen y empiezan a hacer las cosas peor. Entonces, quería hacer este paso precozmente. Retirarse como en el mejor momento. Sí, retirarse en el mejor momento. Claro, que todo el mundo dijera, pero ¿Cómo se va a ir ahora? Sí, ahora, justo, es lo que yo creo que debieran hacer la mayoría, pero esto es una decisión que es personal. Literatura ha ido creciendo, creciendo, creciendo como pasión. Además, me tocó esto de la pandemia que en principio vimos muchas cosas, y después, como era mayor de 60, nos mandaron para la casa, porque se empezaron a morir los colegas de mi edad. En la casa empecé a escribir más y a tomar más talleres de literatura, y a ver qué podía vivir encerrado en la literatura, tal vez más contento que haciendo medicina. ¿En qué época de tu vida llega la escritura? Tarde, después de los 50, yo creo que por ahí, por el 2015, 2016 empezó. Empecé a asistir a talleres literarios. Los primeros del literario que eran poco participativos, pero que eran como de asistencia, a talleres poéticos y gradualmente, por suerte, caí en un taller de literatura del GAM, que hacía Nicolás Cruz Valdivieso, y los talleres de él son especialmente participativos. Porque aparte de que él te enseña un poco de teoría durante una fase de este taller que durante horas, después tu obligación es escribir, leer algo que tú escribiste, escuchar las críticas de tus compañeros, escuchar lo que escribieron tus compañeros con el mismo tema, entonces uno va desarrollando dos cosas, el hábito creativo, el oído cuerdo para las críticas, no enfurruñarse y ofenderse, porque le dicen que uno está mal. ¿Qué te gusta leer? Leo todo y ahora es una enfermedad, leo todo, todo. Hasta el catálogo del auto. En este minuto, lo que estoy leyendo más es latinoamericanas. Chilenas, argentinas, ecuatorianas, latinoamericana. Creo que el boom femenino latinoamericano de hoy va a ser evaluado en 15 o 20 años más, porque nos falta a distancia, como fue el boom latinoamericano de los 60-70, que fue predominantemente masculino por el momento, por el momento evolutivo de la sociedad. Pero en este momento, en que las mujeres han tomado como el control del escenario, creo que lo están haciendo muy bien. Ve la entrevista completa en el siguiente video.
Con solo dieciséis años, Valentina Muñoz fundó la Asociación de Mujeres Jóvenes por las Ideas (AMUJI Chile), y a los dieciocho fue reconocida por el Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación como la programadora más joven en contribuir en la construcción de la Política de Inteligencia Artificial. Conocida en redes sociales como “Chica Rosadita” y considerada una precursora de la rama STEMinista del feminismo, a su corta edad Valentina ha trabajado por visibilizar a las mujeres jóvenes en áreas STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) y por reducir la brecha digital en Latinoamérica, recibiendo diversos reconocimientos tanto a nivel nacional como internacional. Además, en 2021 fue nombrada Defensora de los Objetivos de Desarrollo Sostenible para las Naciones Unidas, siendo la primera mujer latina en el cargo. Siguiendo la línea del STEMinismo, ahora Valentina, quien actualmente estudia Ingeniería Civil en Informática, se ha embarcado en una nueva aventura: publicar su primer libro de ficción protagonizado por su alter ego, Chica Rosadita. “Chica Rosadita y la gran Hackatón” es la primera novela middle grade escrita por Valentina. Recomendado para niñas y niños a partir de los 8 años, el libro busca reflexionar sobre la importancia de erradicar los estereotipos de género desde la infancia a través de la historia de Rosita, una niña que sueña con ser programadora y está muy entusiasmada en poner sus conocimientos a prueba en el nuevo taller del colegio. El problema es que el profesor a cargo no piensa lo mismo, porque asegura que la programación es sólo para “niños hombres”. Esto provocará la rabia de Rosita, que incluso hará que le salgan canas rosadas, pero la muchacha no se dará por vencida y hará lo posible por demostrar que la tecnología y los derechos digitales no tienen género. Con una lectura sencilla, directa y divertida, “Chica Rosadita y la gran Hackatón” es un didáctico y emocionante trabajo que, acompañado de bonitas ilustraciones y actividades como sopas de letras o cuestionarios, permitirán a niñas y niños saber más sobre la programación. Un material ideal para tener en las salas de clases. Según Valentina, espera continuar la saga de Rosita con más aventuras para seguir enseñando a los más pequeños sobre el mundo de la programación digital. En Palco conversó con Valentina Muñoz “Chica Rosadita” sobre su primer libro, su trabajo como activista, sus próximos proyectos y mucho más. ¿Cómo nació la idea de escribir “Chica Rosadita y la Gran Hackatón? Rosita es muchas partes de mí misma, y la historia de ella también son cosas que a mí me pasaron, porque yo fui a un taller de robótica cuando tenía como 12 años, hasta los 15 y, efectivamente, mi profesor a cargo del taller era una persona súper machista, súper adultocéntrica, nos estaba bajando todo el rato. Era como: “Ah no, es que eso no va a funcionar; ah no, es que yo soy el adulto y yo sé cómo funcionan las cosas”. A mí eso me marcó mucho, y fue como en los inicios de mi periodo como activista y dije: “¿cómo puedo graficarlo en una historia para niños y niñas en la que no necesariamente sea un antagonista o un villano? No quería que se planteara que una persona con estos perjuicios necesariamente es una persona mala, sino que es una persona a la que le falta aprender mucho y que nosotros podemos contribuir también a que su mente se abra a un mundo de posibilidades. ¿Crees que aún hay prejuicios en el mundo de la programación y la tecnología, respecto de que es un rubro sólo para hombres? Sí, muchísimo. De hecho, ahora que entré a estudiar a la Universidad, también me he dado cuenta de cómo evolucionan estos prejuicios del colegio a una instancia como la Universidad. Yo estoy estudiando ingeniería civil informática en la Santa María, y en la mayoría de mis clases, soy la única mujer o hay dos más, máximo. Entonces la brecha de género está súper presente. También de repente hay comentarios de profesores que son fuera de lugar, como “la niña” o “la señorita”, y siempre está haciéndote sentir como que hay alguien que no corresponde allí, y no es así. La tecnología es para todas las personas. ¿Qué tal fue la experiencia de escribir tu primer libro? La verdad, siempre quise escribir un libro. Era como mi sueño de chiquitita, de hecho, escribía mis libros en papel, después los corcheteaba, así como autopublicando desde que tenía 6 años. (Risas) Mi familia se acuerda mucho de eso, de que yo siempre quise publicar un libro. Un día me llamaron de la editorial y me invitaron a conocer la editorial, fui y salí con que iba a escribir un libro, entonces fue como el sueño de mi vida. Y claro, fue algo que hice muy rápido, la historia de Rosita como tal, el hilo narrativo, porque ya sabía todo lo que quería contar y porque era parte de mi historia. En lo que más dediqué y gasté mucho tiempo fue en las actividades, todas las actividades las hice yo, la sopa de letras, todo. Quería enfocarme en que las actividades estuvieran muy bien armadas, en que fueran didácticas, pero también educativas. Siempre vi este libro como que fuera un juego, quería que los niños pudieran leerlo, pasarlo bien y a la vez aprender a programar. Revisa la entrevista completa a continuación: