“En Busca De Las Entrañas Del Hielo”, conversamos con su autor Juan Francisco Lecaros
El libro recopila las principales exploraciones a la Antártica realizadas en el siglo XX.
Escrito por el empresario Juan Francisco Lecaros, el libro “En busca de las entrañas del hielo: La edad heroica de la exploración antártica” recopila las principales exploraciones del siglo XX al continente blanco, protagonizadas por hombres como Ernest Shackleton o el mítico piloto chileno Luis Pardo, quienes se convirtieron en leyendas de las páginas más gloriosas sobre exploraciones.
Conocedor de los vientos salvajes de la Antártica, en este tomo el autor reconstruye con gran precisión y detalle, la historia de este territorio y de las campañas que han permitido al ser humano conocerlo. ¿Qué fue lo que motivó a hombres a embarcarse en viajes donde se arriesgaban a morir congelados o devorados?
En busca de las entrañas del hielo, además de funcionar como retrato de una época, es un homenaje a la curiosidad y la tenacidad de aquellos pioneros que agrandaron el mundo. Pero, sobre todo, es un texto que se lee como la mejor de las novelas de aventuras, porque muchas veces, la realidad supera la ficción.
En Palco conversó con Juan Francisco Lecaros sobre su nuevo libro “En Busca de las Entrañas del Hielo”, sobre su proceso de investigación, y mucho más.
¿De qué se trata este nuevo libro?
Mira en dos palabras, se trata de la exploración Antártica, del intento primero de poner una estaca, la bandera de los países en el centro de los polos, porque hablo de Antártica y Ártico. Y después la segunda parte del libro se trata de de un particular explorador, Shackleton, que en vista de que ya otros países, porque él era inglés, otros países habían puesto esta bandera en el en la latitud 90, el tipo hace una cosa completamente increíble que dice, voy a cruzar de punta a cabo la Antártica. Es una locura. 40 años después se logró y el tipo en realidad no alcanza ni siquiera poner pie en el continente, porque el barco en el cual iban, los hielos lo empiezan a apretar, a presionar, a destruir, y estos tipos tienen que abandonar el barco y viven flotando en los hielos, después en una isla, en fin, es poco toda la aventura durante 500 días.
Entonces, eso es básicamente las historias, además, muy cercanas a nosotros, no tan conocidas y absolutamente increíbles. El frío, la incertidumbre de la alimentación, no tenían el menor control a donde iban, porque van flotando, llevando y tirando a la rastra tres botes salvavidas que finalmente les permitieron salvarse. Tiene la intervención del piloto Pardo, que a lo mejor es un nombre que a todos los chilenos nos suena, así como el teniente bello te veo, y este tipo logra rescatarlos a los náufragos en una isla y final feliz. Pero fue una historia de un esfuerzo increíble. Monumental.
Son historias reales, y ahí uno se da cuenta que muchas veces la realidad supera la ficción.
Este es absolutamente el caso. Qué buena expresión. Es absolutamente, sí, y déjame contarte una infidencia. Ellos, por ejemplo, el día lunes tenían 20º bajo cero, vientos del noroeste de no sé de cuántos nudos, incertidumbre en la comida, problemas de convivencia y el martes era a lo mismo, y el miércoles era lo mismo, el viento a lo mejor de en vez de ser del noroeste, era del sureste, pero en el fondo lo mismo.
Entonces, me costó abordar el texto sin una monotonía, a lo mejor increíble la monotonía, pero monotonía al fin.
Y, por suerte, estos exploradores llevaban muchos diarios de vida, muchos de ellos llevaban diarios, eran gente culta. Eran científicos, pintores, además de los tripulantes, y, entonces, los diarios te entregan un sabor del detalle, de la perspectiva distinta frente al mismo suceso. Trate de llenarlo de anécdotas un poco para que fuera un relato como de ficción, y eso me ayudó mucho. Porque había un tipo que se enfermó del estómago y otro que lo tuvieron que operar de la gangrena y cortarle los pies, te fijas. Hay esas cosas que es como un relato en paralelo, por así decir.
Son como relatos épicos de alguna manera.
Claro, y simples, porque se enfermaban de la guata, porque comían siempre lo mismo, focas, pingüinos y lobos. Focas, lobos y pingüinos. Al final imagínate el estómago.
Tú eres empresario, eres fundador de una fundación. ¿Pero en qué momento surgió esta idea? ¿Qué te llamó a ti la atención de la Antártica?
Me llamó la atención, primero, que cuando uno ve las películas la antártica desde una belleza y un terreno, un continente un poco de utopía, porque en el fondo, sin gobiernos, sin actividad comercial, sin legislación, es muy propicio para la ciencia, es el continente utópico en realidad que tenemos, pero lo que más me impresionó es este espíritu de expedición. Esto de lanzarse fuera de tu comodidad, de tu orden, de tu convención, hacia lo desconocido.
Una de las cosas que más me sorprendió es que estos tipos, a pesar de las pellejerías que vivieron, del frío... Yo trabajo en el mundo del alimento congelado, me he metido en cámaras de -20 grados durante 5 minutos, y tú dices en esta cuestión yo no puedo vivir, te mueres, y estos tipos -20, -30º. Lo que más me extrañó es que muchos de estos tipos, empezando por Shackleton, que fue el líder, el jefe, como le decían, volvió a la Antártica y tú dices, ¿volvió a qué?
Porque ya no tenía mucho sentido volver y consiguió financiamiento, ¿a qué volvió?
Yo la conjetura, ni siquiera lo planteo como hipótesis, porque cada uno lo lee como quiere, pero yo creo que volvió porque encontraba en la Antártica una vida de enorme sentido. Cada día era un triunfo. Y así un triunfo tras otro le permitió llegar prácticamente a los 1.500 días. Volvió a buscar un sentido que era simplemente sobrevivir.
La entrevista completa con el autor, la puedes ver en el siguiente video: