Denominación de Origen es de esas películas entrañables, que te hacen reír a carcajadas, pero que también invita a la reflexión. Tomás Alzamora (La Mentirita Blanca) nos regala una cinta híbrida, que mezcla la realidad con la ficción, y que nace a partir de un hecho verídico. Representantes de la localidad de San Carlos deben devolver el premio a la Mejor Longaniza en la Fiesta de la Longaniza de Chillán en 2018, sólo por no pertenecer de la ciudad organizadora. La trama se desencadena con este hecho, y como lo que ocurrió afectó a toda una población. A partir de ahí, cuatro personas comunes y corrientes no van a descansar hasta devolverle a San Carlos su sitial con respecto al preciado embutido, se trata de Luisa ( Luisa Marabolí), una dirigenta vecinal, san carlina de adopción; el Tío Lelo ( Exequías Inostroza), un hombre de edad, humilde y pequeño productor de longanizas; DJ Fuego ( Roberto Betancourt) un músico local y el típico busquilla; y del abogado chanta, pero buena persona, Juan Peñailillo ( Alexis Marín). Juntos formarán el MSPLSC, o sea el Movimiento Social por la Longaniza de San Carlos, en el que intentarán unir -no sin muchas dificultades- a toda una comunidad en la lucha por dar el sello de 'denominación de origen' a la producción de este famoso embutido. Una película que atrapa al espectador de principio a fin, en el que el trabajo de Alzamora denota originalidad, libertad y, además, el compromiso que siente con San Carlos, su ciudad natal. Una producción que, aunque parezca ilógico, está tan bien pensada como improvisada, con una historia que en ciertos momentos puede identificarnos a cualquiera, cuyos personajes son entrañables y divertidos, pero que nos dejan grandes lecciones, así como también grandes sonrisas. Para quienes no somos de la localidad, probablemente el tema de la longaniza es una buena excusa para darnos un rato de entretención simple, aunque de calidad, pero para los sancarlinos el tema es algo más que serio. El trabajo en equipo, la importancia de la identidad, del esfuerzo y el sentido de pertenencia, son temas centrales en Denominación de Origen. La gran selección de casting, todos actores naturales y de la zona, menos Luisa que es de Valparaíso, hacen de esta película algo grande, imperdible y muy recomendable de visitar en salas de cines, donde ya está disponible desde el 24 de abril.
La Leyenda de Ochi es de esas cintas que rememoran las grandes películas infanto-juveniles de fantasía y aventuras de los años 80 y de principios de los 90. Apenas comienza se vienen a la cabeza cintas como ET, Mi amigo Mac, Willow o La Historia sin fin, desde la escena de créditos de inicio a la textura de la imagen, pasando por la narrativa, todo nos remonta a esa época, incluso su director, Isaiah Saxon, asegura que no se utilizó nada de efectos con CGI, fue hecha 'a la antigua'. La trama nos presenta a Yuri ( Helen Zengel), una chica que vive en una zona fría y aislada -Isla de Carpatia- junto a su padre, Maxim ( Willem Dafoe), un tipo algo excéntrico y estricto que aún reciente el abandono de su mujer, Dasha (Emily Watson), el que se dedica a cazar Ochis, especie salvaje que supuestamente lo separó del amor de su vida. Este hombre tiene un pequeño ejercito de adolescentes hombres que lo ayudan a combatir. Petro ( Finn Wolfhard) es uno de ellos, un huérfano en quien vuelca sus esperanzas, dado que su hija, no es lo que él espera, Yuri es pacífica, aunque fanática del heavy metal, y de cierta forma la chica le recuerda a diario la traición de Dasha. Un día en el bosque, Yuri fastidiada del patetismo de su padre, encuentra a un bebé Ochi atrapado en una de las tantas trampas que Maxim pide poner en el lugar. Ella se enternece con este pequeño e indefenso ser herido, además de sentir curiosidad. Una vez liberado, ella lo cobija y comienza una travesía para devolver al bebé a su familia. En el camino no solo deberá sortear obstáculos, sino que también se reencontrará con su madre, con quien también está resentida. Pero por sobre todo descubrirá una habilidad especial, la de poder comunicarse y sensibilizar con los Ochi, ya que ellos se conversan por medio de sonidos agudos melódicos, los que ella casi de forma espontánea puede realizar. La protagonista, es muy similar en trasfondo a otros niños presentados en películas de fantasía de los ochenta. La típica chica que siente que no pertenece a su entorno y que aprende a ver la vida de otra manera y a ser feliz o a reencontrarse con los suyos gracias a un ser fantástico que le ayuda a tener perspectiva y a vivir momentos mágicos. Puede ser un poco lenta durante la primera media hora, pero de todas formas engancha. Tiene una estética que atrae a los nostálgicos y que puede causar curiosidad en los más jóvenes, por lo mencionado al comienzo de esta nota. Se trata de una película para la familia, compleja dentro de su sencillez, coherente con su verdad, pero no para niños menores de 10 años. Tiene mucha oscuridad, pero también pequeños toques de humor, y la luz de la esperanza. La historia nos habla de los lazos afectivos, de los miedos, de la amistad, la lealtad y de los traumas. De A24, Leyenda de Ochi, llega a cines este 24 de abril.
Con una historia conmovedora y llena de esperanza sobre la inmigración, el destacado director británico Ken Loach, de 88 años, continúa su legado en el cine social. En su última entrega “El viejo roble”, que se estrena este jueves 17 de abril en Chile, retrata las adversidades que afronta una familia siria que escapa de la guerra y se va a vivir a un pequeño pueblo del norte de Inglaterra. Allí los residentes ven a los recién llegados como una amenaza, porque creen que les darán todos los beneficios a ellos y que la gente de la zona que necesita ayuda quedará a la deriva. Mientras los nuevos vecinos se instalan uno de los lugareños se entera que compraron una casa a un precio muy bajo. Esto lo hace enojar, porque a él una vivienda similar le costó mucho más dinero. Al indagar la situación, descubre que no es un privilegio, sino que las viviendas en el sector están devaluadas, porque cerraron las minas y mucha gente se fue de la ciudad, pero igual siente que es injusto. Esta familia de refugiados, compuesta por una madre y tres hijos, recibe un trato hostil en las primeras semanas. De hecho, el mismo día que llegan al pueblo un hombre le quita a Yara, la hija mayor, su cámara y la rompe. Ella le exige que la repare, pero él se niega. Afortunadamente, Tommy Joe Ballantyne ( Dave Turner), dueño de “El viejo roble, el último pub que queda en el pueblo, ve todo lo ocurrido y vende unas cámaras antiguas que tiene y con el dinero paga el arreglo del equipo. La joven agradece mucho este acto de bondad, porque la cámara tiene un valor sentimental muy importante para ella, ya que su padre, quien fue encarcelado en Siria durante la guerra, se la regaló para que cumpliera su sueño de ser fotógrafa. A partir de este momento, se forma una amistad entre Yara ( Ebla Mari) y Tommy Joe Ballantyne, que se va fortaleciendo con el tiempo. Ambos se dan cuenta que hay mucha necesidad en el pueblo y deciden abrir un comedor comunitario en las dependencias del bar. Su lema es “si comemos juntos, permanecemos juntos”. Para ellos esto no es caridad, sino solidaridad. Muchas familias participan y agradecen la iniciativa, porque significa una gran ayuda. Pero justo cuando el pueblo se está uniendo y los pobladores avanzan juntos en pro de un mismo objetivo, un grupo de lugareños boicotea el proyecto hasta lograr que el comedor comunitario se cierre. La razón: están molestos, porque habían solicitado el lugar para hacer reuniones vecinales, pero Tommy Joe no se los prestó para evitar conflictos, ya que el ambiente estaba tenso. Por esto, sienten que les arrebataron el único espacio público que les quedaba. Con este drama social el cineasta Ken Loach muestra que en la clase trabajadora no hay bandos ni enemigos, porque todos luchan por lo mismo, y que permanecer unidos, y ser solidarios y empáticos unos con otros es un acto de rebeldía, de resistencia en estos tiempos de división. El director una vez más apostó por un elenco de actores no profesionales para darle más realismo a la historia y lo consigue, porque en algunos momentos pareciera que es un documental que retrata el diario vivir de un lugareño del pueblo. Con “El viejo roble” se cierra la trilogía no oficial de Loach. Esta comienza con la película “Yo, Daniel Blake” (ganadora de la Palma de Oro en Cannes), que aborda la burocracia y la precariedad en el trabajo. Le sigue “Lazos de familia”, que se centra en la economía del delivery y la explotación laboral. De las tres, la cinta que se estrena este jueves 17 de abril es la más esperanzadora. Este largometraje podría ser la última pieza cinematográfica del director británico, de ser así se despediría siendo fiel a su estilo y al mensaje que le interesa transmitir.
El director y productor Ryan Coogler (Creed, Black Panther) vuelve a la cartelera con “Pecadores” o “Sinners”, una historia que viaja por distintos géneros hábilmente, cuyos principales atractivos son la música (blues y ritmos afroamericanos) y la potente edición de imagen y sonido, lo que le regala una agilidad de impacto a sus más de 2 horas de metraje. “Pecadores” se sitúa en la década de los 30, durante la segregación racial en Estados Unidos, cuando dos hermanos gemelos, Stack y Smoke ( Michael B. Jordan), vuelve al sur del país -a su pueblo natal- luego de buscar fortuna en Chicago, aparentemente trabajando con la mafia. Ellos desean montar un club nocturno donde la música sea un motor importante, por eso reclutan a su tímido primo, Sammie ( Miles Caton), quien es un prodigio del blues, pero que vive reprimido por su padre pastor. Además, suman al equipo a viejos amigos y a sus ex parejas. La idea de este local es redimirse de su vida pasada, comenzar de cero y crear un lugar especial de libertad y diversión para los afroamericanos de la zona, para su gente. Sin saberlo, una poderosa fuerza maligna los espera para enfrentarlos a sus miedos y acciones pasadas, a cada uno le toca lo suyo. También puede leer sus anhelos para ganarlos. La maldad no distingue raza y tiene su propia música para atraparlos, cual serpiente encantada. Drama racial, thriller, musical, película de vampiros, difícil definir a “Pecadores”. Tan humana como surrealista, además -como mencionaba anteriormente- la música es un elemento vital en esta cinta, refleja los sentimientos, las emociones, la historia y el legado de una cultura, que luego también será parte del futuro. Esta película es muy entretenida, y a pesar de algunos pequeños vacíos en su trama y desarrollo de personajes, merece ser vista y considerada como una de las buenas producciones en lo que va del año. En cines desde el 17 de abril. Recomendada para vivirla en IMAX.
La Niña de Mis Ojos se basa en la novela semi autobiográfica del taiwanés Giddens Ko, que ya tuvo una versión cinematográfica en 2011, en su país de origen. Ahora, Corea del Sur nos regala una nueva mirada de esta historia sobre el primer amor adolescente, protagonizada por dos también estrellas pop de ese país, Jung Jin-young (La Reina de las Lágrimas, Miss Granny, My First First love) y Dahyun de la banda de chicas Twice, quien hace su debut en la pantalla grande. Ella interpreta a una joven y correcta chica de secundaria, Seon-ah, quien estudia duro para ojalá entrar a la mejor universidad, y así tener un gran futuro profesional; mientras que a su compañero de clases, Jin-woo, solo le interesa pasarla bien con sus amigos -los que idolatran en silencio a Seon-ah- y molestar a quien se le ponga por delante. El estudio no es algo relevante, ni lo que venga a futuro, después de todo sigue los pasos de su papá, un simpático hombre que vive a la sombra de su esposa y se dedica a inventar platillos en casa. Después de una broma que le sale mal a Jim-woo en la sala de clases, él y Seon-ah terminan por conocerse mejor, y a pesar de sus diferencias, ella saca lo mejor de él y él le da más sabor a la vida de ella. Mientras más comparten, más cerca se encuentran, naciendo entre ellos un amor puro, lleno de admiración mutua. Tanto la mejor amiga de ella, como los amigos de él, son testigos y parte relevante de este cándido romance. A lo largo de los años, desde la escuela secundaria y hasta después de la universidad, vemos como evoluciona su relación, como los afecta su entorno, los amigos y sus propias reglas. Una trama entrañable, emotiva y nostálgica que además saca una que otra sonrisa. Es como la vida misma, a veces simple, a ratos compleja, con personajes nacidos en una cultura totalmente diferente a la nuestra, pero con los que todos nos podemos identificar de una u otra manera. Esta película llega a cines del país el 10 de abril. Especial para los fanáticos de la cultura surcoreana y para los que gustan de una buena película romántica.
Denominación de Origen es de esas películas entrañables, que te hacen reír a carcajadas, pero que también invita a la reflexión. Tomás Alzamora (La Mentirita Blanca) nos regala una cinta híbrida, que mezcla la realidad con la ficción, y que nace a partir de un hecho verídico. Representantes de la localidad de San Carlos deben devolver el premio a la Mejor Longaniza en la Fiesta de la Longaniza de Chillán en 2018, sólo por no pertenecer de la ciudad organizadora. La trama se desencadena con este hecho, y como lo que ocurrió afectó a toda una población. A partir de ahí, cuatro personas comunes y corrientes no van a descansar hasta devolverle a San Carlos su sitial con respecto al preciado embutido, se trata de Luisa ( Luisa Marabolí), una dirigenta vecinal, san carlina de adopción; el Tío Lelo ( Exequías Inostroza), un hombre de edad, humilde y pequeño productor de longanizas; DJ Fuego ( Roberto Betancourt) un músico local y el típico busquilla; y del abogado chanta, pero buena persona, Juan Peñailillo ( Alexis Marín). Juntos formarán el MSPLSC, o sea el Movimiento Social por la Longaniza de San Carlos, en el que intentarán unir -no sin muchas dificultades- a toda una comunidad en la lucha por dar el sello de 'denominación de origen' a la producción de este famoso embutido. Una película que atrapa al espectador de principio a fin, en el que el trabajo de Alzamora denota originalidad, libertad y, además, el compromiso que siente con San Carlos, su ciudad natal. Una producción que, aunque parezca ilógico, está tan bien pensada como improvisada, con una historia que en ciertos momentos puede identificarnos a cualquiera, cuyos personajes son entrañables y divertidos, pero que nos dejan grandes lecciones, así como también grandes sonrisas. Para quienes no somos de la localidad, probablemente el tema de la longaniza es una buena excusa para darnos un rato de entretención simple, aunque de calidad, pero para los sancarlinos el tema es algo más que serio. El trabajo en equipo, la importancia de la identidad, del esfuerzo y el sentido de pertenencia, son temas centrales en Denominación de Origen. La gran selección de casting, todos actores naturales y de la zona, menos Luisa que es de Valparaíso, hacen de esta película algo grande, imperdible y muy recomendable de visitar en salas de cines, donde ya está disponible desde el 24 de abril.
La Leyenda de Ochi es de esas cintas que rememoran las grandes películas infanto-juveniles de fantasía y aventuras de los años 80 y de principios de los 90. Apenas comienza se vienen a la cabeza cintas como ET, Mi amigo Mac, Willow o La Historia sin fin, desde la escena de créditos de inicio a la textura de la imagen, pasando por la narrativa, todo nos remonta a esa época, incluso su director, Isaiah Saxon, asegura que no se utilizó nada de efectos con CGI, fue hecha 'a la antigua'. La trama nos presenta a Yuri ( Helen Zengel), una chica que vive en una zona fría y aislada -Isla de Carpatia- junto a su padre, Maxim ( Willem Dafoe), un tipo algo excéntrico y estricto que aún reciente el abandono de su mujer, Dasha (Emily Watson), el que se dedica a cazar Ochis, especie salvaje que supuestamente lo separó del amor de su vida. Este hombre tiene un pequeño ejercito de adolescentes hombres que lo ayudan a combatir. Petro ( Finn Wolfhard) es uno de ellos, un huérfano en quien vuelca sus esperanzas, dado que su hija, no es lo que él espera, Yuri es pacífica, aunque fanática del heavy metal, y de cierta forma la chica le recuerda a diario la traición de Dasha. Un día en el bosque, Yuri fastidiada del patetismo de su padre, encuentra a un bebé Ochi atrapado en una de las tantas trampas que Maxim pide poner en el lugar. Ella se enternece con este pequeño e indefenso ser herido, además de sentir curiosidad. Una vez liberado, ella lo cobija y comienza una travesía para devolver al bebé a su familia. En el camino no solo deberá sortear obstáculos, sino que también se reencontrará con su madre, con quien también está resentida. Pero por sobre todo descubrirá una habilidad especial, la de poder comunicarse y sensibilizar con los Ochi, ya que ellos se conversan por medio de sonidos agudos melódicos, los que ella casi de forma espontánea puede realizar. La protagonista, es muy similar en trasfondo a otros niños presentados en películas de fantasía de los ochenta. La típica chica que siente que no pertenece a su entorno y que aprende a ver la vida de otra manera y a ser feliz o a reencontrarse con los suyos gracias a un ser fantástico que le ayuda a tener perspectiva y a vivir momentos mágicos. Puede ser un poco lenta durante la primera media hora, pero de todas formas engancha. Tiene una estética que atrae a los nostálgicos y que puede causar curiosidad en los más jóvenes, por lo mencionado al comienzo de esta nota. Se trata de una película para la familia, compleja dentro de su sencillez, coherente con su verdad, pero no para niños menores de 10 años. Tiene mucha oscuridad, pero también pequeños toques de humor, y la luz de la esperanza. La historia nos habla de los lazos afectivos, de los miedos, de la amistad, la lealtad y de los traumas. De A24, Leyenda de Ochi, llega a cines este 24 de abril.
Con una historia conmovedora y llena de esperanza sobre la inmigración, el destacado director británico Ken Loach, de 88 años, continúa su legado en el cine social. En su última entrega “El viejo roble”, que se estrena este jueves 17 de abril en Chile, retrata las adversidades que afronta una familia siria que escapa de la guerra y se va a vivir a un pequeño pueblo del norte de Inglaterra. Allí los residentes ven a los recién llegados como una amenaza, porque creen que les darán todos los beneficios a ellos y que la gente de la zona que necesita ayuda quedará a la deriva. Mientras los nuevos vecinos se instalan uno de los lugareños se entera que compraron una casa a un precio muy bajo. Esto lo hace enojar, porque a él una vivienda similar le costó mucho más dinero. Al indagar la situación, descubre que no es un privilegio, sino que las viviendas en el sector están devaluadas, porque cerraron las minas y mucha gente se fue de la ciudad, pero igual siente que es injusto. Esta familia de refugiados, compuesta por una madre y tres hijos, recibe un trato hostil en las primeras semanas. De hecho, el mismo día que llegan al pueblo un hombre le quita a Yara, la hija mayor, su cámara y la rompe. Ella le exige que la repare, pero él se niega. Afortunadamente, Tommy Joe Ballantyne ( Dave Turner), dueño de “El viejo roble, el último pub que queda en el pueblo, ve todo lo ocurrido y vende unas cámaras antiguas que tiene y con el dinero paga el arreglo del equipo. La joven agradece mucho este acto de bondad, porque la cámara tiene un valor sentimental muy importante para ella, ya que su padre, quien fue encarcelado en Siria durante la guerra, se la regaló para que cumpliera su sueño de ser fotógrafa. A partir de este momento, se forma una amistad entre Yara ( Ebla Mari) y Tommy Joe Ballantyne, que se va fortaleciendo con el tiempo. Ambos se dan cuenta que hay mucha necesidad en el pueblo y deciden abrir un comedor comunitario en las dependencias del bar. Su lema es “si comemos juntos, permanecemos juntos”. Para ellos esto no es caridad, sino solidaridad. Muchas familias participan y agradecen la iniciativa, porque significa una gran ayuda. Pero justo cuando el pueblo se está uniendo y los pobladores avanzan juntos en pro de un mismo objetivo, un grupo de lugareños boicotea el proyecto hasta lograr que el comedor comunitario se cierre. La razón: están molestos, porque habían solicitado el lugar para hacer reuniones vecinales, pero Tommy Joe no se los prestó para evitar conflictos, ya que el ambiente estaba tenso. Por esto, sienten que les arrebataron el único espacio público que les quedaba. Con este drama social el cineasta Ken Loach muestra que en la clase trabajadora no hay bandos ni enemigos, porque todos luchan por lo mismo, y que permanecer unidos, y ser solidarios y empáticos unos con otros es un acto de rebeldía, de resistencia en estos tiempos de división. El director una vez más apostó por un elenco de actores no profesionales para darle más realismo a la historia y lo consigue, porque en algunos momentos pareciera que es un documental que retrata el diario vivir de un lugareño del pueblo. Con “El viejo roble” se cierra la trilogía no oficial de Loach. Esta comienza con la película “Yo, Daniel Blake” (ganadora de la Palma de Oro en Cannes), que aborda la burocracia y la precariedad en el trabajo. Le sigue “Lazos de familia”, que se centra en la economía del delivery y la explotación laboral. De las tres, la cinta que se estrena este jueves 17 de abril es la más esperanzadora. Este largometraje podría ser la última pieza cinematográfica del director británico, de ser así se despediría siendo fiel a su estilo y al mensaje que le interesa transmitir.
El director y productor Ryan Coogler (Creed, Black Panther) vuelve a la cartelera con “Pecadores” o “Sinners”, una historia que viaja por distintos géneros hábilmente, cuyos principales atractivos son la música (blues y ritmos afroamericanos) y la potente edición de imagen y sonido, lo que le regala una agilidad de impacto a sus más de 2 horas de metraje. “Pecadores” se sitúa en la década de los 30, durante la segregación racial en Estados Unidos, cuando dos hermanos gemelos, Stack y Smoke ( Michael B. Jordan), vuelve al sur del país -a su pueblo natal- luego de buscar fortuna en Chicago, aparentemente trabajando con la mafia. Ellos desean montar un club nocturno donde la música sea un motor importante, por eso reclutan a su tímido primo, Sammie ( Miles Caton), quien es un prodigio del blues, pero que vive reprimido por su padre pastor. Además, suman al equipo a viejos amigos y a sus ex parejas. La idea de este local es redimirse de su vida pasada, comenzar de cero y crear un lugar especial de libertad y diversión para los afroamericanos de la zona, para su gente. Sin saberlo, una poderosa fuerza maligna los espera para enfrentarlos a sus miedos y acciones pasadas, a cada uno le toca lo suyo. También puede leer sus anhelos para ganarlos. La maldad no distingue raza y tiene su propia música para atraparlos, cual serpiente encantada. Drama racial, thriller, musical, película de vampiros, difícil definir a “Pecadores”. Tan humana como surrealista, además -como mencionaba anteriormente- la música es un elemento vital en esta cinta, refleja los sentimientos, las emociones, la historia y el legado de una cultura, que luego también será parte del futuro. Esta película es muy entretenida, y a pesar de algunos pequeños vacíos en su trama y desarrollo de personajes, merece ser vista y considerada como una de las buenas producciones en lo que va del año. En cines desde el 17 de abril. Recomendada para vivirla en IMAX.
La Niña de Mis Ojos se basa en la novela semi autobiográfica del taiwanés Giddens Ko, que ya tuvo una versión cinematográfica en 2011, en su país de origen. Ahora, Corea del Sur nos regala una nueva mirada de esta historia sobre el primer amor adolescente, protagonizada por dos también estrellas pop de ese país, Jung Jin-young (La Reina de las Lágrimas, Miss Granny, My First First love) y Dahyun de la banda de chicas Twice, quien hace su debut en la pantalla grande. Ella interpreta a una joven y correcta chica de secundaria, Seon-ah, quien estudia duro para ojalá entrar a la mejor universidad, y así tener un gran futuro profesional; mientras que a su compañero de clases, Jin-woo, solo le interesa pasarla bien con sus amigos -los que idolatran en silencio a Seon-ah- y molestar a quien se le ponga por delante. El estudio no es algo relevante, ni lo que venga a futuro, después de todo sigue los pasos de su papá, un simpático hombre que vive a la sombra de su esposa y se dedica a inventar platillos en casa. Después de una broma que le sale mal a Jim-woo en la sala de clases, él y Seon-ah terminan por conocerse mejor, y a pesar de sus diferencias, ella saca lo mejor de él y él le da más sabor a la vida de ella. Mientras más comparten, más cerca se encuentran, naciendo entre ellos un amor puro, lleno de admiración mutua. Tanto la mejor amiga de ella, como los amigos de él, son testigos y parte relevante de este cándido romance. A lo largo de los años, desde la escuela secundaria y hasta después de la universidad, vemos como evoluciona su relación, como los afecta su entorno, los amigos y sus propias reglas. Una trama entrañable, emotiva y nostálgica que además saca una que otra sonrisa. Es como la vida misma, a veces simple, a ratos compleja, con personajes nacidos en una cultura totalmente diferente a la nuestra, pero con los que todos nos podemos identificar de una u otra manera. Esta película llega a cines del país el 10 de abril. Especial para los fanáticos de la cultura surcoreana y para los que gustan de una buena película romántica.