Netflix estrenóMonstruo: la historia de Ed Gein, una nueva incursión de Ryan Murphy en el true crime tras el éxito de Dahmer y los Hermanos Menéndez. Esta vez, el foco está en el llamado “Carnicero de Plainfield”, un hombre enfermo y solitario que en los años 50 horrorizó a Estados Unidos al descubrirse que exhumaba cadáveres y fabricaba muebles, lámparas y ropas con restos humanos. La serie, compuesta por ocho episodios, se adentra en la mente enferma de Gei n, interpretado con intensidad por Charlie Hunnam, en un papel completamente distinto a todo lo que le habíamos visto. Hunnam logra transmitir tanto el patetismo como la perturbación de un personaje marcado por la represión y la soledad. Uno de los mayores aciertos del relato es la presencia de Laurie Metcalf como Augusta, la madre de Gein. Su interpretación es escalofriante: fanática religiosa, controladora y moralmente corrosiva, encarna el núcleo del trauma que definió la vida del asesino. La relación entre ambos se convierte en el verdadero corazón (y pesadilla) de la serie. Murphy, sin embargo, se toma importantes libertades creativas. Monstruo sugiere que Gein habría asesinado a su propio hermano -algo que nunca fue probado oficialmente- y que trabajó como niñero, episodio que la serie transforma en una secuencia de alto impacto. También introduce a la infame Ilse Koch, la “Bruja de Buchenwald”, interpretada por Vicky Krieps, como una suerte de inspiración para las obsesiones de Gein. Si bien es una conexión interesante, no existe evidencia real que los vincule; es una invención dramática. Además, a lo largo de la historia, Murphy amplía el universo de Gein hasta tocar la cultura pop que generó su sombra: vemos a Alfred Hitchcock y Anthony Perkins enfrentando el estreno de Psicosis, y más adelante, el rodaje de La masacre de Texas. Sin embargo, esas escenas colaterales, aunque atractivas para el espectador cinéfilo, a veces rompen el tono del relato principal. El tratamiento de la homosexualidad de Perkins, por ejemplo, resulta excesivo y carente de sensibilidad, desdibujando el propósito narrativo. Visualmente, la serie es impecable: su reconstrucción de los años 40 y 50 es precisa, y la dirección de arte crea una atmósfera opresiva, casi febril. Sin embargo, su ritmo irregular y estructura desordenada le restan fuerza a un relato que podría haber sido más compacto y psicológico. Aun con sus excesos, Monstruo: la historia de Ed Gein ofrece un retrato potente de un hombre que, más que un asesino en serie, fue el reflejo de una sociedad enferma y reprimida. No es un biopic fiel (es mucho más una imaginación), ni tampoco pretende justificar los actos de Gein, pero sí es una exploración sobre cómo nace su monstruosidad. En definitiva, Monstruo: la historia de Ed Gein logra lo que pocas series del género: recordarnos que detrás de los íconos del horror hay historias reales mucho más aterradoras. Gein solo mató a dos personas, pero su sombra sigue viva en Psicosis, La masacre de Texas y El silencio de los inocentes. Quizás ese sea su legado más macabro: ser el hombre que inspiró al miedo. Disponible en la plataforma de Netflix.
Los monstruos más icónicos del cine de horror tienen un mismo origen: un hombre real. Eddie Gein, asesino serial y saqueador de tumbas de Wisconsin en los años 50, vivía como un vecino afable y solitario, pero su deteriorada granja escondía un museo del horror que impactaría para siempre la cultura popular. Bajo los pisos y paredes de su granja, la policía encontró un catálogo del horror: restos humanos desenterrados de cementerios, cráneos convertidos en tazas, piel usada para tapicería y máscaras confeccionadas con rostros. Gein confeccionaba objetos cotidianos con partes de cuerpos, como si la muerte fuera materia prima para su retorcida vida doméstica. Estos descubrimientos estremecieron a Estados Unidos y transformaron su nombre en sinónimo de pesadilla. De esa vida marcada por el aislamiento, la enfermedad mental y una fijación enfermiza con su madre nacieron algunos de los villanos más inolvidables de Hollywood: Norman Bates, Leatherface y Buffalo Bill. Gein no solo fue un criminal, se convirtió en el molde del terror moderno. Ahora, la exitosa antología de Ryan Murphy e Ian Brennan ( Monstruos) regresa con su tercera entrega:Monstruo: La historia de Ed Gein, protagonizada por Charlie Hunnam y con estreno global en Netflix el próximo 3 de octubre. Con un reparto que incluye a Tom Hollander, Laurie Metcalf, Suzanna Son, Vicky Krieps y Lesley Manville, la serie reconstruye cómo un hombre común de Plainfield se transformó en uno de los asesinos más perturbadores de la historia. Dirigida por Ian Brennan y Max Winkler, la producción promete ser la entrega más escalofriante de la saga. Porque si algo demostró el legado de Ed Gein, es que los verdaderos monstruos no se esconden en la ficción, sino en nuestra propia realidad. Revisa el primer adelanto a continuación:
Netflix estrenóMonstruo: la historia de Ed Gein, una nueva incursión de Ryan Murphy en el true crime tras el éxito de Dahmer y los Hermanos Menéndez. Esta vez, el foco está en el llamado “Carnicero de Plainfield”, un hombre enfermo y solitario que en los años 50 horrorizó a Estados Unidos al descubrirse que exhumaba cadáveres y fabricaba muebles, lámparas y ropas con restos humanos. La serie, compuesta por ocho episodios, se adentra en la mente enferma de Gei n, interpretado con intensidad por Charlie Hunnam, en un papel completamente distinto a todo lo que le habíamos visto. Hunnam logra transmitir tanto el patetismo como la perturbación de un personaje marcado por la represión y la soledad. Uno de los mayores aciertos del relato es la presencia de Laurie Metcalf como Augusta, la madre de Gein. Su interpretación es escalofriante: fanática religiosa, controladora y moralmente corrosiva, encarna el núcleo del trauma que definió la vida del asesino. La relación entre ambos se convierte en el verdadero corazón (y pesadilla) de la serie. Murphy, sin embargo, se toma importantes libertades creativas. Monstruo sugiere que Gein habría asesinado a su propio hermano -algo que nunca fue probado oficialmente- y que trabajó como niñero, episodio que la serie transforma en una secuencia de alto impacto. También introduce a la infame Ilse Koch, la “Bruja de Buchenwald”, interpretada por Vicky Krieps, como una suerte de inspiración para las obsesiones de Gein. Si bien es una conexión interesante, no existe evidencia real que los vincule; es una invención dramática. Además, a lo largo de la historia, Murphy amplía el universo de Gein hasta tocar la cultura pop que generó su sombra: vemos a Alfred Hitchcock y Anthony Perkins enfrentando el estreno de Psicosis, y más adelante, el rodaje de La masacre de Texas. Sin embargo, esas escenas colaterales, aunque atractivas para el espectador cinéfilo, a veces rompen el tono del relato principal. El tratamiento de la homosexualidad de Perkins, por ejemplo, resulta excesivo y carente de sensibilidad, desdibujando el propósito narrativo. Visualmente, la serie es impecable: su reconstrucción de los años 40 y 50 es precisa, y la dirección de arte crea una atmósfera opresiva, casi febril. Sin embargo, su ritmo irregular y estructura desordenada le restan fuerza a un relato que podría haber sido más compacto y psicológico. Aun con sus excesos, Monstruo: la historia de Ed Gein ofrece un retrato potente de un hombre que, más que un asesino en serie, fue el reflejo de una sociedad enferma y reprimida. No es un biopic fiel (es mucho más una imaginación), ni tampoco pretende justificar los actos de Gein, pero sí es una exploración sobre cómo nace su monstruosidad. En definitiva, Monstruo: la historia de Ed Gein logra lo que pocas series del género: recordarnos que detrás de los íconos del horror hay historias reales mucho más aterradoras. Gein solo mató a dos personas, pero su sombra sigue viva en Psicosis, La masacre de Texas y El silencio de los inocentes. Quizás ese sea su legado más macabro: ser el hombre que inspiró al miedo. Disponible en la plataforma de Netflix.
Los monstruos más icónicos del cine de horror tienen un mismo origen: un hombre real. Eddie Gein, asesino serial y saqueador de tumbas de Wisconsin en los años 50, vivía como un vecino afable y solitario, pero su deteriorada granja escondía un museo del horror que impactaría para siempre la cultura popular. Bajo los pisos y paredes de su granja, la policía encontró un catálogo del horror: restos humanos desenterrados de cementerios, cráneos convertidos en tazas, piel usada para tapicería y máscaras confeccionadas con rostros. Gein confeccionaba objetos cotidianos con partes de cuerpos, como si la muerte fuera materia prima para su retorcida vida doméstica. Estos descubrimientos estremecieron a Estados Unidos y transformaron su nombre en sinónimo de pesadilla. De esa vida marcada por el aislamiento, la enfermedad mental y una fijación enfermiza con su madre nacieron algunos de los villanos más inolvidables de Hollywood: Norman Bates, Leatherface y Buffalo Bill. Gein no solo fue un criminal, se convirtió en el molde del terror moderno. Ahora, la exitosa antología de Ryan Murphy e Ian Brennan ( Monstruos) regresa con su tercera entrega:Monstruo: La historia de Ed Gein, protagonizada por Charlie Hunnam y con estreno global en Netflix el próximo 3 de octubre. Con un reparto que incluye a Tom Hollander, Laurie Metcalf, Suzanna Son, Vicky Krieps y Lesley Manville, la serie reconstruye cómo un hombre común de Plainfield se transformó en uno de los asesinos más perturbadores de la historia. Dirigida por Ian Brennan y Max Winkler, la producción promete ser la entrega más escalofriante de la saga. Porque si algo demostró el legado de Ed Gein, es que los verdaderos monstruos no se esconden en la ficción, sino en nuestra propia realidad. Revisa el primer adelanto a continuación: