Está película dirigida por Adrian Grunberg (Rambo: Last Blood, Get the Gringo) se vende como una película de terror de tiburones, pero esa es sólo la excusa para desarrollar su historia que nos habla de ambición, ecológica, drama familiar y mitología Azteca, una interesante y original mezcla de elementos para una cinta de tiburones, que con un mejor desarrollo podría haber sido mucho más.

Paul, interpretado por Josh Lucas (Viven!, No me olvides), es un importante ejecutivo de una gran empresa multinacional de combustible. Él junto a su esposa mexicana Inés (la chilena Fernanda Urrejola) y sus dos hijos van de vacaciones a un balneario llamado Bahía Azul, en el cual el matrimonio había estado años atrás. Un lugar próspero donde el empleador de Paul instaló una plataforma petrolera hace años, la que él debe visitar mientras se encuentra allí con su familia.

Al llega al pueblo nada parece ser como recordaban, y por no investigar sobre la situación actual de la zona, más grande su sorpresa. Lo que se suponía sería un lugar lleno de turistas y gente feliz, gracias a la llegada de esta gran empresa y la extracción de petróleo, sólo parece un pueblo fantasma, pobre, cuyos pocos habitantes son hostiles hacia esta ‘familia gringa’. Además, en cada rincón parece haber un marcado culto a una deidad Azteca (Tláloc) para buscar protección.

Poco a poco, y luego de llegar a la plataforma mar adentro, van descubriendo la verdad sobre el impacto de esta instalación en la población y en la naturaleza, la que ahora busca venganza bajo la imagen de un temido megalodón. Paul y su familia deberán tratar de salir de allí con vida, junto a los dos únicos sobrevivientes de la estructura petrolera, mientras una que otra verdad golpeará aún más la vida de nuestro protagonista.

La figura de este endemoniado escualo es sólo una excusa para intentar desarrollar esta historia que, como ya mencionamos, tiene varios elementos, pero que lamentablemente no están muy bien encajados. Tiene la buena intención de dar un mensaje sobre el cuidado de nuestro entorno, pero no se logra del todo. Las situaciones y personajes quedan truncados, no hay un gran desarrollo de ninguno de los asuntos que plantean. Intentan abarcar varias temáticas sin gran éxito. Además, hay demasiados prejuicios en la trama, estereotipos ya muy vistos sobre pobres y ricos, ‘gringos’ y mexicanos, no hay mucha originalidad al respecto.

A pesar de todo lo dicho, la película igual cumple con su función de entretener, y si bien el megalodón no es finalmente la gran vedette de la cinta, si sus apariciones son bastante mejores que las de muchas películas sobre tiburones asesinos que han salido durante los últimos años.