En 1990, Rob Reiner estrena la que para muchos es una de las mejores películas de su filmografía como director, saliendo además de la zona de confort que le han entregado los melodramas y las comedias románticas. “Misery”, basada en el libro homónimo de Stephen King publicado en 1987, es uno de esos thriller psicológicos que mantiene perfectamente la tensión de principio a fin.

Entertaiment Weekly lleva algunos años en modo nostalgia regalándonos reuniones de películas y series que hoy se han convertido en grandes clásicos. “Volver al Futuro”, “Melrose Place”, “Family Ties”, “Clueless”, “Fatal Attraction”, “Buffy”, son sólo algunos de los elencos que han sido entrevistados y fotografiados por el magazine, generando gran expectación en el público. 

Esta vez los seguidores de la historia sobre el famoso escritor y creador de la saga de libros cuya heroína es Misery Chastain, Paul Sheldon (James Caan) y la enfermera fanática de sus libros, Annie Wilkes (Kathy Bates), pueden deleitarse nuevamente al ver a estos dos histriones juntos, evocando a sus afamados personajes.

A Bates, su interpretación de Wilkes le valió un Oscar y un Globo de Oro a la mejor actriz, entre otros reconocimientos, fue definitivamente el rol que marcó su carrera, y así ella misma lo reconoce en la entrevista que brindó para esta reunión, “Decidí que cuando muera voy a ser Kathy ‘Misery’ Bates”.

Por su parte, Caan comenta que su papel de Paul Sheldon, lo ha perseguido en el tiempo, incluso entre risas admite que siempre le preguntan: “¿Cómo están tus piernas, Jimmy?”, haciendo alusión a la ya imborrable escena donde la desquiciada Annie le quiebra los tobillos con un martillo para que no pueda escapar de su cautiverio y siga escribiendo lo que ella desea.

“Misery” es de ese tipo de cintas que no envejecen; mantiene intacto su encanto, y logra agitar al espectador aunque ya sepa lo que va a ocurrir. Abarca conceptos interesantes como el fanatismo extremo y la obsesión, cuenta con dos protagonistas en estado de gracia, con una dinámica entre ellos tan divertida que, como si de una obra de teatro siniestra se tratase, el espectador deja pasar que no hayan más locaciones, y que casi todo ocurra dentro de una casa. Ellos llenan absolutamente todo. Ni exceso de sangre, ni efectos especiales, su realismo es lo que verdaderamente te dejará al borde del asiento.