Priscilla Presley de 77 años sigue tan divina como en su juventud. La viuda del rey, Elvis Presley, subió al escenario del Teatro Caupolicán con una blusa dorada la noche del miércoles 28 de septiembre, para darnos la bienvenida a un concierto sinfónico sin igual, en el que los asistentes podrían recordar las inolvidables canciones del legendario artista de Memphis.

A las 21 horas, ya todo el público estaba instalado en el coliseo ubicado en el centro de la capital, para dar inicio a un show en el que la música, los instrumentos y los videos de antaño son los protagonistas. Nosotros alcanzamos a conseguir entradas en platea baja, una ubicación que, por lo general, tiene buena visión (considerando lo reducido del Teatro), pero que tiene unos asientos bastante antiguos e incómodos. De todas maneras, había un excelente ambiente en el público, que iba desde adolescentes a adultos mayores, todos amantes de la música de Elvis Presley.

El show sinfónico estuvo conducido por el compositor y director de orquesta argentino Damian Mahler. También dentro de la banda había músicos chilenos, que al terminar el concierto tomaron locomoción colectiva para volver a sus hogares.

En el escenario se dispusieron dos pantallas: una pequeña que mostraba distintas presentaciones de Elvis en vivo, que ponía la voz para las canciones que la orquesta acompañaba. Y otra pantalla más grande, atrás de la primera, que por momentos iba colocando collages, footages, letras y distintos complementos para las canciones.

Priscilla subía al escenario de manera intermitente, para ir dividiendo el show por segmentos. En inglés, la actriz nos contaba pequeños momentos de su historia con Elvis, así como el origen de algunas de sus canciones. Estaba acompañada de una intérprete, pero debido a que Priscilla hablaba muy rápido y posiblemente debido al nerviosismo del escenario, la chica no alcanzaba a explicar por completo lo que ella quería decir. Un suceso que causó gracia al comienzo, que no pasó desapercibido por completo.

Uno de los segmentos se llamó “Just Listen” o “sólo escucha”, en el que Priscilla pidió al público que pusiera muchísima atención a la pasión que Elvis tenía al momento de cantar ciertas canciones, porque daba todo su ser en ello. Algunas de las canciones fueron “It’s Now or Never”, “In the Ghetto” (considerado quizás el tema más político o social del cantante), “How Great You Are”, la romántica “Can’t Help Falling in Love” y la canción original de Simon and Garfunkel, “Bridge Over Trouble Water”.

Cerca del final del concierto, Priscilla subió nuevamente al escenario para cotillear un poco de la vida privada que tenían junto a Elvis. En la pantalla pequeña se expusieron fotos y videos caseros con momentos cotidianos en la intimidad de Graceland o, incluso, durante sus vacaciones. La anfitriona comentó que Hawaii era el lugar preferido de Elvis para salir y que la mamá del cantante, con quien era muy apegado, tenía miedo de que viajara a Alemania para unirse al Servicio Militar, porque pensaba que iría a la guerra.

El reparto de canciones fue sumamente variado, “Suspicious Mind”, “Burning Love”, un pequeño medley con sus canciones rocanroleras como “Jailhouse Rock”, un videoclip con “Love me Tender” (su primera película), para finalizar con la bella “If I Can Dream” en el clásico especial de comeback del año 1968.

En definitiva, un excelente show musical para los amantes (y no amantes) del ídolo del rock Elvis Presley, en el que la excelente ejecución de los músicos de orquesta se une de manera maravillosa con la voz de uno de los músicos más importantes de la historia.