Hace 25 años, el cine chileno vivió un pequeño terremoto. En medio de una industria dominada por dramas sociales y comedias costumbristas, un joven director llamado Jorge Olguín estrenabaÁngel Negro (2000), una película que -por primera vez en mucho tiempo- se atrevía a hablar el lenguaje del terror puro. Lo hacía además con la energía de un fan, con el entusiasmo de quien creció viendo las películas de John Carpenter, Dario Argento o Wes Craven, y que soñaba con traer ese espíritu al sur del mundo. La historia es, en apariencia, sencilla: un grupo de excompañeros de colegio comienza a morir uno a uno, asesinados por una figura encapuchada que parece tener cuentas pendientes con el pasado. El esquema es clásico, casi de manual del slasher, pero Olguín le da una identidad propia. La puesta en escena, los colores, el sonido y el montaje revelan un cineasta que entendía el ritmo del horror, y que sabía cómo generar tensión incluso con recursos limitados. Protagonizada por Blanca Lewin, Juan Pablo Bastidas, Andrea Freund y Álvaro Morales, la cinta reunió a un elenco de rostros jóvenes que luego se volverían habituales en la televisión y el cine chileno. Pero lo más llamativo fue su factura,Ángel Negro lucía diferente, moderna, cinematográfica. Una película de género hecha con orgullo local, algo inédito hasta entonces. El impacto fue inmediato. Ángel Negro fue comprada por HBO, estrenada internacionalmente y adquirida por Lloyd Kaufman y Troma, la legendaria distribuidora independiente responsable de títulos como The Toxic Avenger. De pronto, un slasher chileno filmado con bajo presupuesto estaba siendo visto en distintos rincones del mundo. Y lo que en su momento muchos consideraron una rareza, con los años se convirtió en una obra de culto. Más allá de su final predecible, lo que permanece es su espíritu pionero. Ángel Negro demostró que era posible hacer terror en Chile, que existía público, talento y amor por el género. Sin ella, probablemente no habrían llegado después películas como Sangre Eterna, Solos, la aclamada Análogos y próximamente Kalkutún, Juicio a los Brujos. Hoy, al cumplirse 25 años de su estreno, la película regresó a la pantalla grande. Y más allá de la nostalgia, sigue siendo un documento clave del cine chileno: una mezcla de pasión adolescente, cinefilia desbordada y horror auténtico. Ángel Negro no solo abrió las puertas del terror nacional; también nos recordó que los sueños, incluso los más sangrientos, pueden filmarse. Ideal para revisitar este Halloween.
En 1971, Vincent Price protagonizó El abominable Dr. Phibes, una joya del terror británico B tan macabra como divertida, que no se toma del todo en serio y nos presenta a un protagonista enigmático, excesivo y magistral. El doctor Anton Phibes (Price) sufre un terrible accidente que lo deja desfigurado, pero eso no apaga la sed de venganza que siente contra los médicos que no pudieron salvar a su amada esposa, Victoria (Caroline Munro), fallecida durante una cirugía marcada por una aparente negligencia. La forma en que decide acabar con ellos uno a uno no deja de ser original. Inspirado en las plagas bíblicas que azotaron Egipto, Phibes emprende un juego terrorífico que sin duda influyó en sagas modernas como Saw. Su cruzada mezcla horror, humor negro y una estética art decó inolvidable, donde los coloridos sets son tan hipnóticos como perturbadores. La música también juega un papel primordial en esta producción. Original de Basil Kirchin, tiene melodías que se mueven entre el misterio, la majestuosidad y la rareza. Phibes no actúa solo, lo acompaña su fiel asistente Vulnavia ( Virginia North), una mujer enigmática e inanimada, que parece más un androide que un ser humano. Otros personajes relevantes son los detectives que intentan dar con el asesino, en una persecución llena de pistas, ingenio y toques de sátira. El abominable Dr. Phibes está lejos de ser perfecta, pero es consideraba una cinta de culto por su originalidad y los riesgos que asume, además de contener una de las mejores interpretaciones de Vincent Price. Un año más tarde, los delirios del doctor regresaron a la pantalla en Dr. Phibes Rises Again (1972), nuevamente dirigida por Robert Fuest. Una secuela aún más delirante que muestra a Anton Phibes decidido a revivir a su esposa, después de todo su amor por ella es el motor de sus locuras. Un filme digno, pero sin alcanzar la genialidad de la primera. Una historia de amor, muerte y venganza con estilo, que incluso en su época contó con una llamativa campaña de marketing para atraer al público. El abominable Dr. Phibes supo ganarse a los espectadores entonces y sigue haciéndolo hoy. Un clásico imperdible para una divertida noche de Halloween, disponible en español latino en Youtube.
¿Te gustan esas historias de zombies con un trasfondo de crítica social que no olvidan una cuota importante de sangre y vísceras? Para los amantes de The Walking Dead o Resident Evil, tan populares en este siglo, tengo una invitación al pasado, a los orígenes de los zombies. Para ello, estimo que es fundamental conocer la obra de su padre creador, George Romero, el cineasta norteamericano fallecido hace algunos años, que logró, a través del apocalipsis provocado por muertos que vuelven a la vida, posicionar a estos seres hambrientos de carne humana como una de las “razas” favoritas de millones de personas en el mundo, y muy valorados por la industria cinematográfica (y también de los videojuegos). En esta ocasión, la invitación es a verDay of the Dead, la tercera película de Romero de este subgénero, que vio la luz en 1985, tras las exitosas (y también fundamentales) Night of the Living Dead (1968) y Dawn of the Dead (1978). En este día de los muertos, la situación está más definida que en las anteriores entregas: son los zombies los que dominan las calles, y sólo son grupos pequeños de sobrevivientes los que aún no han sido contaminados o comidos por los nuevos señores de la Tierra. La película se enfoca en uno de estos grupos, compuesto por científicos y militares que han encontrado refugio en una base militar subterránea. La trama se centra en, por un lado, los intentos de los científicos por resolver el problema, y por el otro, la falta de comprensión de un grupo de militares de bajo rango que proyectan una falsa seguridad y control por el solo hecho de portar un arma. Romero profundiza, en esta tercera película, aún más la dicotomía entre civilización barbarie, tema subyacente principal de una buena película o serie de zombies. La incapacidad del ser humano de dialogar y resolver problemas de manera lógica frente al miedo incontrolable en una situación extrema (en este caso, el apocalipsis zombie), lo lleva a actuar en un nivel básico de instinto de supervivencia que lo termina, finalmente, enfrentándose entre sí y no contra el enemigo común. Esto está muy bien reflejado en esta película, que por cierto es fuente de inspiración a tantas otras. En el momento que la facción de los científicos (civilización) parecen encontrar una forma de dominar a los zombies, quienes comienzan a recordar su pasado humano, la facción de los militares (barbarie) no lo comprende por miedo, y terminan, como siempre, propiciando el fracaso de todo. Day of the Dead es más que una simple película sobre zombies, sangre e intestinos, es un intento para mostrar la complejidad del ser humano frente a situaciones extremas. Sólo basta una pequeña chispa para encender la hoguera del salvajismo, del barbarismo basado en la ignorancia, y eso es lo que precisamente ocurre con el grupo de sobrevivientes en esta producción. ¿Vale la pena verla? Por supuesto.
El director Roger Corman llevó a la pantalla grande varias obras del escritor Edgar Allan Poe durante la década de los sesenta, yEl Entierro Prematuro -también conocida como La Obsesión- es una de ellas, inspirada de forma libre en el relato original. En esta película de terror gótico de bajo presupuesto, se explora uno de los mayores temores de siglos pasados: la catalepsia, un trastorno neurológico que hace que las personas parezcan muertas. En tiempos en que la medicina no contaba con los medios para detectarlo, muchos fueron enterrados vivos, y de ese espanto nace esta historia protagonizada por el ganador del Oscar Ray Milland (The Lost Weekend, Dial M for Murder). Milland interpreta a Guy Carrell, un hombre que descubre que su padre fue erróneamente enterrado tras sufrir un ataque de catalepsia. Desde ese momento, su vida se ve dominada por la obsesión y el miedo a sufrir el mismo destino. La paranoia lo consume y su entorno, lejos de ayudarlo, alimenta su temor por interés o ambición: su hermana Kate ( Heather Angel, Lifeboat, La Sospecha), y su aparentemente comprensiva esposa Emily ( Hazel Court, El Cuervo, La máscara de la muerte roja). Guy no puede dormir. Dedica sus días a idear formas de escapar de la muerte, incluso llega a construir una cripta especial con mecanismos que le permitirían salir si llegara a ser enterrado vivo. Su descenso hacia la locura es inevitable, y el espectador lo acompaña en esa angustia. Ray Milland se luce en esta producción sencilla, pero efectiva, logrando transmitir una desesperación palpable. Es una de esas películas que dejan al público reflexionando sobre sus propios miedos, mucho después de que termina la función. Aunque El Entierro Prematuro es una de las menos recordadas dentro del ciclo Poe/Corman, no por eso es inferior. De hecho, sus temas sobre la obsesión, la muerte y la pérdida de la razón están tan presentes como en las más célebres adaptaciones. Un dato curioso: es la única película de la colaboración entre Roger Corman y Edgar Allan Poe en la que no participa Vincent Price, figura habitual de este ciclo cinematográfico.
Tras el éxito de Saw, el director James Wan (Insidious, El Conjuro) escribió y dirigióDead Silence, conocida en Latinoamérica comoEl Títere. Esta es una historia de terror con mucho suspenso, en cuanto su trama se dirige a resolver un misterio de esos que nacen en el pasado y que llegan al presente cobrándose víctimas. Hasta ahí, nada que no se haya visto, pero el relato que cuenta Wan va un poco más allá, lo que termina con Dead Silence como una de esas películas que, para quienes la vimos, es difícil de olvidar. Todo comienza con la muerte, en extrañísimas circunstancias, de Lisa, la mujer del protagonista, Jamie Ashen. Esta ocurrió tras haber recibido un muñeco ventrílocuo enviado de manera anónima. A pesar de que la policía, encarnada por el detective Jim Lipton (a cargo del actor Donnie Whalberg, quien interpretó en la afamada Band Of Brothers al teniente Lipton… ¿coincidencia?), tiene como principal sospechoso a Jamie, no tiene pruebas en su contra, pero tampoco cree en la participación del muñeco en el asesinato. ¿Qué ocurre entonces? Jamie comienza una frenética búsqueda que lo lleva a conocer secretos del pasado que afectaron tanto a su familia, como a la pequeña localidad de Raven’s Fair. A pesar de ser seguido de cerca por el detective Lipton, todo indica que quien está detrás de todo es una ventrílocua que falleció hace mucho tiempo y que fue brutalmente castigada por el pueblo. ¿Habrá regresado para buscar venganza? ¿Cómo una mujer muerta puede manifestarse a través de su muñeco? Es lo que los protagonistas comenzarán a comprender, en una búsqueda que los acercará a una verdad que probablemente no les agradará. Si bien es una película bastante tradicional en cuanto a su desarrollo, Wan imprime el sello que lo catapultó como uno de los referentes de las películas de terror en el inicio del siglo XXI. Tiene un final, que, si bien no es tan impactante como el de Saw, no deja de tener un giro que te puede sorprender. Te recomendamos esta película para Halloween: podrás conocer a Billy, el singular muñeco que fabricó Mary Shaw y que, como verás, es mucho más que un simple ser inanimado, al igual que Annabelle y el otro Billy, el del triciclo de la saga Saw…¿Qué haría Wan sin sus muñecos?
Hace 25 años, el cine chileno vivió un pequeño terremoto. En medio de una industria dominada por dramas sociales y comedias costumbristas, un joven director llamado Jorge Olguín estrenabaÁngel Negro (2000), una película que -por primera vez en mucho tiempo- se atrevía a hablar el lenguaje del terror puro. Lo hacía además con la energía de un fan, con el entusiasmo de quien creció viendo las películas de John Carpenter, Dario Argento o Wes Craven, y que soñaba con traer ese espíritu al sur del mundo. La historia es, en apariencia, sencilla: un grupo de excompañeros de colegio comienza a morir uno a uno, asesinados por una figura encapuchada que parece tener cuentas pendientes con el pasado. El esquema es clásico, casi de manual del slasher, pero Olguín le da una identidad propia. La puesta en escena, los colores, el sonido y el montaje revelan un cineasta que entendía el ritmo del horror, y que sabía cómo generar tensión incluso con recursos limitados. Protagonizada por Blanca Lewin, Juan Pablo Bastidas, Andrea Freund y Álvaro Morales, la cinta reunió a un elenco de rostros jóvenes que luego se volverían habituales en la televisión y el cine chileno. Pero lo más llamativo fue su factura,Ángel Negro lucía diferente, moderna, cinematográfica. Una película de género hecha con orgullo local, algo inédito hasta entonces. El impacto fue inmediato. Ángel Negro fue comprada por HBO, estrenada internacionalmente y adquirida por Lloyd Kaufman y Troma, la legendaria distribuidora independiente responsable de títulos como The Toxic Avenger. De pronto, un slasher chileno filmado con bajo presupuesto estaba siendo visto en distintos rincones del mundo. Y lo que en su momento muchos consideraron una rareza, con los años se convirtió en una obra de culto. Más allá de su final predecible, lo que permanece es su espíritu pionero. Ángel Negro demostró que era posible hacer terror en Chile, que existía público, talento y amor por el género. Sin ella, probablemente no habrían llegado después películas como Sangre Eterna, Solos, la aclamada Análogos y próximamente Kalkutún, Juicio a los Brujos. Hoy, al cumplirse 25 años de su estreno, la película regresó a la pantalla grande. Y más allá de la nostalgia, sigue siendo un documento clave del cine chileno: una mezcla de pasión adolescente, cinefilia desbordada y horror auténtico. Ángel Negro no solo abrió las puertas del terror nacional; también nos recordó que los sueños, incluso los más sangrientos, pueden filmarse. Ideal para revisitar este Halloween.
En 1971, Vincent Price protagonizó El abominable Dr. Phibes, una joya del terror británico B tan macabra como divertida, que no se toma del todo en serio y nos presenta a un protagonista enigmático, excesivo y magistral. El doctor Anton Phibes (Price) sufre un terrible accidente que lo deja desfigurado, pero eso no apaga la sed de venganza que siente contra los médicos que no pudieron salvar a su amada esposa, Victoria (Caroline Munro), fallecida durante una cirugía marcada por una aparente negligencia. La forma en que decide acabar con ellos uno a uno no deja de ser original. Inspirado en las plagas bíblicas que azotaron Egipto, Phibes emprende un juego terrorífico que sin duda influyó en sagas modernas como Saw. Su cruzada mezcla horror, humor negro y una estética art decó inolvidable, donde los coloridos sets son tan hipnóticos como perturbadores. La música también juega un papel primordial en esta producción. Original de Basil Kirchin, tiene melodías que se mueven entre el misterio, la majestuosidad y la rareza. Phibes no actúa solo, lo acompaña su fiel asistente Vulnavia ( Virginia North), una mujer enigmática e inanimada, que parece más un androide que un ser humano. Otros personajes relevantes son los detectives que intentan dar con el asesino, en una persecución llena de pistas, ingenio y toques de sátira. El abominable Dr. Phibes está lejos de ser perfecta, pero es consideraba una cinta de culto por su originalidad y los riesgos que asume, además de contener una de las mejores interpretaciones de Vincent Price. Un año más tarde, los delirios del doctor regresaron a la pantalla en Dr. Phibes Rises Again (1972), nuevamente dirigida por Robert Fuest. Una secuela aún más delirante que muestra a Anton Phibes decidido a revivir a su esposa, después de todo su amor por ella es el motor de sus locuras. Un filme digno, pero sin alcanzar la genialidad de la primera. Una historia de amor, muerte y venganza con estilo, que incluso en su época contó con una llamativa campaña de marketing para atraer al público. El abominable Dr. Phibes supo ganarse a los espectadores entonces y sigue haciéndolo hoy. Un clásico imperdible para una divertida noche de Halloween, disponible en español latino en Youtube.
¿Te gustan esas historias de zombies con un trasfondo de crítica social que no olvidan una cuota importante de sangre y vísceras? Para los amantes de The Walking Dead o Resident Evil, tan populares en este siglo, tengo una invitación al pasado, a los orígenes de los zombies. Para ello, estimo que es fundamental conocer la obra de su padre creador, George Romero, el cineasta norteamericano fallecido hace algunos años, que logró, a través del apocalipsis provocado por muertos que vuelven a la vida, posicionar a estos seres hambrientos de carne humana como una de las “razas” favoritas de millones de personas en el mundo, y muy valorados por la industria cinematográfica (y también de los videojuegos). En esta ocasión, la invitación es a verDay of the Dead, la tercera película de Romero de este subgénero, que vio la luz en 1985, tras las exitosas (y también fundamentales) Night of the Living Dead (1968) y Dawn of the Dead (1978). En este día de los muertos, la situación está más definida que en las anteriores entregas: son los zombies los que dominan las calles, y sólo son grupos pequeños de sobrevivientes los que aún no han sido contaminados o comidos por los nuevos señores de la Tierra. La película se enfoca en uno de estos grupos, compuesto por científicos y militares que han encontrado refugio en una base militar subterránea. La trama se centra en, por un lado, los intentos de los científicos por resolver el problema, y por el otro, la falta de comprensión de un grupo de militares de bajo rango que proyectan una falsa seguridad y control por el solo hecho de portar un arma. Romero profundiza, en esta tercera película, aún más la dicotomía entre civilización barbarie, tema subyacente principal de una buena película o serie de zombies. La incapacidad del ser humano de dialogar y resolver problemas de manera lógica frente al miedo incontrolable en una situación extrema (en este caso, el apocalipsis zombie), lo lleva a actuar en un nivel básico de instinto de supervivencia que lo termina, finalmente, enfrentándose entre sí y no contra el enemigo común. Esto está muy bien reflejado en esta película, que por cierto es fuente de inspiración a tantas otras. En el momento que la facción de los científicos (civilización) parecen encontrar una forma de dominar a los zombies, quienes comienzan a recordar su pasado humano, la facción de los militares (barbarie) no lo comprende por miedo, y terminan, como siempre, propiciando el fracaso de todo. Day of the Dead es más que una simple película sobre zombies, sangre e intestinos, es un intento para mostrar la complejidad del ser humano frente a situaciones extremas. Sólo basta una pequeña chispa para encender la hoguera del salvajismo, del barbarismo basado en la ignorancia, y eso es lo que precisamente ocurre con el grupo de sobrevivientes en esta producción. ¿Vale la pena verla? Por supuesto.
El director Roger Corman llevó a la pantalla grande varias obras del escritor Edgar Allan Poe durante la década de los sesenta, yEl Entierro Prematuro -también conocida como La Obsesión- es una de ellas, inspirada de forma libre en el relato original. En esta película de terror gótico de bajo presupuesto, se explora uno de los mayores temores de siglos pasados: la catalepsia, un trastorno neurológico que hace que las personas parezcan muertas. En tiempos en que la medicina no contaba con los medios para detectarlo, muchos fueron enterrados vivos, y de ese espanto nace esta historia protagonizada por el ganador del Oscar Ray Milland (The Lost Weekend, Dial M for Murder). Milland interpreta a Guy Carrell, un hombre que descubre que su padre fue erróneamente enterrado tras sufrir un ataque de catalepsia. Desde ese momento, su vida se ve dominada por la obsesión y el miedo a sufrir el mismo destino. La paranoia lo consume y su entorno, lejos de ayudarlo, alimenta su temor por interés o ambición: su hermana Kate ( Heather Angel, Lifeboat, La Sospecha), y su aparentemente comprensiva esposa Emily ( Hazel Court, El Cuervo, La máscara de la muerte roja). Guy no puede dormir. Dedica sus días a idear formas de escapar de la muerte, incluso llega a construir una cripta especial con mecanismos que le permitirían salir si llegara a ser enterrado vivo. Su descenso hacia la locura es inevitable, y el espectador lo acompaña en esa angustia. Ray Milland se luce en esta producción sencilla, pero efectiva, logrando transmitir una desesperación palpable. Es una de esas películas que dejan al público reflexionando sobre sus propios miedos, mucho después de que termina la función. Aunque El Entierro Prematuro es una de las menos recordadas dentro del ciclo Poe/Corman, no por eso es inferior. De hecho, sus temas sobre la obsesión, la muerte y la pérdida de la razón están tan presentes como en las más célebres adaptaciones. Un dato curioso: es la única película de la colaboración entre Roger Corman y Edgar Allan Poe en la que no participa Vincent Price, figura habitual de este ciclo cinematográfico.
Tras el éxito de Saw, el director James Wan (Insidious, El Conjuro) escribió y dirigióDead Silence, conocida en Latinoamérica comoEl Títere. Esta es una historia de terror con mucho suspenso, en cuanto su trama se dirige a resolver un misterio de esos que nacen en el pasado y que llegan al presente cobrándose víctimas. Hasta ahí, nada que no se haya visto, pero el relato que cuenta Wan va un poco más allá, lo que termina con Dead Silence como una de esas películas que, para quienes la vimos, es difícil de olvidar. Todo comienza con la muerte, en extrañísimas circunstancias, de Lisa, la mujer del protagonista, Jamie Ashen. Esta ocurrió tras haber recibido un muñeco ventrílocuo enviado de manera anónima. A pesar de que la policía, encarnada por el detective Jim Lipton (a cargo del actor Donnie Whalberg, quien interpretó en la afamada Band Of Brothers al teniente Lipton… ¿coincidencia?), tiene como principal sospechoso a Jamie, no tiene pruebas en su contra, pero tampoco cree en la participación del muñeco en el asesinato. ¿Qué ocurre entonces? Jamie comienza una frenética búsqueda que lo lleva a conocer secretos del pasado que afectaron tanto a su familia, como a la pequeña localidad de Raven’s Fair. A pesar de ser seguido de cerca por el detective Lipton, todo indica que quien está detrás de todo es una ventrílocua que falleció hace mucho tiempo y que fue brutalmente castigada por el pueblo. ¿Habrá regresado para buscar venganza? ¿Cómo una mujer muerta puede manifestarse a través de su muñeco? Es lo que los protagonistas comenzarán a comprender, en una búsqueda que los acercará a una verdad que probablemente no les agradará. Si bien es una película bastante tradicional en cuanto a su desarrollo, Wan imprime el sello que lo catapultó como uno de los referentes de las películas de terror en el inicio del siglo XXI. Tiene un final, que, si bien no es tan impactante como el de Saw, no deja de tener un giro que te puede sorprender. Te recomendamos esta película para Halloween: podrás conocer a Billy, el singular muñeco que fabricó Mary Shaw y que, como verás, es mucho más que un simple ser inanimado, al igual que Annabelle y el otro Billy, el del triciclo de la saga Saw…¿Qué haría Wan sin sus muñecos?