"Cómo entrenar a tu dragón" (2025): una épica vikinga en live action que honra al original
DreamWorks da en el clavo con una adaptación fiel, vibrante y sorprendentemente emotiva.
En la era de los live action, donde la nostalgia suele convertirse en producto de consumo rápido, “Cómo entrenar a tu dragón” llega como una rara excepción: una película que entiende el valor del material original y que lo adapta con inteligencia y respeto. Para alguien que -como yo- no había visto las versiones animadas, la sorpresa fue mayúscula. Aquí no hay cinismo, ni relecturas forzadas para agradar a los nuevos tiempos: hay aventura, emoción genuina y un relato que encuentra su corazón en los vínculos más humanos.
Dirigida por Dean DeBlois, quien también estuvo detrás de la trilogía animada, esta nueva versión encuentra en Mason Thames (el joven protagonista de “The Black Phone”) a un Hipo entrañable, vulnerable y carismático, que carga sobre sus hombros la transformación de un joven inadaptado en héroe. Su relación con Chimuelo, el dragón que cambia su destino, se siente aún más real y cercana en carne y hueso, gracias al cuidadoso trabajo de efectos visuales y al compromiso actoral. Chimuelo conserva su diseño original, una decisión sumamente inteligente, y su expresividad sigue siendo uno de los mayores encantos del film.
Gerard Butler, retomando el rol de Estoico el Vasto, entrega una de sus mejores interpretaciones recientes: imponente, emocionalmente complejo y con un peso escénico que hacía tiempo no veíamos en el actor. Su reencuentro con el cine épico le sienta de maravillas. Nick Frost, en tanto, aporta el necesario alivio cómico sin caer en caricaturas, encarnando a Bocón con una calidez y simpatía que equilibran perfectamente la historia.
Completan el reparto Nico Parker como Astrid, aportando fuerza, sensibilidad y presencia escénica; Julian Dennison como Patapez, con su carisma habitual y un buen timing cómico; Gabriel Howell como Brusco, en un rol temperamental, pero entrañable; y Bronwyn James junto a Harry Trevaldwyn, quienes aportan textura y diversidad al universo de personajes secundarios, aportando tanto comicidad como humanidad al relato.
El diseño de los dragones es, sencillamente, extraordinario: cada criatura tiene una identidad visual propia, con texturas, comportamientos y movimientos que rozan lo real sin perder lo fantástico. Pero más allá del despliegue técnico, lo que más destaca es el lore detrás de estas criaturas: un universo vasto, bien pensado y lleno de detalles que dan cuenta de una mitología rica, con espacio para crecer y explorar en futuras entregas o spin-offs.
La puesta en escena es otro de los puntos altos: paisajes naturales que remiten al cine clásico de aventuras, barcos vikingos surcando mares embravecidos, y batallas llenas de energía que evocan producciones como “Los vikingos” (1958) de Richard Fleischer. La dirección de fotografía, a cargo de John Mathieson (Gladiator, Logan), le da al film un acabado visual de primer nivel, con especial atención a los contrastes entre la crudeza del mundo humano y la belleza fantástica del mundo de los dragones.
En su núcleo, la película sigue siendo una historia sobre la necesidad de pertenecer, sobre las heridas entre padres e hijos, y sobre cómo, incluso los más distintos, pueden encontrar su lugar y propósito. Es un coming-of-age con garras y fuego, pero también con ternura y humanidad.
En tiempos donde muchas adaptaciones parecen hechas por algoritmos, “Cómo entrenar a tu dragón” brilla por su sensibilidad y coherencia. DreamWorks no solo ha respetado la historia que los fans adoran, sino que ha logrado, en clave épica y familiar, una película que se sostiene por sí sola, incluso para quienes llegan a este mundo por primera vez.
Una adaptación notable, una apuesta ganadora, y uno de los mejores live action que nos ha dado el cine reciente.
Ya está en cines chilenos.