“La llamada final” (The Call) es una cinta de terror de bajo presupuesto, dirigida por un prácticamente desconocido Timothy Woodward Jr., en la que actúan dos actores senior del género: Tobin Bell (Saw) y Lin Shaye (Insidious), quien también es parte de la producción. Ambos son por lejos, lo mejor del filme.

En un comienzo se dejan ver pequeños errores, en especial en el aspecto de diseño de sonido y en la diégesis de la historia. Además, los primeros minutos parece que la trama no va a ningún lado, pero si se le tiene un poco de paciencia, de la mitad hacia adelante, toma un giro interesante, el relato se va haciendo solido, con un propuesta que toma mucho de las cintas del terror de los años ochenta, bebe de alguno de sus clichés, en especial de “Pesadilla”, pero sin perder su toque de originalidad. Claramente, es más que una teen horror movie. Tampoco se puede dejar de mencionar su estética, llena de colores híper contrastados.

La historia se centra en un grupo de amigos. Dos hermanos: Zack, el típico matón y Brett, que lo sigue como perro faldero; Tonya, una rebelde que cree saberlas todas, quien perdió a su hermana pequeña hace años; y el nuevo del pueblo, Chris, que guarda más de un secreto. Juntos deciden ir a molestar -siempre lo hacen- a una pareja de ancianos, exdueños de la guardería donde desapareció la hermana de Tonya. Según ellos, Edith (Shaye) es una suerte de bruja secundada por su marido, Edward (Bell).

Luego de un trágico hecho, los jóvenes, deberán pagar caro cada broma, cada insulto y cada molestia.

En cartelera de cines nacionales desde el jueves 17 de febrero.