Stephanie Smothers (Anna Kendrick) es una joven madre soltera que vive en una ciudad pequeña. Su mejor amiga, la sofisticada Emily Nelson (Blake Lively), desaparece un día repentinamente, por lo que ella comienza su búsqueda ayudada por Sean (Henry Golding), el marido de esta.

Antes de desaparecer, Emily le pide a Stephanie que cuide de su hijo, por lo que ella cargará con ese peso durante la desaparición de su amiga.

Esta historia está basada en la novela homónima de Darcy Bell, y su guion es de Jessica Sharzer (Nerve, Dirty Dancing 2017). Aunque es del 2018, actualmente se encuentra en boga, por ser una de las películas más vistas en la plataforma de Netflix.

Cada protagonista femenina aportará algo potente a la trama. Mientras Stephanie es la mamá perfecta y esmerada, Emily va por la vida luciendo su elegancia, además de ser una mujer poco convencional. 

La intriga es una parte fundamental de la película, si bien no es un thriller como tal, esconde un secreto que mantiene al espectador atento y pendiente de su resolución. Una mezcla de comedia con suspenso, que atrae y genera ciertas expectativas.

Kendrick aporta todo su carisma en un papel hecho a la medida, donde se destaca como un ejemplo de mujer 'aperrada' y sociable. Mientras que Lively entrega una interpretación misteriosa y sofisticada, de una mujer a la que no es fácil leer. Ambas son actrices versátiles que logran una gran química en pantalla que hace verosímil el relato.

¿Por qué logra convencer?

La tensión se mantiene durante gran parte del filme y consigue que el público se interese por saber cómo terminará la historia, sin generar mayores expectativas. Quizás podría haber sido un poco más corta y el cierre más redondo, pero aún así logra conquistar. 

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