El personaje animado de Winnie the Pooh es famoso alrededor del mundo por ser parte de Disney. Un osito tierno y torpe de algodón que vive en un bosque con sus amiguitos. Pero en 2022, al cumplir 95 años de existencia, sus derechos pasaron a dominio público, o sea libre para ser explorado en otras facetas, y es así como nace la película de terror británica “Winnie the Pooh Miel y Sangre”, una historia que cambia el rumbo del famoso oso y de su amigo Piglet.

Cuando Christopher Robin deja de visitar a sus amiguitos para ir a la universidad, luego de años de amistad, los habitantes del Bosque de los 100 acres se quedan sin nada para comer y resienten el abandono, convirtiéndose en salvajes y vengativas criaturas que odian a la raza humana, y muy especialmente a su ex mejor amigo. Muchos años después, Christopher regresa a saludarlos, ya adulto, junto a su esposa, sin saber lo que les espera, igual que a un grupo de chicas, que -por el mismo tiempo- renta una casa cerca del bosque, quienes también conocerán la maldad y locura de estos dos personajes.

Con una estética que nos recuerda al terror B de finales de los ochenta y principios de los noventa, y con toques de buen gore, la historia es bastante correcta, pues explican bien las motivaciones de los asesinos, pero las víctimas son el punto flaco. Malas actuaciones y personajes absolutamente estúpidos y absurdos a la hora de reaccionar a las amenazas, que por momentos se llega a sentir rabia.

“Winnie The Pooh: Miel y Sangre” ya confirmó una segunda entrega, esperemos que para la próxima hagan de sus personajes algo un poco más creíble.

En cines desde el 16 de febrero.