Trece años después de “Canino” (2009), la película que lo dio a conocer internacionalmente, el ateniense Yorgos Lanthimos regresa con una historia -quizás- más digerible para el público masivo pero igual de subversiva, extraña y original. En aquella temprana cinta, el director nos presentaba una familia griega compuesta por un tiránico padre, la madre y tres hijos, quienes viven aislados del mundo exterior. El adulto les da información errónea a los niños e incluso distorsiona los significados de algunas palabras, lo que crea una realidad alterna para los jóvenes. Tratando de entender el mundo que la rodea, una de las hermanas decide “rebelarse” y huir de su cautiverio.
Esta rebelión y búsqueda de libertad regresa para convertirse en un aspecto clave de su nueva película “Pobres Criaturas”, en la que Lanthimos deconstruye el mito de “Frankenstein o el Moderno Prometeo” para contarnos la historia de Bella Baxter (Emma Stone), una joven que tras lanzarse al vacío en un puente londinense, es revivida por el controvertido Dr. Godwin Baxter (Willem Dafoe) reemplazando su cerebro por el de su bebé no nato. Al comienzo, Bella deberá aprender los procesos básicos de cada ser humano recién nacido como caminar, pronunciar palabras correctamente o comer, pero a medida que empieza su “despertar sexual” y a tener control sobre su propio cuerpo, Bella se sumergirá en un viaje hacia la autonomía, para dejar de ser una niña manipulada y reprimida y convertirse en una mujer libre, emancipada y autosuficiente. Durante su travesía (de evidentes tintes progresistas y feministas), sin embargo, la protagonista conocerá de frente las injusticias sociales, la pobreza y el machismo del mundo real.
Durante su viaje liberador Bella se relaciona con varios hombres: su creador, el Dr. Godwin (ella le dice “God”, Díos en inglés), un hombre de ciencias pero completamente desfigurado y herido por culpa de su padre, un científico mucho más desquiciado y malvado que él; con el estudiante de medicina Max McCandles (Ramy Youssef) completamente enamorado de ella; con el libertino, hedonista y patético abogado Duncan Wedderburn (Mark Ruffalo) con quien experimenta sus primeros encuentros sexuales y con el violento militar Alfie Blessington (Christopher Abbott). A pesar de sus intentos por retenerla o poseerla, todos terminan heridos de alguna u otra manera por sus actitudes desinhibidas y alejadas de lo convencional.
Ambientada en un Londres victoriano, gótico, fantástico y casi steampunk, una de las grandes cualidades de la película es su fascinante aspecto técnico, como el trabajo de arte, los hermosos sets y la particular fotografía de Robbie Ryan (el mismo de “La Favorita”), quien a través de planos distorsionados, el uso constante del lente Ojo de Pez, zooms y otras artimañas más bien artesanales, nos demuestra la visión “diferente” de Bella, con encuadres pictóricos más propios del expresionismo alemán que de una producción de Hollywood. Lisboa, Alejandría y París son algunos de los destinos (y episodios) que tendrá la protagonista en su viaje.
Por supuesto, como toda buen cinta del griego, “Pobres Criaturas” tiene mucho sexo, porque durante su proceso de crecimiento, Bella descubrirá el placer o como ella lo describe “la felicidad”. Y aunque muchos se han escandalizado por las escenas, Lanthimos no es Von Trier ni Gaspar Noé, acá no hay sexo explícito, ni real, solo son secuencias muy bien filmadas para un público masivo.
Sin embargo, la película no sería lo mismo sin la fascinante interpretación de Emma Stone, quien en su tercera colaboración con el griego, da cada parte de su cuerpo, movimientos y gestos para forjar uno de sus papeles mejor logrados. Su trabajo ha sido nominado al premio Oscar como mejor actriz, y se suma a las otras diez nominaciones, que incluyen Mejor Película, Mejor Director y Mejor Guion.
Catalogada como una especie de “Barbie” para pervertidos, la nueva película de Yorgos Lanthimos consiguió el Globo de Oro a Mejor Película Comedia o Musical, el León de Oro en el Festival de Venecia y -podría- ser la sorpresa en los Oscar. Se trata de un trabajo único de un director con una mirada autoral única, pero que podría verse lastrada por un feminismo feroz y un mensaje que intenta demasiado estar “acorde” a los tiempos actuales, lo que llega a ser un poco contradictorio con el propio mensaje del filme.
