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Carolina Jadue
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10 de noviembre de 2022

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El testimonio de dolor, supervivencia y amor de Carolina Jadue en su libro “La voz que escondí”

La autora, sobreviviente del brutal ataque de “El Tila” en 2002, conversó con En Palco.

La noche del 5 de junio de 2002 cambió la vida de la familia Jadue Zaror para siempre. Roberto Martínez Vásquez, conocido como “El Tila” y luego como “El psicópata de la Dehesa”, ingresó a su departamento, donde mantuvo secuestrados por once horas -con una violencia y resentimiento desmedido- a la madre, su hijo pequeño, la nana (a quien menos dañó por ser de menos recursos) y a la hija de 18 años, Carolina.

Una noche de terror, donde el instinto de supervivencia y el amor de familia, les permitió salir con vida, aunque muy dañados por dentro y por fuera.

Veinte años más tarde, Carolina Jadue, comparte con el público “La voz que escondí. El día que me enfrenté al psicópata de La Dehesa”. Un relato liberador para ella que tiene mucho que decirnos sobre resiliencia, valentía y amor familiar.

En Palco conversó con la autora, quien hoy reside en Colombia junto a su marido y sus hijas.

 

¿Cómo nace la idea de escribir "La voz que escondí"?

Yo creo que son dos grandes aristas. Finalmente, yo escribo este libro con una necesidad súper grande de encontrar en mí las respuestas del camino de mi sanación, de cómo seguir adelante, de lo que pasó en un principio, de lo que siguió después, de los días inmediatos, de los días muy posteriores, de los años posteriores. Quise entender porque fue de la manera que fue. Quise también resolver muchas dudas que tenía del proceso, de cómo había sido como tal. Muy inmediato, como el proceso judicial, las claves de todo lo que pasó con él, en ese sentido. Lo que pasó con nosotros, etc. Yo tenía lógicamente las claves generales. Pero, a veces el detalle no lo conocía muy bien. Y armar este rompecabezas desde cero y entender todos los pormenores de mi proceso fue la manera que yo encontré más sensata como para finalmente terminar de encararlo. Porque pienso finalmente que cuando no se encara a la verdad de frente, nunca, nunca es posible. De todas maneras aceptación integral. Entonces, cuando yo traté de hablar tal como lo expongo en mi libro, muchos años después de esto sentía que la voz no me salía, que me ponía muy nerviosa, que no era fácil hablar del tema. Entonces, dije claramente aquí hay algo, algo no resuelto, aquí hay algo que todavía vive en mí, porque este miedo me está paralizando tanto. Si yo aquí no siento miedo, no estoy ligada, como en el fondo, a vivir ahí en Chile, a sentir como esa angustia tan visceral que sentía muchos inviernos y todo eso. Entonces, en un principio por trabajar en eso y por entender la base de esos miedos. Y también, porque yo antes de proponerme ya de decidirme a escribir el libro, había grabado un podcast con una periodista colombiana. Precisamente yo diciendo este caso escapa de todo lo normal. Esto es más que brutalidad es más que crueldad. Es un episodio demasiado difícil. Pero ¿cómo? ¿por qué me pasó esto a mí? Casi que uno siente como una misión casi divina del cielo. Es decir, bueno, me pasó, lo encaré como lo encaré, tuve la fortaleza, tuve la resiliencia. Pero entonces y ahora qué hago con esto, casi que como que uno se siente con una bolita de cristal, y dice si yo no hago algo con lo que aprendí, y con toda las fortalezas que adquirí en el camino, quizás no estoy cumpliendo el verdadero sentido todo esto. Lo compartí con esta periodista, y todos los mensajes que me empezaron a llegar eran del tipo, "Carolina, que esta historia no acabe aquí", "que puedas hacer conferencias", "que puedas en el fondo hacer un futuro de tu experiencia, de tu manera de expresarte, como lo cuentas, de esa fortaleza, de cómo te fuiste reparando en el fondo". Dije, tanta energía linda es por algo, esto ya tiene que tener un porqué. Y, finalmente, la búsqueda de poder, o sea de que esta historia trascienda al nivel de poder inspirar, o sea, quizás inspirar suena como muy arrogante, pero que otras personas se basen en mi historia, en mi recuperación y en mi reparación como para decir si efectivamente se puede salir adelante, se puede continuar con una vida, porque finalmente la que manda es la voluntad y la cabeza casi en todas las recuperaciones, pienso yo.

Dices en tu libro que tú no te preguntas ¿por qué yo?, sino ¿para qué? ¿Buscas con este libro el contar el para qué?

Sí, así es, sí, como te decía yo lo siento casi como un llamado. Nunca me lo pregunté porque básicamente, porque creo que la fortaleza que yo tenía en ese momento, por todos los motivos que yo cuento anteriores al asalto. De alguna forma siento que me prepararon para. Aunque es ilógico decirlo, porque uno nunca está preparado para nada en la vida y menos para una situación así. Pero sí habían desarrollado esa parte de mi personalidad que era muy empujona, era "ya, pero no importa", "pero va a pasar", "pero bueno, hay una salida, sí, hay una salida. Listo, vámonos". Aun siendo muy chiquitita, porque todas esas cosas habían pasado desde que yo tenía 8 años. Digamos que tenía esa base sólida sobre la cual empezar desde ahí. Este camino. Yo creo que mi personalidad en el fondo era como para poder sobrellevar esto. Quizás otra persona. Sí, seguramente se habría desmoronado. Mira, tal como le pasó a mi mamá. O sea, todas las personalidades somos distintas. No me lo cuestiono, porque simplemente siempre me creí capaz. Por más que muchas veces dudé, por más que lógico que el proceso también tiene altos y bajos, y no es fácil. Y no siempre fue que las cosas se dieron así como tan orgánicamente maravillosa, no. Pero siempre, por lo menos, estuvo la voluntad de mirar el lado bonito y de elegir el foco a través del cual lo miraba.

Debe de haber sido muy difícil para ti el proceso de escribir el libro. Como tú decías, no podías ni hablar del tema. ¿Fue todo el tiempo complicado? Hubo un momento en que, a medida que ibas avanzando, y que ya ibas soltando, ¿te fuiste relajando?

No, el principio fue liviano, porque en el fondo fue hacia la estructura. Sí, de todas maneras dolía recordar esto. Yo creo que lo más complejo fue toda la parte del medio, digamos, porque al final yo me enamoré de cada momento que viví con él, o sea, desde escribir llorando de la emoción, desde darte cuenta que finalmente uno elige el foco desde el cual mirar tu vida, tu experiencia, lo que te haya pasado y todo eso. Y fue muy satisfactorio hacerlo de esa manera. Además, tenía toda la emoción muy latente de que ya habíamos firmado con la editorial y que ya era un hecho. Sin embargo, esa parte del medio de la que te hablo es claro. Esto a la parte crítica de hablar con los abogados del caso. Enfrentarme a los expedientes, que siempre lo he dicho, fue la parte más dura. O sea, yo me acuerdo que los abría y miraba así como de reojo, literalmente, como sigo, no sigo, ya bueno, sí, voy a seguir. Habían muchas cosas que tu mente borra literalmente por supervivencia. Entonces, entiéndeme, que es la manera más cruda enfrentarte a todo lo que pasó, porque -además- cuando a mí me tomaron la declaración, los policías, los abogados, etc. Yo hable con demasiada franqueza. Yo di todos los detalles. Lo tenía muy fresco, recién había pasado. Además, que yo creo que todavía estaba bajo los efectos de la anestesia y de los psicotrópicos que nos habían suministrado durante el mismo secuestro. Entonces, yo creo que no tenía filtro. También darme cuenta de que mientras yo lo hablaba estaba mi hermano conmigo y a mí se me había olvidado. Tuve que hacer un trabajo grande de recordar, trataba de no leer los expediente a ninguna hora que se acercara en la noche, porque si no yo sabía que iba a ser difícil de conciliar el sueño. Sí, yo diría que ese fue la parte del proceso que más costó.

¿Por qué elegiste el título "La voz que escondí"?

Porque al principio, como te contaba, yo lo hablé mucho, mucho, mucho, mucho. A todos los que me tomaron la declaración, a todas mis amigas que entraban a la clínica, yo contaba y hablaba y hablaba y hablaba. Con el sacerdote, o sea, con todo el mundo, y de todas personas que entrevisté, entre comillas, porque la gente cercana no se le entrevista, pero conversábamos, me decía: "Caro, es que lo decías todo y nosotros éramos como casi, tapando nos lo oídos, ya es suficiente, nomás".

¿Pero tú te dabas cuenta un poco cómo eso afectaba al resto? ¿Tenías una necesidad imperiosa de soltar, de sacarlo?

Me daba cuenta. Y después empecé a tener un poco más de recato. Sin embargo, la voz que escondí nace precisamente de esas ganas tan grandes de hablarlo, de sacármelo del cuerpo, decirlo, decirlo, decirlo muchas veces. Y yo creo que ya, después de que salí de la clínica, dije no más. Yo ya hablé todo lo que tenía que hablar, lo estoy hablando con mi terapeuta, ya ella sabe, como toda la base de todo esto, no tengo que seguir ahondando en el tema, no más, punto, me callé. No quiero ver una entrevista, no quiero saber qué pasa en las noticias, no quiero saber cómo, en qué cárcel y en qué condiciones está él. O sea, es un callar absoluto. Y eso siempre formó parte, en el fondo, de mi vida. Listo, esto se acabó, se terminó. No se habla más del tema. Ahora a otra cosa. Entonces "La voz que escondí" corresponde a todos esos años en que yo nunca más volví a hablar del tema, salvo contadas ocasiones, pero nunca más con la soltura como con la que lo hice al principio.

¿Cómo se supera un trauma así o se aprende a vivir con eso y nunca se va? ¿Se puede salir de un trauma tan grande como el que sufriste tú y tu familia?

Es que todo se puede. Finalmente todas las respuestas están muy dentro de nosotros. Y uno elige simplemente, porque es la capacidad la tenemos todos. Eso es algo que vive con nosotros, como en todos los seres humanos. Yo creo depende de cómo lo miremos, depende de la capacidad que tengamos de diferenciarnos de nosotros como persona y el problema. Eso es un poco lo que hace la escritura. Cuando uno narra y escribe y escribe y escribe , uno como que se desahoga, y uno dice: "sí, efectivamente, o sea, yo soy yo, y el problema es este, el que está en el papel". Creo que como se sana, finalmente responder a algo así como que yo te dijera cuando logras entender después de mucho tiempo y a mirarlo, no desde la ira, desde la angustia que te genera lo que sea que esté pasando, y lo ves más como un proceso muchísimo más integral que tienes que vivir por algo. Es que uno empieza a entender que bueno, sí tenía un propósito, bueno, sí, era yo la persona que tenía que encarnar este dolor para salir adelante de una mejor manera. Entonces, no creo que hayan recetas mágicas ni cómo decirte de cómo salir. Hace esto, a mí me sirvió tal. Todas esas recetas en el fondo varían tanto de persona en persona. Lo que yo sí creo que es el común denominador es nunca perder la certeza, nunca perder la fe de que una vida te está esperando, de que todo puede cambiar según tú lo veas, de que hay apertura de mente para decir qué, de este problema que sólo maldigo de verdad, ¿dónde está la bendición? ¿dónde está lo que me va a hacer crecer? ¿dónde está lo bueno que voy a poder sacar de esto?, Y que ese sea tu norte como para superar y para decir ya. Y que algún día, ojalá, no muy lejano, puedas decir efectivamente, pasé por eso y soy una mejor persona y crecí.

Tu historia es tremenda en esta situación, lo que pasaron con tu familia. Uno lo lee y de verdad, se trata de poner en el lugar, y no lo puede ni imaginar, porque parece que estuvieras leyendo algo de ficción...

Sí...

Pero hay otra parte que me gustó mucho, que tú hablas con mucho amor, a pesar de que habían dificultades y todo, de tu familia y de tus amigas. Eso es vital para superar algo así, el apoyo y el amor que uno siente hacia los que quiere. En el fondo, a pesar de todo lo malo, es una historia de amor. De cómo tú quisiste salvar a tu familia, como tu mamá se mantuvo despierta para tu poder salvarte. Es súper emocionante cuando uno lee el libro. Es vital el amor de la gente que te quiere y que tú quieres…

Totalmente. Es que si no lo miraba desde esa forma, y si es que en ese momento no, no me estremecía por el amor que sentía por mis tres hermanos que casi me lo arrebatan, que casi nunca más puedo disfrutar de ellos, por la gran admiración que siento con mi papá. Por todo el dolor que sigo sintiendo. Por el dolor, valga la redundancia, que en ese momento estaba sintiendo mi mamá y que quizás yo no logre simpatizar en esa empatía que ella necesitaba en ese momento. Si yo no lograba plasmar eso en esta historia, no iba a ser la misma historia, porque definitivamente eso fue lo mucho que me marcó y lo que me empujó a salir adelante. O sea, esa fortaleza de mi hermano mayor, esa imagen perfecta de vernos a nosotros juntos de nuevo y volver a recuperar tu vida después de que tuviste a esto de que te la arrebataran con mucha fuerza, con mucha furia. Siempre sentí que era una bendición muy grande. Plasmar eso en el papel también fue muy liberador y sentir que ellos lo van a poder leer y que de alguna manera se sientan como, bueno, no fue tan difícil, también es muy lindo.

Mencionas que perdonaste a 'El Tila'. ¿En qué momento y cómo llegas a eso?

Me lo han preguntado en todos los encuentros que he tenido con medios, y yo creo que es más que perdonar, es un aceptar y seguir adelante, un aceptar y sanarlo. Es decir, no hay nada que yo haga o que pueda haber hecho post secuestro para cambiarlo, o sea, es como un instinto muy controlador del ser humano poder decir no. Como tratar de ir atrás y decir es que si no se hubiese quedado esa ventana abierta, si es que hubiese entrado al primer piso... No hay cabida para esa opción. No hay nada que yo pueda hacer para controlarlo. Esto fue como fue. Esta historia vive en mí. Tengo miedos, tengo todavía los sentidos muy agudizados en el fondo por el trauma vivido. Todavía miro para atrás como evitando siempre ese factor sorpresa, cada vez menos, siempre más espaciado. Nunca he sentido que se me desbordan las emociones, ni que me voy a morir del susto, ni del miedo, no. Cuando esa certeza que habita, de que ya, de que lo que es, es y de lo que salió de eso, salió de eso y de lo que pasó, pasó. Yo creo que uno es capaz de decir lo suelto, lo entrego, entrego este relato, entrego toda mi experiencia de lo que fue mi camino recorrido de sanación y no puedo más que entregarme a que este testimonio trascienda, que pueda tocar muchas almas y que encuentre muchas manos receptoras que lo puedan leer con altura de mira, para entender finalmente que todo camino de sanación tiene un ingrediente muy grande que se llama voluntad.

Revisa la conversación completa en el siguiente video.




 


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